La pandemia del Covid ha frenado múltiples actividades en nuestras vidas. Una de ellas ha sido la visita a exposiciones donde los principales museos cerraron sus puertas durante largos periodos y las aperturas han sido con limitaciones de espacio y restricciones que incomodaban la visita. Aun así, cada vez vamos recuperando la normalidad y eventos como esta retrospectiva de Magritte alegran el panorama pictórico patrio.
Así que aprovechando una estancia en Madrid aprovechamos para disfrutar en el Museo Thyssen de esta estupenda muestra del pintor belga René Magritte, primera en la capital de España desde finales de los años ochenta, comisariada por su director Guillermo Solana y que lleva por título “La máquina Magritte”.
Inaugurada en septiembre y en cartel hasta finales de enero, la exposición está dividida en siete espacios: “Los poderes del mago”, “Imagen y palabra”, “Figura y fondo”, “Cuadro y ventana”, “Rostro y máscara”, “Mimetismo” y “Megalomanía” donde podemos encontrar una nutrida representación del estilo surrealista de Magritte, con oleos traídos de tres continentes con los que disfrutar de un autor del que sólo existen unos pocos lienzos en el propio Thyssen y en el cercano Reina Sofía, en la sala surrealista que acompaña a compañeros de estilo como Dalí o Max Aub.
La retrospectiva se completa con una exhibición de películas domésticas y fotografías de magritte en la sala balcón mirador. Interesante pero menos que la estupenda exposición temporal donde podemos comprobar ese realismo mágico que impregnaban todos sus cuadros, jugando con las imágenes y los espacios, con un trazo realista en espacios oníricos con objetos y personas de volúmenes imposibles; algunos desproporcionados, otros levitando o apareciendo y desapareciendo como si de los trucos de un mago se tratase.
Pasear alrededor de sus cuadros en un viaje al corazón del surrealismo que va de menos a más, con una primera etapa interesante que se va desarrollando hasta llegar a la zona central y final (a partir de “Rostro y máscara) donde todo lo que vemos apabulla. Cuadros que nos hace dialogar con el espacio, con unas luces tenues que nos invitan a perdernos dentro de esos paisajes imposibles o esos rostros desfigurados que nos ofrece el grandísimo pintor belga.
Sin duda va a ser uno de los acontecimientos del año y por fortuna tras su paso por Madrid viajará a Barcelona el próximo 2022 donde poder seguir disfrutando de unos de los principales responsables de un estilo clave en las vanguardias del siglo XX y visualmente uno de los más interesantes. Como muestra se pueden ver las fotografías que ilustran esta reseña.
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