Esta última mutación de Annie Clark, más conocida como St. Vincent, nos la trae convertida en una cantante soul y R&B de los 70. ¿Dónde está la St. Vincent de vanguardia? Parece ser que St. Vincent quería dar un sonido retro a este Daddy’s home. Y así ha sido, sus canciones y su voz siguen siendo reconocibles pero el sonido ha variado considerablemente, algo de ello habrá tenido que ver la producción del habitual Jack Antonoff. Daddy’s home suena más humano, con instrumentos orgánicos, teclados omnipresentes, vientos y coros femeninos. Como Bowie en Young Americans (1974), en vez de inventar el futuro, St. Vincent mira al pasado con resultados casi igual de satisfactorios. No estamos ante un LP fácil de digerir, Daddy’s home demanda varias escuchas para que te vaya atrapando. En Daddy’s home predominan los ambientes tranquilos, nada de la nerviosa histeria de discos anteriores. Por cierto, el peculiar título está inspirado en la salida de su padre de la cárcel tras cumplir una sentencia de 10 años. El ambiguo título y la portada llevan a equívoco de forma premeditada. Mejor no tomarse nada demasiado en serio en la carrera de St. Vincent más allá de sus acertadas críticas a la sociedad actual.
Así de primeras, Pay your way in pain suena a años 80, a un cruce entre Eurythmics y Prince. Un mazazo en toda regla. En Down and Out Downtown parece como si Annie estuviera poseída por el espíritu de Steely Dan mientras Live in the dream recuerda al Us and Them de los Pink Floyd de The dark side of the moon (solo de guitarra incluido). The melting of the sun (en el que cita a sus heroínas a Nina Simone, Joni Mitchel y Tori Amos) descolocó a más de uno (servidor incluido) aunque gana enteros con cada escucha. The laughing man es una fenomenal balada sobre el suicidio que evidencia lo arriesgado de una propuesta que funciona mejor en pequeñas dosis a pesar de que contiene una de esas frases para enmarcar: “If life’s a joke, then I’m dyin’ laughin”. Que no se me olvide, Clark se permite el lujo de meter tres innecesarios interludios (Humming) que rompen un ritmo de por sí bastante pausado, la verdad. Por suerte, Down sube de intensidad mirando de reojo hacia la pista de baile.
Ya hacia el final tenemos el imbatible tridente Somebody like me, My baby wants a baby o …At the holyday Party, unos temazos tremendos perfectamente ejecutados que nos descubren una St. Vincent que se muestra intratable en cualquier terreno. Candy Darling supone un final acorde con lo escuchado durante el LP, un tema tranquilo y hermoso de final abrupto.
Lo dicho, St. Vincent muta una vez más. No es esta St. Vincent la que más me gusta, lo admito, la prefiero rabiosa en una fiesta que con resaca, pero el día después también puede ser hermoso.
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