«Un lugar tranquilo» fue una de las agradables sorpresas que nos dejó 2018 (año bastante decente en el capítulo de películas de terror, pues fue el descubrimiento de Ari Aster con “Hereditary”). Una cinta de corta duración, donde en más de media película no se emitía una sola palabra y que mediante los efectos de sonido y esa sensación de agobio conseguía crear una gran tensión, con una familia que debía recomponerse de una tragedia del pasado y sobrevivir a unos voraces alienígenas.
En esta segunda entrega han decidido mantener los puntos fuertes y el suspense está asegurado. La estructura es similar, sustituyendo a la figura paterna de la primera parte por un vecino y según avanza el metraje separa al grupo en dos, ofreciéndonos toda la evolución y acto final en montaje paralelo. Punto interesante aunque la edición de esta nos resulte algo inferior a la de su precedente. El motivo puede ser una pequeña falta de emoción, al perder el efecto sorpresa del enemigo invisible del anterior capítulo. Al mostrarnos los “monstruos” en todo su esplendor en el final, ya no son seres acechantes que aparecen desde cualquier lugar, con rapidez y sin apenas mostrarse. En “Un lugar tranquilo 2” son vistos desde el inicio y durante los angustiosos cien minutos de metraje, rodados con brío y con un ritmo endiablado con el que es imposible aburrirse.
A pesar de esos pequeños defectos argumentales (propios de una secuela), el largometraje tiene más virtudes que errores, con un prólogo antológico (incluso mejor que el de la primera parte aunque no haya muerte de un menor) donde se nos muestra la invasión y nos presenta al vecino que hará las labores de figura paterna para según avanza la historia sacar a la familia de la casa para intentar sobrevivir en el exterior, encontrando amigos y enemigos mientras buscan un lugar sin el peligro de las criaturas alienígenas. Una idea con ciertos paralelismos a la celebrada serie “The walking dead” donde también el grupo de supervivientes intentaba salvar sus vidas encontrando refugios seguros aunque habría que sustituir a los zombies por estos bichos del espacio. El Krasinki guionista no innova en escaso pero su “libreto” funciona.
Y en el capítulo como director mejora mucho en el prólogo, incluso con un plano secuencia interesante donde en algún momento da la impresión que todos esos primeros minutos podrían ser filmados sin cortes aunque esa sensación no dure mucho, para seguir el resto del relato sin riesgo pero con eficacia. No se ofrece nada original en la puesta en escena pero sí mantiene un tono medio más que aceptable. Krasinki sabe sus limitaciones como realizador y las de su historia pero, con inteligencia, también conoce los puntos fuertes de la narración y como explotarlos por lo que a quien gustase “Un lugar tranquilo” también disfrutará con las nuevas desventuras de la familia Abbott.
En el capítulo actoral, repiten los mismos de la anterior con la sustitución del propio John Krasinski (que se permite protagonizar el prólogo) por Cillian Murphy, quien ya tuvo su “survival movie” con la estupenda “28 días después” de Danny Boyle. Le acompaña Emily Blunt, una actriz magnífica que no termina de confirmar las grandísimas sensaciones que dejó en genialidades como “Sicario” y grandes producciones como “Looper” o “Al filo del mañana” o elevando cintas mediocres o fracasos de taquilla tipo «La chica del tren» o “El regreso de Mary Poppins”.
Filme inteligente que sabe aprovechar sus cosas buenas minimizando las malas y que demuestra que John Krasinski posee talento y agudeza pues que una continuación mantenga un notable tono no es labor sencilla. Deja abierta la puerta a una trilogía pero no sabemos hasta donde podrá “estirar el chicle”. Mientras tanto podremos disfrutar de este aterrador díptico donde el silencio supera en duración a la palabra hablada.
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