La M.O.D.A. es el fabuloso acrónimo de la Maravillosa Orquesta del Alcohol, un combo burgalés que comenzó su andadura hace una década con un sonido punk de raíces irlandesas a lo Social Distortion (no en vano, han girado con gente de la talla de Dropkick Murphys o Frank Turner) que ha ido mutando hacia el folk y el rock “indie” aunque merced a ser un septeto con acordeón, saxo o banjo no han perdido la esencia pudiendo tocar en todo tipo de festivales (tan contradictorios como el Viña Rock o el No Sin Música de Cádiz).
Su nuevo trabajo es una revisión de canciones tradicionales de su tierra, adaptadas de dos libros de principios del siglo XX y que han musicado con acierto y respeto, trasladando esos añejos problemas de otra época al proceloso momento en el que vivimos, por lo que en su reinterpretación de otros tiempos podemos sustituir pastoras, soldados, agricultores o enamorados por lo que el oyente desee. Además con un sonido folk pero sin dejar de mostrar sus influencias y raíces por lo que este “Nuevo cancionero burgalés” estaría más cercano a Flogging Molly que al Nuevo Méster de Juglaría, sin olvidar otra adaptación memorable de poemas como fue la traslación que realizó Gabriel Sopeña para “La vida por delante” de Loquillo, con textos de Octavio Paz o Cesare Pavese.
El álbum se abre con el nostálgico acordeón de Joselito Maravillas y la voz casi quebrada de David Ruiz en “Un lunes” para entrar el resto de la banda a partir del minuto y medio. Un precioso medio tiempo que finaliza de forma brillante, en acústico con un momento de lucimiento para el saxo de Alvar De Pablo. Sigue con “La molinera”, tema que ya había sido escuchado, es más movido pero sin dejar esa esencia intimista de todo el Lp aunque con un buen y coreable estribillo. “Miraflores” (primer adelanto) tiene quizás el riff más poderoso de todo el trabajo aunque todas las estrofas son en medio tiempo para ofrecer un “crescendo” en el estribillo, con los geniales golpes de batería de Caleb Melguizo que nos conduce sin remedio al banjo de inicio de “No canto yo”, donde colabora el productor del disco Gorka Urbizu de Berri Txarrak. Otro corte en medio tiempo, igual de nostálgico que “Un lunes” aunque nos gusta más la canción de entrada. Y con “Mes de mayo” llegan al paroxismo en ámbitos nostálgicos pero la voz de David Ruiz es menos quebrada, a pesar de hablar de tristeza. En mi opinión sólo por cortes como este merece la pena la escucha del “Nuevo cancionero burgalés”. Una “joyita” en menos de tres minutos sobre una historia universal que llevamos viendo toda una vida en el cine clásico. Entramos en la recta final con el piano y la voz desnuda de “Tiempo de despedirse”, al que le acompaña poco más tarde el saxo en lo que parece una balada pero que sorprenden pasada la mitad de la tonada con un sorprendente cambio de ritmo que en “crescendo” nos conduce a un “finale” en “tutti”, parafraseando el lenguaje sinfónico (pues estamos hablando de una orquesta), que conduce al sonido más folk- punk de “Mañana voy a Burgos, el más animado del álbum y que contrasta con el desenlace con “Canción de cuna”.
Es de agradecer ideas como este “Nuevo cancionero burgalés”, al que deseamos todas las suertes por el riesgo asumido. Además la Maravillosa Orquesta del Alcohol tienen la osadía de autoeditar su discografía, más complicado con discos como este de corte intimista, de sólo ocho cortes de escasa duración pues todo el Lp no llega a los treinta minutos.
0 comentarios