Sorpresa agradable este «Un lugar tranquilo», un largometraje que transita entre el terror y el thriller pero con buenas ideas y un planteamiento que gustará a quien busque algo más que el susto fácil y criaturas antropomorfas con inteligencia y astucia humanas.
Una original, o no tanto, pues está casi todo inventado, historia escrita por Scott Beck, Bryan Wood y John Krasinski, también actor y director, sobre una familia en un mundo caótico, dominado por unas horrendas criaturas que cazan por el sonido, lo que hace que los humanos apenas puedan emitir ruido alguno sino quieren ser presa de estos depredadores. La idea es interesante pero mejor es como está resuelta, ya que hasta mediada la cinta no se emite palabra alguna, comunicando todo mediante lenguaje de signos y susurros. Y con toda esta complejidad al evitar la voz, se consigue crear angustia y tensión durante todo el relato, con especial acierto el prólogo, donde se elimina a un niño muy pequeño en una escena brutal. Esa sensación de desasosiego se acrecenta al no mostrar a los monstruos hasta bien avanzada la trama. Se intuyen, se sienten y se sabe que están ahí pero el temor es psíquico: un enemigo invisible poderoso y letal. Lástima que cuando aparecen recuerden al Demogorgon de «Stranger things», en uno de los pocos errores que contiene el filme, aunque haya que agradecer que maten por instinto y sin esconderse ni actuar como homínidos. Eso es lo que se espera de un animal ciego y superior: un ataque rápido, destrozando todo a su paso sabedor de que es casi imparable y debe alimentarse. No se suelen ver películas con esta idea de «bicho» que no se esconde. Así «a vuelapluma» la última que recordamos es la estupenda «The host» de Bong Joon-Ho, donde el mutante tampoco tenía reparo en aparecer a plena luz del día.
Para un ejercicio tan difícil se necesita un adecuado reparto y en eso el Krasinki director consigue un acertado elenco, con la cada vez mejor Emily Blunt, una de esas actrices al alza y el propio John Krasinski, un hombre que saltó a la fama dando la réplica a Steve Carell en esa joya de la comedia televisiva que fue «The office» y que aquí interpreta un rol distinto. Los dos están estupendos pero es que los niños actores también funcionan en pantalla, lo cual no es lo normal y a pesar de saber defenderse y ciertas normas de supervivencia (lo cual es lógico en el mundo en el que viven) siguen comportándose como menores, lo que hace que todo sea más creible. Cabe decir que el Krasinski director de actores se impone al Krasinski realizador, pues a pesar de algunas secuencias bien resueltas y de un tono general correcto, adolece de grandiosidad, limitándose a una colección de planos medios y primeros.
Entendemos el tono intimista que quiere dar a la obra pero notamos la falta de planos generales y algo de virtuosismo, lo que nos hace pensar qué hubiese pasado si «Un lugar tranquilo» hubiese caído en manos más expertas. Incluso con los mismos técnicos, entre los que destacan la fotografía de la danesa Charlotte Bruus Christensen, que recuerda a su impecable labor en «La caza» de Thomas Vintenberg, y la banda sonora de todo un especialista en terror como Marco Beltrami. A pesar de todo, estamos ante un maravilloso entretenimiento. Más que correcto y que a buen seguro será recordado en el futuro. Y con poco más de hora y media de metraje, ya que alargarlo sería absurdo. Y podrían haberlo hecho visto el final.
0 comentarios