En 2017 la camaleónica St. Vincent (cuyo nombre real es Annie Clark) editó Masseduction. Como buena alumna aventajada del gran David Bryne, St. Vincent había mutado una vez más. Ya desde la terrible portada, St. Vincent nos presenta un mundo de colores estridentes en el que la figura femenina es mostrada como un mero objeto de consumo. Ella misma se presenta como una especie de dominatrix vestida de leopardo y cuero. Por cierto, ¿soy el único que ve un falo en la portada?
Bajo esa capa de aparente superficialidad pop St. Vincent exploraba la obsesión de la sociedad moderna por el poder, el sexo, la juventud y la belleza. Todo muy bonito pero los ciudadanos acaban sucumbiendo al desamor, la soledad y el uso compulsivo de pastillas. Todo ello matizado por la producción de Jack Antonoff, nuevo gurú del pop más comercial (Taylor Swift, Lorde, Lana Del Rey).
Reconozco que el disco me decepcionó un poco, me esperaba más tras el fantástico St. Vincent (2012). La producción era menos arriesgada que en anteriores entregas cediendo ante la comercialidad. Yo eché de memos algo más de riesgo. Puede que fuera todo una estrategia para intentar que un disco tan irónico y sarcástico sobre la sociedad actual llegara al gran público. Las letras de las canciones tienen un poso triste que desentona con el envoltorio y el sonido electropop del disco. Así se desprende de canciones como Los Ageless, la más comercial del disco con ese riff imbatible, Pills o Hang on me. Mi favorita es New York, con ese estribillo simplemente genial. Pero en otros temas me pareció que la producción de Antonoff era excesiva. Sirvan como ejemplo Fear the future, Sugarboy o Young lover, en los que las capas de sonidos sintéticos sepultaban parte de la expresiva interpretación vocal de Annie Clark. La verdad es que me quedé con la sensación que en algunas canciones la producción había arruinado parte de su potencial. Un error que se corregiría justo un año después con la publicación de MassEducation.
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Masseduction cumplió su objetivo, convirtiendo a St. Vincent en un personaje mucho más mediático y llegó al puesto número 10 de las listas americanas. Todo un logro para una artista tan poco comercial, a priori, como St. Vincent.
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