Este año se cumplen 30 años de la desaparición de la Unión Soviética (1922-1991) y hemos querido hacer una pequeña aproximación a lo que supuso la Guerra Fría y cómo el cine lo ha mostrado al mundo. Como siempre, faltarán cosas y nos dejaremos alguna película que es importante para algún lector, pero sirvan estas líneas como resumen de un período histórico cuya importancia, a nivel mundial, va mucho más allá del enfrentamiento entre las dos superpotencias del siglo XX (EE.UU. vs URSS), y el cine lo ha mostrado de distintas formas.

 

LA GUERRA FRIA

 

1ª PARTE (1947-1962)

“No nos engañemos hoy estamos en medio de una guerra fría. Nuestros enemigos se encuentran en el extranjero y en casa. Nunca debemos olvidar esto: nuestro malestar es el corazón de su éxito. La paz del mundo es la esperanza y el objetivo de nuestro sistema político; Es la desesperación y la derrota de quienes se oponen a nosotros. Solo podemos depender de nosotros mismos”.

(Discurso de Bernard Baruch financiero y multimillonario asesor de Roosevelt y posteriormente de Truman en abril de 1947). 

Los 45 años que transcurrieron desde la explosión de las bombas atómicas, que supusieron el final de la Segunda Guerra Mundial (IIGM), hasta la caída del muro de Berlín y el colapso del bloque Soviético, es lo que se ha denominado el periodo de la Guerra Fría. Una “guerra” no convencional, donde los ejércitos enemigos no se enfrentaron en el campo de batalla, ni hubo conquista de territorios y ciudades, como hasta ahora había sido lo habitual en los conflictos de la humanidad, fue una guerra que se combatió de otras formas, por medio de propaganda, amenazas, alianzas, espionaje, golpes de estado e incluso ayudas económicas, entre las dos superpotencias surgidas de las cenizas del mayor conflicto de la historia, los Estados Unidos de América (EE.UU.) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS).

La historia hay que tratarla siempre como un continuo, aunque surgen variantes nuevas en cada época, siempre se van arrastrando lo que podemos decir “trapos sucios” y antes de la IIGM los EEUU y la URSS eran dos sistemas antagónicos en lo cultural y en lo ideológico, pero les unió algo común: los dos eran antifascistas, aunque cada uno a su manera, necesitándose mutuamente para derrotar al enemigo común, pero como veremos, una vez derrotado el fascismo las dos potencias se separaron cada una acusándose mutuamente de encabezar la facción del mal: para los soviéticos, los estadounidenses eran imperialistas herederos del antiguo régimen colonial, y para estos los comunistas suponían la encarnación de los regímenes totalitarios enemigos de la libertad.

Ambos bandos se lanzaron a una confrontación para mantener y ampliar sus respectivas zonas de influencias, muchas veces utilizando  la guerra ideológica para convencer a propios y extraños de que su modelo de vida era mejor que el del contrario, en una época de grandes cambios, ya que la guerra fría englobó también el periodo de la descolonización de África y Asia, donde surgieron decenas de nuevos países que se vieron arrastrados, a su pesar, en la confrontación entre ambos bloques.

Vamos a dividir este largo periodo de nuestra historia reciente en varias fases utilizando la nomenclatura DEFCON (acrónimo de DEFense CONdition, “Condición de defensa”), una escala que se situaba entre DEFCON5, para tiempos de paz, y que va descendiendo a medida que la situación se vuelve más crítica hasta DEFCON1 que representa un ataque inminente y supondría la guerra nuclear (afortunadamente jamás se ha alcanzado):

  1. DEFCON 5 – Precedentes
  2. DEFCON 4 – Se crean los bloques (1947-1953)
  3. DEFCON 3 – Hacia el abismo (1953-1962)
  4. DEFCON 2 – Periodo de estabilidad, la disensión (1963-1975)
  5. DEFCON 1 – La Segunda Guerra Fría (1975-1985)
  6. El colapso

 

DEFCON 5 – PRECEDENTES

 

Cuando en el verano de 1941 la Unión Soviética fue atacada por la Alemania de Hitler, se formó una alianza entre los soviéticos y los aliados occidentales para combatir al nazismo. Fue una alianza ideológicamente antinatural: comunismo con capitalismo, pero que sirvió para derrotar a la otra gran ideología del siglo XX, el fascismo. Desde el principio surgieron recelos. Stalin, el dirigente de la Unión Soviética, consideraba que ellos soportaban todo el peso de la lucha contra Alemania y que los aliados hacían poco, como si quisieran que los comunistas se desangraran contras los nazis para luego ellos aprovecharse. Stalin pidió a los aliados que se abriera un segundo frente en Europa, en una fecha tan temprana como  el verano de 1942. Fue Roosevelt el que más se empeñó en que la alianza de los americanos con los soviéticos saliera adelante.

Una vez que la guerra se fue encarrilando empezaron las negociaciones sobre el reparto de Europa, siendo la primera conferencia importante la celebrada en Yalta del 4 al 11 de febrero de 1945, donde se reunieron los líderes aliados: Iósif Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, como presidentes de gobierno de la Unión Soviética, del Reino Unido y de Estados Unidos respectivamente.

 

 

1.- Conferencia de Yalta

 

Algunos autores suelen considerar estos acuerdos como el comienzo de la Guerra Fría ya que se enfrentaron dos puntos de vista muy diferentes: por un lado, los aliados occidentales querían establecer en la Europa liberada gobiernos y mercados económicos parecidos al estadounidense, con la creencia de que los países así gobernados acudirían a organizaciones internacionales para arreglar sus diferencias, como la entonces futura ONU, el gran sueño de Roosevelt. Por su parte Stalin muy influenciado por el ataque a traición de Hitler, quería crear un colchón de países “amigos” frente a sus propias fronteras para proteger a la Unión Soviética de futuras agresiones, y no era para menos, ya que este razonamiento nace de la experiencia histórica de los rusos que habían sido invadidos desde el oeste durante los últimos 150 años.

En esta conferencia se estableció la zona de influencia de la URSS en el este. Los aliados no exigieron la devolución de los territorios que los soviéticos se habían anexionado en su pacto con Hitler en 1939, quizás por un sentimiento de culpa o por considerar justo recompensar a los rusos tras las graves pérdidas humanas y materiales de la guerra contra los nazis. De esta manera quedaron incorporados al territorio de la URSS las repúblicas bálticas, Polonia oriental, la Besarabia Rumana y la zona fronteriza con Finlandia. Además, Stalin había perseguido la política de “hechos consumados” al ocupar rápidamente los territorios de la Europa del Este antes de la caída de Berlín, y todos sabían que una vez que el ejército rojo ocupaba un país ya no se iba a retirar de ninguna manera. Quedaron así bajo dominio soviético: Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia, mas la parte este de Alemania. Yugoslavia fue un caso especial ya que fue liberado por las milicias partisanas locales lideradas por el mariscal Tito y, aunque comunista también, consiguió mantenerse independiente del dominio soviético.

Uno de los puntos más importantes, que luego sería clave durante los años iniciales de la Guerra Fría fue el destino de Alemania. Se decidió que el desarme, desmilitarización y partición de Alemania, pues era un «requisito para la futura paz y seguridad». Así dicho país, junto con Austria, se dividiría en una zona controlada por los aliados y otra controlada por la Unión Soviética. Berlín y Viena también quedarían divididos de la misma manera, aunque a los rusos no les hacía ninguna gracia tener un territorio de los aliados en mitad de la Alemania del Este.

 

 

2.- División de Alemania

 

En abril de 1945 Roosevelt murió y fue sustituido por su vicepresidente: Harry S. Truman sin ninguna experiencia internacional, pero partidario en un principio de continuar la política de su antecesor y seguir colaborando con los soviéticos, ya que la guerra aún no había acabado. Aun si Truman era mucho más permeable a los puntos de vista antisoviéticos de los antiguos asesores de Roosevelt.

La siguiente reunión tras la rendición de la Alemania de Hitler fue en Potsdam, cerca de Berlín, entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, allí se ratificaron los acuerdos de Yalta y se dibujaron las fronteras de la nueva Europa.

La conferencia terminó con una proclamación solemne apelando a la responsabilidad colectiva de las grandes potencias en el establecimiento de una paz justa y concertada, aunque en realidad ya era evidente que las diferencias ideológicas y los dispares objetivos estratégicos de cada una de las potencias iban a disolver en breve la Gran Alianza.

 

DEFCON 4 – SE CREAN LOS BLOQUES (1947-1953)

 

La conferencia de Potsdam dejó muchos aspectos en el aire, incluidos los acuerdos finales de paz con otros países europeos que habían apoyado a Alemania. Estas “cuestiones” sin resolver fueron fuentes de fricciones que degradaron rápidamente las relaciones entre las dos potencias de tal forma que en solo unos meses el mundo entró en una nueva era de incertidumbre.

Si dejamos aparte las negociaciones que fracasaron sobre diversos asuntos diplomáticos, el primer conflicto serio surgió en Grecia, donde un gobierno monárquico formado en el exilio con el apoyo de los británicos, se enfrentó a su regreso con los partisanos comunistas por el control del país tras la derrota y retirada de los alemanes en octubre de 1944. El conflicto derivó en guerra civil en 1946 y, al ser uno de los bandos comunista, ciertos sectores conservadores de EEUU y del Reino Unido sospechaban que los soviéticos estaban detrás para expandir su área de influencia al país Helénico, saltándose los acuerdos de Potsdam.

 

 

3.- Guerra civil en Grecia 1946

 

A finales de 1945 la URSS empezó a presionar a Turquía para que le permitiera el acceso libre de su flota al mediterráneo a través de los estrechos del Bósforo, además de negarse a retirar sus tropas de Irán y Manchuria como habían acordado. La amenaza soviética crecía en la mente de los occidentales y no calmó mucho las cosas cuando en febrero de 1946, Stalin pronunció un discurso anunciando un nuevo programa económico quinquenal, con el fin preparar a la Unión Soviética para un conflicto inevitable con el mundo capitalista. Aunque no había que interpretar la declaración de manera literal, los observadores occidentales antisoviéticos lo consideraron poco más o menos  como una declaración de guerra.

Todos estos hechos unidos a otros como, la fuerza y el prestigio de los partidos comunistas en países occidentales como Francia e Italia, o el paripé de las “elecciones democráticas” en los países del este de Europa bajo dominio de los soviéticos, que en la práctica supuso la instalación de regímenes títeres controlados por el partido comunista, etc… reforzaban la idea norteamericana de que Europa estaba en peligro de caer en la órbita de Moscú, provocando un cambio definitivo de la postura respecto a la URSS.

El 22 de febrero George Kennan, diplomático americano asignado a la embajada de Moscú desde 1944, fue el encargado de realizar un informe a requerimiento del departamento de Estado para explicar el reciente comportamiento soviético a la vista de la negativa de estos de apoyar los recién creados Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional. Esto dio lugar a lo que se conocería como el Telegrama Largo, un extenso informe donde sostenían que el régimen soviético era expansionista por naturaleza y que su influencia debía ser «contenida» en áreas de importancia estratégica para los Estados Unidos. Este texto supuso la base de lo que se conocerá como la doctrina Truman. 

En un discurso del 28 de febrero, Byrnes, el secretario de estado estadounidense, dio a conocer la nueva política de firmeza del gobierno: “no podemos permitir que se lleve a cabo la agresión por medio de la coacción, la presión o subterfugios tales como la infiltración política”. Una semana después, el 5 de marzo, Winston Churchill, que ahora era líder del partido de la oposición en el parlamento británico, pronunció un discurso en una universidad americana, con Truman presente en el estrado de los oradores, donde declaró que “un telón de acero había descendido desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático”.

Este cambio en la política estadounidense se demostró con hechos: Ante la escalada de las presiones rusas sobre Turquía los americanos enviaron al acorazado Missouri en una visita de “cortesía”. Una declaración expresa a los iraníes de que Estados Unidos apoyaría activamente su independencia y su integridad territorial obligando a los soviéticos a retirarse.

 

 

4.- El presidente Harry S. Truman

 

La doctrina Truman quedo oficialmente expuesta en marzo de 1947 cuando el presidente compareció en el Congreso donde pronunció un discurso que sentó las bases de esta nueva política de los EEUU:

“Creo que debemos ayudar a los pueblos a forjar su propio destino […]. Cada nación debe escoger entre dos modos de vida opuestos. […] Uno (EL CAPITALISMO) reposa sobre la voluntad de la mayoría y se caracteriza por sus instituciones libres, por un gobierno representativo, por elecciones libres, por la garantía del mantenimiento de las libertades individuales y por la ausencia de cualquier opresión política […]. El otro (EL COMUNISMO) reposa sobre la voluntad de una minoría impuesta por la fuerza a la mayoría. Se apoya en el terror y en la opresión, tiene una prensa y una radio controladas, unas elecciones truncadas y la supresión de las libertades personales”.

El presidente anunciaba así el abandono de la tradicional política aislacionista de la nación y fijaba los fines que desde entonces seguiría la política exterior de Estados Unidos: defender el mundo occidental o libre, agrupando a su alrededor a los países decididos a oponerse a la difusión del comunismo y al expansionismo soviético. Se ponía en marcha la política de “contención” del comunismo, con todos los medios a su alcance, inclusive el uso de armas atómicas. Esto se puede considerar como el inicio de la GUERRA FRIA.

El primer caso donde se aplicó la nueva doctrina de contención del comunismo fue en Grecia, donde los británicos, que ayudaban al bando monárquico, se encontraban muy debilitados y retiraban sus tropas en 1947, pidiendo ayuda a los americanos que respaldaron desde marzo de 1947 al nuevo ejército monárquico con armamento, dinero, formación, e incluso enviando tropas a finales de ese año. Los comunistas griegos fueron realmente apoyados por la Yugoslavia de Tito, porque Stalin era muy consciente de que Grecia estaba fuera de su área de influencia y se comprometió a respetar los acuerdos, incluso presionó al líder yugoslavo para que dejara de apoyar a los griegos.

EEUU se había declarado como los paladines de la democracia y el mundo libre en una cruzada contra el comunismo, y acudirían allí donde hiciera falta para detener la expansión de este, aunque se cuidarían mucho de iniciar conflictos por si mismos, ya que dañaría su imagen de régimen “bueno”, que ellos mismos se habían impuesto.

Por otro lado tenemos a la URSS, que visto con la perspectiva actual, no buscó realmente el conflicto, ya que su estrategia en los primeros años tras la Guerra Fría fue defensiva, lo cual es lógico ya que Stalin era muy consciente de lo arruinado y desangrado que estaba su país después del conflicto mundial, y aunque los americanos y los británicos veían a los soviéticos como una amenaza para el mundo libre, lo cierto es que la principal prioridad de Stalin fue consolidar los territorios de Europa que había quedado bajo su área de influencia. Un claro ejemplo lo acabamos de ver en Grecia, así como en la retirada de sus supuestas pretensiones sobre Irán y Turquía una vez que EEUU se involucra.

Por tanto ambas potencias asumen de facto un status quo sobre el reparto del mundo tal y como se había acordado tras el fin de la IIGM, esto es: la URSS dominaba o ejercía su influencia preponderante en una parte del globo, la ocupada por el ejército rojo y otras fuerzas armadas comunistas al finalizar la guerra. Los EEUU controlaban y dominaban el resto del mundo capitalista y los océanos, asumiendo los restos de la vieja hegemonía imperial de las antiguas potencias coloniales europeas. Se habían formado dos bloques separados, por utilizar la analogía de Churchill, por un telón de acero.

 

EL PLAN MARSHALL Y LA GUERRA CULTURAL

 

En el año 1947 Europa estaba arruinada. El mercado negro sin control, el descontento social y una serie de huelgas, en gran parte orquestadas por los sindicatos comunistas, produjeron unos niveles de degradación y de carestía que se podían comparar con los peores momentos de la guerra. (En Alemania el dinero había perdido su valor, resultaba imposible obtener medicinas y ropa, familias enteras vivían en refugios subterráneos, sin agua ni luz, y las chicas y los chicos jóvenes ofrecían sexo a los soldados americanos a cambio de una tableta de chocolate).

El gobierno estadounidense era muy consciente de esto. El 5 de junio en una ceremonia de entrega de diplomas en la Universidad de Harvard, el secretario de Estado, el general George Marshall, dio a conocer la que sería la más exitosa iniciativa estadounidense de posguerra. Se trataba de un programa de reconstrucción europea, que pronto pasó a ser conocido universalmente como plan Marshall. También fueron invitados por Marshall a participar en su programa de recuperación los países de Europa del Este, así como a la propia Unión Soviética, pero estos se negaron, ya que no se les escapaban las intenciones políticas que había detrás. El diario soviético Pravda atacó la propuesta de Marshall como continuación del “plan [de Truman] para ejercer presión política mediante los dólares y un programa de interferencia en los asuntos internos de otros estados”.

Efectivamente, el plan Marshall era la reacción americana frente a una nueva guerra que se había empezado a librar desde prácticamente el final de la IIGM: la guerra psicológica. Una guerra donde ambos bandos lucharon para conquistar las “mentes humanas” y demostrar quién era moralmente superior.

Detrás de la ayuda económica “desinteresada” para reconstruir rápidamente los países europeos occidentales y atajar así el descontento, el plan Marshall escondía una campaña para demostrar que el modo de vida americano, el capitalismo, era superior al comunismo, siendo uno de los pilares sobre los que se asentaría la recién estrenada doctrina Truman. A tenor de esto el Gobierno de Estados Unidos invirtió enormes recursos en un programa secreto de propaganda cultural en Europa occidental, donde intervino la incipiente CIA (el brazo ejecutor de la política americana en el mundo).

La guerra psicológica se materializó principalmente en dos iniciativas:

 

  1. El Congreso por la Libertad Cultural (CCF) una campaña encubierta organizada por el agente de la CIA Michael Josselson, entre 1950 y 1967. Sus logros fueron considerables y su propia duración no fue el menor de ellos. En su momento álgido, el Congreso por la Libertad Cultural tuvo oficinas en 35 países, contó con docenas de personas contratadas, publicó artículos en más de veinte revistas de prestigio, organizó exposiciones de arte, contaba con su propio servicio de noticias y de artículos de opinión, organizó conferencias internacionales del más alto nivel y recompensó a los músicos y a otros artistas con premios y actuaciones públicas. (Su misión consistía en apartar sutilmente a la intelectualidad de Europa occidental de su prolongada fascinación por el marxismo y el comunismo, a favor de una forma de ver el mundo más de acuerdo con «el concepto americano». FRANCES STONOR SAUNDERS – La CIA y la guerra fría cultural)

 

  1. El cine, siendo una de las mayores señas de identidad de EEUU, también se vio involucrado en la guerra psicológica. A través de Hollywood que era, y sigue siéndolo, la mayor industria cinematográfica del mundo, los americanos proyectaron su cultura, sus valores y su forma de vida presentándolos de una manera superior con el objetivo de frenar la expansión del comunismo.

 

Centrándonos en esta última actuación vemos que la industria cinematográfica, como medio para la difusión del american way of life, fue una prioridad de la doctrina de la contención y ya en los inicios de la guerra fría vemos buenos ejemplos de ello.

En 1947 surgieron un ciclo de películas anticomunistas que se hicieron por un lado, para demostrar que en los grandes estudios no se apoyaba al comunismo ni nada parecido, y por otro para aprovechar en la taquilla el sentimiento anticomunista de la sociedad norteamericana, aunque esto último no se consiguió principalmente por que se trataban de películas muy burdas y de escasa calidad, donde se aplico el siguiente patrón: difundir una propaganda en contra del enemigo y a favor de los valores nacionales de la forma más llana y simple posible, es decir, se hacían eco de los que proclamaba la Doctrina Truman: los Estados Unidos son los defensores de la libertad allá donde ésta se vea amenazada por el comunismo.

 

Las películas más destacables serían:

 

EL TELÓN DE ACERO, William A. Wellman (1948)

En 1948 los nazis ya se habían sustituido por los soviéticos como los malos de la película. Aquí un espía (Dana Andrews) y su esposa (Gene Tierney), destinados a Canadá para conseguir información secreta sobre el armamento nuclear finalmente deciden desertar porque la vida en la antigua patria es mucho peor que la que han estado viviendo, especialmente con la llegada de un hijo.

Es una película muy relevante por ser el inicio de la maquinaria propagandística de Hollywood. Basándose en hechos reales, cuenta la historia de un funcionario dedicado a la criptografía en Ottawa que decide desertar, para centrarse en los espías que van copando las diversas escenas que permiten a la URSS infiltrarse y obtener información privilegiada.

La gran ventaja con la que cuenta es que tras la cámara está William A. Wellman que, viniendo del cine mudo, había dejado claro en muchas ocasiones su talento. Igualmente ponía a los jóvenes Dana Andrews y Gene Tierney al frente del reparto creando cercanía y química a los dos lados de la pantalla.

 

 

EL TERCER HOMBRE, Carol Reed (1948)

Graham Greene adapta su propia novela, siendo el director británico Carol Reed el encargado de llevarla a la gran pantalla. Reed ya había rodado algunas películas notables, caso de “Larga es la noche” o “El ídolo caído”, pero aquí bordó una de esas obras que rompen el paso del tiempo. Se aprovechó del propio guión de Greene, la inmortal música de Anton Karas, el montaje de Oswald Hafenrichter y un reparto espectacular y perfecto para lo que estamos viendo.

El escritor Holly Martins (Joseph Cotten) llega a esa Viena dividida en 4 zonas ocupadas tras la IIGM porque su amigo Harry Lime (Orson Welles) le ha ofrecido un trabajo. Pero al llegar asiste a su funeral y se ve envuelto en una oscura trama de mentiras y negocios oscuros en el mercado negro. Investigando conoce a Anna (Alida Valli), que era la pareja de Harry y se enamora de ella. La acción transcurre con una velocidad y ligereza pasmosas, aprovechando la extraordinaria fotografía en b/n de Robert Krasker (obtuvo el Oscar) por las calles de la destrozada capital austríaca y los subterráneos de sus cloacas, poniendo caras inolvidables al Barón Kurtz (Ernst Deutsch) o al Dr. Winkel (Erich Ponto) y mostrando, como si  nada, algunos de los mejores actores británicos de la época (Trevor Howard, Bernard Lee, Wilfrid Hyde-White…)

 

 

 

EL DANUBIO ROJO, George Sidney (1949)

George Sidney es uno de esos directores capaz de hacer cualquier cosa bien. Había trabajado con Esther Williams, Fred Astaire o Judy Garland, pero también fue el responsable de maravillas como “Levando anclas”, “Los tres mosqueteros” o “Scaramouche”. Aquí se centra en el cine propagandístico post IIGM, donde los rusos son los malos y los aliados tratan de salvar a una joven bailarina que pide asilo político.

Con un reparto fantástico encabezado por Peter Lawford, Janet Leigh, Angela Lansbury, Walter Pidgeon o Louis Calhern, consigue que una cinta muy acaramelada y de tintes claramente propagandísticos se vea con mucho agrado y muestre algunos puntos realmente notables, como la música de Miklós Rózsa o la dirección artística en b/n nominada al Oscar de Cedric Gibbons, Hans Peter, Edwin B. Willis y Hugh Hunt.

Una Viena dividida en 4 sectores que acoge los albores de la postguerra y los inicios de la guerra fría.

 

 

 

 

CORREO DIPLOMÁTICO, Henry Hathaway (1952)

Un agente del Departamento de Estado en Europa debe acudir a Salzburgo para recoger una documentación de manos de su antiguo compañero Sam Carew, pero lo sigue hasta un tren y lo asesinan tirándolo de éste en marcha. Su investigación le lleva hasta Trieste y a las manos de Joan, una espía al servicio soviético que intenta acabar con su vida.

Un buen ejemplo del ciclo de películas anticomunistas inicial, donde Stalin ha pasado de ser aliado en la IIGM al principal enemigo en la postguerra. Hay que decir que la mayoría de estas películas se enmarcan dentro del género del cine negro, y más concretamente en el subgénero del espionaje.

Estrellas de primer orden como Tyrone Power o Patricia Neal encabezan el reparto, dejando a Karl Malden entre los secundarios, y siendo curiosa la aparición de Lee Marvin como un policía militar muy accesorio o la presencia casi testimonial de un iniciático Charles Bronson como agente soviético.

 

 

 

FUGITIVOS DEL TERROR ROJO, Elia Kazan (1953)

Ambientada en 1952, cuando Checoslovaquia ya era dominada por los comunistas soviéticos, el dueño de un circo ambulante decide desertar con toda la troupe que depende de él. Multitud de intromisiones políticas, incluida la aparición de un espía entre sus hombres de confianza, así como la incautación de su empresa, le deciden a tomar esa arriesgada decisión.

El director es Elia Kazan, acusado de traicionar a sus antiguos compañeros del partido comunista estadounidense, y siempre se la ha tratado como uno de sus peores films, sin embargo, su mano con los actores y la puesta en escena tan trabajada, la convierte en muy apreciable y un bosquejo de una etapa muy gris y denostada del este europeo, basándose en la historia real de Karel Cernik.

Un reparto muy reconocible, con rostros como los de Gloria Grahame, Adolphe Menjou o Fredrich March, que está fantástico dando vida al dueño protagonista de la carpa, dan una verosimilitud muy apreciable a la cinta.

Muchos de estos filmes conservaron la misma factura que los de serie B con tema criminal; sólo cambia la identidad de los culpables. Un ejemplo de la, en general, pobre ejecución de estas películas nos la da el editor y crítico de cine francés François Guerif, refiriéndose a la película MANOS PELIGROSAS (1952), de Sam Fuller: “La historia original, de Dwight Taylor, trataba de tráfico de droga. Al escribir el guión, Fuller decidió politizarla y sustituyó la droga por un microfilm de documentos secretos que los comunistas intentaban sacar del país. La versión doblada que se emitió en Francia restableció el tema del tráfico de drogas. Con o sin comunistas, el estilo visual de Manos peligrosas era el de un film negro de los años cincuenta, con su personaje de ratero perdedor (Richard Widmark), la importancia del paisaje urbano nocturno, la figura inquietante de un asesino, un admirable rol secundario (Thelma Ritter) y una cierta crueldad con el personaje femenino central (Jean Peters)”.

Otras películas que merecen ser nombradas de este periodo son: la historia melodramática de MI HIJO JOHN (1952) de Leo McCarey, uno de los mayores anticomunistas de Hollywood, LA MANO EN LA SOMBRA (1951) de William Cameron Menzies, donde se sustituyen a los nazis en la historia original por los comunistas y THE RED MENACE (La Amenaza Roja) (1949)  de R.G. Springsteen, cuyo título lo dice todo.

El escaso éxito en taquilla de estos filmes, demostró que las películas anticomunistas no iban a ser el medio más eficaz para combatir y alertar a la población estadounidense del peligro comunista. Hollywood y el Gobierno americano tuvieron que encontrar otra fórmula para combatir la “amenaza roja”.

 

 

LA BOMBA ATÓMICA Y LAS CRISIS DURANTE LOS AÑOS DEL MONOPOLIO DE LOS EEUU (1945-1953)

 

Un nuevo protagonista había aparecido en la historia de los conflictos humanos: las armas atómicas. La segunda guerra mundial acabó cuando se lanzaron por primera vez (y única) dos bombas contra Japón. Este acontecimiento que contribuyó a definir y acondicionar durante decenios —o acaso ya para siempre— la fisonomía de todo el escenario mundial también abrió, desde el punto de vista de la política internacional y de la misma política científico-militar, una etapa completamente nueva no imagianda  hasta entonces. (Eladio Romero)

Tras la IIGM, EEUU es la única potencia del mundo que posee bombas atómicas. Los estrategas americanos las consideraban como un arma de guerra más de su arsenal y como tal podría utilizarse en caso de que fuera necesario, como cualquier otra. Esta filosofía del uso de las bombas atómicas se mantuvo durante varios años al principio de la Guerra Fría.

El presidente Truman a finales de 1950 repetiría esta misma doctrina en una rueda de prensa, afirmando, con gran disgusto y preocupación de británicos y franceses, que “la bomba atómica era un arma como otra cualquiera y que él mismo no vacilaría en disponer su utilización si la juzgaba necesaria para defender los intereses americanos contra una posible agresión”. 

Pero la realidad demostró que no eran armas de guerra como las demás. El propio Stalin se dio cuenta de que eran unas armas tan poderosas que prácticamente no se podían usar. De hecho como vamos a ver, en las crisis que se dieron en este periodo, Berlín y Corea, aunque se planteó su uso, rápidamente fue desechado en virtud del “principio de proporcionalidad de los medios a los fines”, lo que vulgarmente se dice como: no se puede matar moscas a cañonazos, quedando relegadas solo al hipotético caso de una confrontación total entre ambas potencias.

 

 

En 1947 comenzó a circular el rumor basado en acreditadas voces, como la del propio ministro de exteriores ruso Viacheslav Molotov, de que su país ya disponía el secreto de la bomba nuclear, y que estaba dispuesto a fabricarla. La amenaza nuclear estadounidense estimuló el proyecto de la bomba atómica soviética. En agosto de 1949 los soviéticos lograron hacer estallar su primer artefacto nuclear. Unos años después cuando los soviéticos empezaron a desplegar armas nucleares en gran número, la amenaza de aniquilación nuclear, que antes era monopolio de los norteamericanos, pasó a ser mutua.

 

La crisis de Berlín y creación de las dos Alemanias

 

La derrota de Alemania fue el objeto por el cual los aliados se unieron a la Unión Soviética y paradójicamente en 1948, Alemania sería la causa para la ruptura definitiva de la Gran Alianza.

En virtud del ya incipiente cambio de política americana frente a los soviéticos, a finales de 1946, EEUU y Gran Bretaña empezaron a dar los primeros pasos hacia la reunificación de los territorios de Alemania Occidental, con la idea de crear un estado tapón poderoso para frenar la supuesta expansión soviética. El 1 de enero de 1947, las zonas de ocupación norteamericana y británica se fundieron en una única entidad administrativa llamada Bizonia. Una año más tarde las potencias occidentales instituyeron un programa para la creación de un Banco estatal único y la aparición del marco como unidad monetaria para preparar su participación en el Plan Marshall.

Por supuesto todo esto fue visto con alarma desde Moscú, que veía como una gran amenaza el resurgimiento otra vez de un estado alemán ahora apoyado por un país tan sumamente poderoso como Estados Unidos. Su respuesta no se hizo esperar y en junio de 1948 se estableció el bloqueo terrestre del Berlín occidental situado a 200 kms dentro de la Alemania controlada por los soviéticos.

En esta crisis se planteó por primera vez usar las armas atómicas para presionar a los soviéticos y obligar a estos a levantar el bloqueo pero en este caso se vio que no era factible. En primer lugar, era evidente que una aplicación táctica de la misma sobre el terreno era impensable porque afectaría a los propios aliados, y en segundo lugar, una operación de castigo sobre la URSS, como fue la que forzó a Japón, era injustificable políticamente: acababa de terminar un devastador conflicto y empezar otro hubiese chocado frontalmente con la opinión pública mundial, como hemos visto, EEUU no podía permitirse ser el malo cuando se había erigido como paladín de la libertad.

La medida llevó a norteamericanos y británicos a tender dos puentes aéreos militares de abastecimiento a Berlín Oeste. Truman amenazó a Stalin con la guerra si esta ayuda era interceptada. Mientras tanto el mundo observaba estremecido la movilización de los ejércitos de ambos bloques y el posterior desarrollo de los acontecimientos.

 

 

6.- El puente aéreo sobre Berlín

 

El 12 de Mayo de 1949 Stalin decidió el final del bloqueo. Durante este tiempo, una media de 1400 vuelos diarios abastecieron al Berlín Occidental de todo lo necesario.

Ese mismo mes nació la República Federal Alemana (RFA); los soviéticos, a su vez, proclamaron la República Demócrata Alemana (RDA), en Octubre. Así se consagró la división de Alemania y de Berlín donde la línea divisoria pasaba por la Puerta de Brandeburgo. En esta línea divisoria se construiría 10 años después el muro que pasó a ser el símbolo de la división. Estos hechos agudizaron extraordinariamente la guerra fría.

 

Asia y la guerra de Corea

 

Los tratados de paz tras la IIGM no tocaron prácticamente ningún asunto de Asia, más allá de lo relacionado con Japón. Esta indefinición fue una fuente de conflictos en los primeros años de la Guerra Fría.

Para empezar en China existía una guerra civil entre nacionalistas y comunistas desde antes de comenzar la IIGM, que solo supuso una tregua para enfrentarse a la nueva amenaza de la invasión japonesa en 1941, pero una vez derrotado Japón, la guerra civil se reanudó. El caso es que tanto la URSS como EEUU apoyaban al bando nacionalista. Los motivos de los EEUU estaban claros pero los de la URSS eran más complejos. Especialistas en la materia han expuesto que: la simpatía entre Stalin y los comunistas chinos era escasa, prefería tratar con una débil China nacionalista que estuviera dispuesta a cooperar con la Unión Soviética a tratar con una China gobernada por comunistas que se negaban a seguir la pauta soviética. 

Truman aprobó un ambicioso programa de ayuda al bando nacionalista. Al terminar la guerra con Japón, China nacionalista recibió más ayuda norteamericana —unos 3000 millones de dólares entre 1945 y 1949— que durante toda la IIGM. Ante esto, a Stalin no le quedó más remedio que ayudar al bando comunista, y gracias a esta ayuda los comunistas chinos vencieron.

El 1 de octubre de 1949, Mao Zedong proclamó la República Popular de China, cuya capital era Beijing (Pekín). Ante este hecho consumado, al día siguiente la Unión Soviética fue la primera nación en reconocer al nuevo gobierno. En diciembre de 1949 lo que quedaba del gobierno nacionalista y de las fuerzas de Jiang Jieshi huyó a la isla de Taiwán, unos 320 kilómetros al este de la China continental, que pronto se transformaría en un nuevo escenario de fricción de la Guerra Fría.

La victoria comunista en China llevo a cambiar la política americana en el Japón ocupado para transfórmalo en un baluarte contra el comunismo en Asia, lo que intensificó la tensión entre EEUU y la China comunista, además de acelerar una alianza entre chinos y soviéticos. Dicha alianza se formalizó cuando Mao y Stalin firmaron el Tratado Chino-Soviético de Amistad, Alianza y Ayuda Mutua el 14 de febrero de 1950. A EEUU solo le quedo la denuncia del Tratado Chino-Soviético afirmando que era “un mal augurio de dominación imperialista [soviética] de China”.

Otra consecuencia de la victoria comunista en China fue un interés de los EEUU por otra región de Asia hasta ahora ignorada: Indochina. A raíz de un estudio del Consejo de Seguridad Nacional, el NSC-48/1 del 23 de diciembre de 1949, se llegó a la conclusión de que los soviéticos estaban decididos a dominar toda Asia. El documento decía que la victoria del comunismo en China era el primer paso hacia aquella meta. “Si el comunismo invade también el sudeste de Asia, habremos sufrido una grave derrota política cuyas repercusiones se harán sentir en el resto del mundo”.

Esto llevaría a los EEUU a casarse, aunque fuese de mala gana, con la causa del imperialismo francés en Indochina con el objeto de contener el comunismo en Asia. No será la primera vez que, con el objetivo de cumplir su gran cruzada anticomunista, los EEUU son capaces de ir en contra de principios que sobre el papel defendían.

La nueva y secretísima estrategia, (el secreto no se levantó hasta los años setenta) fue aprobada por el Consejo Nacional de Seguridad en 1950, y se basaba en la premisa de que: “una derrota de las instituciones libres en cualquier parte es una derrota en todas partes”. En realidad el documento correspondiente, el NSC-68 (o informe-68), fue un informe confidencial de 58 páginas editado el 7 de abril de 1950, durante la presidencia de Harry S. Truman. Escrito a principios de la Guerra Fría, se ha convertido en uno de los documentos clásicos de la historiografía de ese periodo y constituye otro paso más en el proceso que empezó la Doctrina Truman para convertir a Estados Unidos en el defensor de la “libertad” en el mundo.

 

 

Así las cosas, cuando el 25 de junio de 1950 los ejércitos de Corea del Norte cruzaron el paralelo 38, la frontera con la no comunista Corea del Sur, dando comienzo a lo que sería la Guerra de Corea, los EEUU no podían quedarse indiferentes. El 27 de junio, Washington anunció que enviaría tropas para respaldar a Corea del Sur, al frente de las cuales estaría el famoso general MacArthur.

 

 

8.- Guerra de Corea

 

Mao había sido avisado con anterioridad. El líder de Corea del Norte, Kim Il Sung, había acudido a Pekín para comunicarle que Moscú había aprobado una iniciativa militar para reunificar la península, aunque esto no era del todo cierto, dejaba a los chinos en una posición muy delicada. Cien mil coreanos habían luchado junto a las tropas chinas en la última fase de la guerra civil ¿Cómo decirle a Kim que no debía intentar “liberar” su propia tierra? El norcoreano fue informado de que contaba con la conformidad de China, aunque este no informó a los chinos de la fecha del ataque y los excluyó de la planificación militar.

Los norcoreanos tomaron rápidamente Seúl, la capital surcoreana, y avanzaron hacia el sur ocupando en unos pocos días casi la totalidad de la península excepto una pequeña bolsa alrededor de la ciudad de Pusan. Los chinos advirtieron alarmados que las líneas coreanas se habían extendido demasiado y que eran vulnerables en caso de contraataque norteamericano. Este se produjo el 15 de septiembre con un desembarco detrás de las líneas norcoreanas cerca de Seúl. Los norcoreanos entraron en pánico y emprendieron una precipitada retirada. Kim suplicó desesperadamente la ayuda de Pekín. Stalin se unió a sus voces, ofreciendo cobertura aérea soviética en caso de que Mao enviase fuerzas de infantería para evitar el derrumbe coreano.

Hay que tener en cuenta que en esos momentos China anhelaba la paz para comenzar la reconstrucción de un país que había estado décadas asolado por las guerras. Su industria estaba en ruinas y el hambre se extendía por gran parte de su territorio. Aun así la suerte para ellos estaba echada. El 30 de septiembre las primeras unidades surcoreanas penetraron en Corea del Norte, dos días después, las primeras tropas de Estados Unidos cruzaron el paralelo treinta y ocho.

Washington había persuadido a las Naciones Unidas para que ratificasen la unificación de Corea como su propósito último, esto era inaceptable para China. El domingo 8 de octubre, Mao publicó el decreto oficial que disponía que una fuerza expedicionaria china acudiese en ayuda de Corea del Norte. Después de algunas escaramuzas defensivas iniciales de finales de octubre y principios de noviembre, el mando chino ordenó la retirada general. MacArthur que había iniciado una ofensiva total para llegar al río Yalu, frontera natural entre corea y china, con el eslogan: “¡Que los chicos vuelvan a casa por Navidad!”, cayó en la trampa. Al atardecer del 25 de noviembre, los chinos contraatacaron. Diez días después, con treinta y seis mil bajas enemigas (incluyendo veinticuatro mil norteamericanos), las fuerzas chinas retomaba la capital norcoreana Pyongyang.

Ante la derrota y el desprestigio sufrido, el general MacArthur propone un ataque atómico contra China. El presidente Truman se muestra mucho más prudente de lo que hubieran permitido esperar sus anteriores declaraciones respecto a la “contención” de los comunistas, y somete las ideas de MacArthur a la crítica de sus colaboradores políticos y militares.

Nadie parecía convencido del todo: los aliados europeos insistían en que el empleo de la bomba fuera evitado a toda costa y los propios estrategas americanos se mostraban poco propicios a dicha utilización. Como anécdota a destacar que refleja el ambiente de paranoia de la guerra fría, una de las razones para no emplear armas atómicas contra China fue que algunos estrategas norteamericanos consideraban que la guerra de Corea podía ser una maniobra de distracción de los soviéticos para emprender estos una acción decisiva en Europa, por lo que había que reservar el arsenal atómico frente a la ofensiva soviética en el  mucho más importante escenario europeo.

Finalmente, el general MacArthur perdió la partida y fue reemplazado por el general Ridgway. Desde ese momento, la guerra de Corea quedaría prácticamente congelada hasta que, tres años más tarde, se llegará a un alto el fuego en las proximidades del paralelo 38.

 

 

9.- La guerra de Corea espera el armisticio

 

El 27 de julio de 1953 a las diez de la mañana se firmó en la localidad de Panmunjom el armisticio que sancionaba definitivamente la división de las dos Coreas.

Hay varias películas de la época sobre la guerra de Corea, poco destacables, que entrarían de lleno en el género de cine bélico-propagandístico, pero sí que se realizó una película que en su día pasó desapercibida: “Silencio de muerte” (1963) de George Seaton, donde durante la guerra de Corea, tres soldados estadounidenses reciben la orden de ejecutar a un prisionero, pero llegado el momento, ninguno de ellos se atreve a hacerlo y la situación se hace cada vez más dramática.

También destaca sobremanera el dramatismo antibélico de “La colina de los diablos de acero” (1957) de Anthony Mann, donde Robert Ryan da una lección de intensidad y energía destilando toda la cinta un discurso antibelicista soberbio.

Más actuales e interesantes son:

 

THE FRONTLINE, Jang Hoon (2011)

El cine reciente de Corea del Sur ha tratado en varias ocasiones de poner al día su historia. Aquí vemos un hecho de la Guerra de Corea, donde 2 amigos se reencuentran en los últimos meses bélicos, cuando ambos bandos se intercambian constantemente el poder sobre una colina de poder estratégico. La magnífica producción en sus diversos procesos técnicos (fotografía, sonido, montaje…) se ve acompañada por una historia personal muy interesante que te lleva de la mano por la sinrazón del conflicto, haciendo que personas que se hacen favores mutuos sin conocerse son los encargados de matarte.

Presenta la situación del momento, con Estados Unidos apoyando al país sureño y China apostando por los norteños, dando cabida al enfrentamiento entre capitalismo y comunismo que lideró la guerra fría.

Con un reparto encabezado por Shin Ha-Kyun, habitual en el cine de Park Chan-wook, y una crítica positiva que la compara con iconos del cine bélico asiático como “Lazos de guerra” o “Ciudad de vida y muerte”, la convierten en un hito imprescindible dentro del cine histórico de Corea del Sur.

 

 

INTO THE FIRE, John H. Lee (2010)

Corea del Sur celebraba los 60 años de la Guerra de Corea con este acontecimiento ocurrido en agosto de 1950, cuando un pequeño grupo de 71 estudiantes, soldados sudcoreanos, resistieron durante 11 horas en la Escuela de Pohang que retrasaron el avance de las tropas del Norte y permitiendo el contraataque del Sur y la ONU.

Su inicio es excesivamente pirotécnico y buscando la conmoción inmediata, con efectos especiales y de sonido espectaculares y abusando de la cámara lenta y los estereotipos en sus protagonistas, pero consigue avanzar hacia un drama personal entre los soldados que componen ambos ejércitos y la narración de un hecho importante en dicha contienda.

Fue un gran éxito en el país asiático y contó con la ayuda del gobierno nacional y el apoyo del público para celebrar y conmemorar la importancia de los estudiantes que se convirtieron en soldados para la guerra.

 

 

 

DEFCON 3 – AL BORDE DEL ABISMO (1953 – 1962)

 

En enero de 1953, el famoso ex-general de la IIGM y candidato por el partido republicano, Dwight D. Eisenhower, fue investido presidente de EE. UU. Durante su mandato la guerra fría se intensifica y se extiende a prácticamente todo el mundo. Pero lo que define principalmente este periodo fue la “caza de brujas” en EEUU y la carrera de armas nucleares que emprendieron las dos superpotencias que pudo llegar a tener consecuencias catastróficas en la crisis de los misiles cubanos.

En marzo, muere Stalin, Nikita Serguéyevich Jrushchov, también conocido como Nikita Kruschev, se convierte en el nuevo líder de la URSS, tras haber depuesto y ejecutado al jefe de la NKVD, Lavrenti Beria, que era su más directo competidor y finalmente apartar del poder a otros posibles candidatos como Georgy Malenkov y Vyacheslav Molotov.

La política exterior soviética en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Stalin fue precavida y comparativamente amistosa facilitando un tímido deshielo en la Guerra Fría. Se zanjó definitivamente la Guerra de Corea con la firma de un armisticio en julio de 1953 por la que se separaban a cada lado del paralelo 38 dos nuevas naciones: Corea del Norte y Corea del Sur. Las cuestiones alemana y austríaca fueron llevadas a la mesa de conferencias, cerrándose el retrasado tratado de paz austriaco, en mayo de 1955. Kruschev hizo las paces con la Yugoslavia de Tito, cuyas relaciones con Stalin habían sido pésimas, cedió territorios en Finlandia, propuso nuevos tratados de desarme, visitó la India, Birmania, Afganistán (que se convirtió en el primer receptor no comunista de ayuda rusa) y Gran Bretaña.

Paradójicamente todas estas circunstancias se desaprovecharon ya que en EEUU, un país donde era tan difícil encontrar a un comunista como a un budista en Irlanda, empezó una espiral de paranoia y represión frente a lo se denominó “La amenaza roja”.

 

 

Fue en la década de los 50 cuando la histeria anticomunista alcanzó sus cotas más altas en EEUU. Aunque no era un fenómeno novedoso, sino que ya había tenido sus primeros movimientos en los años treinta, sí es cierto que la virulencia con que se desató desde mediados de la década de los años cuarenta sobrepasó cualquier límite conocido anteriormente. Realmente existió un autentico pánico a que la URSS tratara de infiltrarse ideológicamente en la sociedad norteamericana a través de células comunistas, lo cual quedó magistralmente reflejado en la película de Don Siegel “La invasión de los ladrones de cuerpos” de 1956, que se incluyó en el género de la ciencia ficción, tan en boga en esos años, para presentarnos una metáfora a esta paranoia.

 

LA CAZA DE BRUJAS

 

A partir del establecimiento en 1947 de la doctrina Truman, que supuso el decretar oficialmente como enemigo al bloque soviético, comenzó en EEUU una frenética búsqueda y posterior “depuración” de cualquier elemento comunista, afín al comunismo o incluso izquierdista moderado, que se extendería a todos los niveles de la vida norteamericana.

Comenzó una competición de todos los organismos de la sociedad americana por ver quién era más anticomunista. Un ejemplo fue la publicación en abril de 1949 en la influyente revista LIFE de un extenso artículo a doble página, que arremetía contra la degradación del Kremlin y contra los «incautos» americanos. Era un ataque personal que anticipaba las listas negras del senador McCarthy. Aparecían 50 fotografías tamaño pasaporte en las que figuraban, entre otros, Dorothy Parker, Norman Mailer, Leonard Bernstein, Lillian Hellman, Aaron Copland, Langston Hughes, Clifford Odets, Arthur Miller, Albert Einstein, Charles Chaplin, Frank Lloyd Wright, Marlon Brando o Henry Wallace: todos fueron acusados de coquetear con el comunismo. Era la misma revista Life que en 1943, había dedicado el número completo a la URSS, con Stalin en la portada, alabando al pueblo ruso y al Ejército Rojo.

Los grupos conservadores echaban la culpa al gobierno de estar perdiendo la batalla mundial frente al comunismo: primero la Europa del Este, luego China y por ultimo Corea. El senador republicano Joseph McCarthy, empezó a atacar al gobierno en febrero de 1950, declarando que todo lo anterior era fruto de la infiltración comunista en el departamento de Estado. La acusación no corroborada de McCarthy de que en el citado departamento trabajaban comunistas con carnet del partido creó un clima de miedo y suspicacia en todo el país y dio comienzo a lo que se llamo “la caza de brujas”, que afectó tanto al gobierno como al mundo intelectual, ya que McCarthy extendió sus sospechas de infiltración “comunista” a las universidades y al mundo del cine, siendo este ultimo uno de los más afectados por su gran relevancia y popularidad.

“¿Y quién era sospechoso? Pues todo aquel a quien un colega acusara de serlo y que a su vez se negara a delatar a un tercero. Durante aquellos vergonzosos años en Hollywood circulaba una lista negra. Quien formara parte de ella no encontraría trabajo en la ciudad. Aunque eso sí, hubo quien sobrevivió haciéndose pasar por otros. El guionista Dalton Trumbo, por ejemplo, firmó bajo seudónimo guiones como el de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953) o El bravo (Irving Rapper, 1956)” (del libro El cine contado con sencillez (2000).

En una primera fase, cuarenta y un profesionales relacionados con el mundo del cine y del arte fueron citados a declarar en los interrogatorios públicos realizados por el HUAC, House of Unamerican Activities Comittee, es decir, el comité parlamentario para perseguir las actividades “antiamericanas”, con los que colaboraron activamente gente como Walt Disney, Gary Cooper, John Wayne, Robert Taylor o Adolphe Menjou. Otros actores, como Lauren Bacall, Humphrey Bogart, Katheryn Hepburn, Danny Kaye, Frank Sinatra o Judy Garland protestaron contra estos procesos y apoyaron a los que se negaron a responder. En este momento el Comité de Actividades Antiamericanas estaba presidido por J. Parnell Thomas. Diez de los convocados se negaron a declarar invocando la Primera Enmienda de la Constitución, que protege la libertad de expresión. Estos “Diez de Hollywood” serían procesados por desacato y sentenciados a penas de entre seis meses y un año de cárcel.

 

 

11.- En apoyo a los 10 de Hollywood

 

Entre 1951 y 1952 se produjo el segundo momento álgido de la “Caza de Brujas”, dirigida ahora por la comisión presidida por el parlamentario John S. Wood. Surgirán en ese momento las “listas negras”, relaciones confeccionadas por la propia industria del cine que incluían los profesionales que habían sido denunciados por comunismo y a los que a partir de entonces no se les permitió trabajar de forma libre, acabando con las carreras de muchos de ellos.

El protagonismo en esta segunda oleada persecutoria lo asumió el propio Joseph McCarthy, pero cegado en su frenesí anti-comunista fue demasiado lejos. En abril de 1954 puso en marcha una investigación televisada de la supuesta subversión comunista en el ejército de Estados Unidos, donde los ciudadanos fueron testigos de los métodos poco escrupulosos que el senador empleaba en estas sesiones, provocando un rechazo general. Los propios senadores republicanos apoyaron una moción de censura contra él por actuar de una manera que «tendía a deshonrar y desacreditar al Senado». McCarthy perdió su poder cayendo en desgracia y, refugiándose en el alcohol, murió pocos años después (1957).

 

 

12.- McCarthy

 

Sin duda la “Caza de Brujas” es el reflejo más palpable y evidente de cómo la tensión de la Guerra Fría, en su manifestación de histeria anticomunista, influyó y condicionó la vida de Estados Unidos, en lo que a su aspecto cultural se refiere. El “macarthysmo” arruinó una tendencia de cine social en Estados Unidos que había dado obras como Las uvas de la ira (John Ford, 1940) o Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1935).

El propio cine ha denunciado este oscuro periodo en varias películas, siendo una de las más destacadas:

 

BUENAS NOCHES, Y BUENA SUERTE de George Clooney (2005):

George Clooney dirige y protagoniza esta película donde se traba un semblante de Edward R. Murrow, un periodista y presentador de la cadena de televisión estadounidense CBS que en los años 50 se enfrentó a la caza de brujas del senador McCarthy.

De calidad y sobriedad contrastada, destaca el elenco de actores que acaparan los 90 minutos de duración (G. Clooney, R. Downey jr., Jeff Daniels, Frank Langella, Tom McCarthy, Ray Wise y David Strathairn como Murrow), la magnífica fotografía en b/n de Robert Elswitt, la magnífica y precisa dirección del propio Clooney y el conciso y detallista guión de George en colaboración con Grant Heslow.

Cuenta los importantes sucesos que acabaron con las políticas obsesivas del senador Joseph McCarthy en manos de un periodismo arriesgado, valiente y libre, donde es tan importante el parecer como el ser.

 

 

Una organización que salió muy reforzada en este periodo fue el FBI: La Oficina Federal de Información (Federal Bureau of Investigation) creada en 1908 y dependiente del Departamento de Justicia del gobierno de EEUU, era la mayor agencia policial del mundo y se  encarga de las investigaciones criminales de ámbito estatal.

Hasta antes de la IIGM su principal cometido era combatir a la mafia. Durante la guerra fue la encargada de localizar elementos infiltrados de las potencias del Eje en los EEUU, así como de las tareas de  contraespionaje y anti-sabotaje; una vez establecida la guerra fría, los elementos subversivos pasaron a ser los comunistas y la caza de brujas no hizo más que aumentar estos cometidos.

Al frente del FBI estaba desde 1924 su polémico director Edgar Hoover que, a requerimiento del gobierno estadounidense, aumentó las actividades de vigilancia del FBI sobre elementos comunistas y subversivos, siendo una de sus primeras actuaciones contra los empleados del  propio gobierno para evitar la infiltración de agentes extranjeros de la misma forma que se evitó y persiguió la infiltración de los nazis. A esto se unió en 1953 una orden ejecutiva firmada por el propio presidente Eisenhower, que autorizaba a los jefes de todos los departamentos y organismos federales a despedir a cualquier empleado cuya lealtad, fiabilidad o «buena conducta y carácter» estuvieran en duda. Centenares de empleados federales perdieron su empleo a causa del nuevo sistema de seguridad.

El propio Hoover, que era un anticomunista acérrimo, frustrado por las limitaciones impuestas por el Departamento de Justicia, creó su propio programa de contrainteligencia COINTELPRO (Counter Intelligence Program). El grupo llevó a cabo una serie de investigaciones encubiertas, y a menudo ilegales, diseñado para desacreditar o desbaratar organizaciones políticas “radicales” como por supuesto, el Partido Comunista de Estados Unidos, pero también organizaciones feministas, organizaciones contra la Guerra de Vietnam, activistas del movimiento de derechos civiles o del movimiento del Poder Negro (por ejemplo Martin Luther King Jr., la Nación del Islam y el Partido de las Panteras Negras), organizaciones ecologistas y de defensa de los derechos de los animales, el American Indian Movement (AIM), movimientos independentistas (grupos independentistas puertorriqueños como los Young Lords), y una serie de organizaciones que formaban parte de la Nueva Izquierda más amplia, y grupos no relacionados con nada de lo anterior, como el Ku Klux Klan.

 (Nota: En 1971, las tácticas de COINTELPRO se revelaron al público, mostrando que los métodos de la agencia incluían infiltración, robos, escuchas telefónicas ilegales, evidencia plantada y falsos rumores filtrados sobre grupos e individuos sospechosos. A pesar de las duras críticas que recibieron Hoover y la Oficina, siguió siendo su director hasta su muerte el 2 de mayo de 1972, a la edad de 77 años)

 

LOS SERVICIOS SECRETOS

 

Cuando en agosto de 1949 los soviéticos detonaron su primera bomba atómica, los servicios secretos americanos informaron a su gobierno que dicha bomba era una copia casi exacta de sus propios diseños, llegando a la fácil conclusión de que se había producido una fuga de información dentro de su ultrasecreto programa nuclear. El presidente encargó al FBI la tarea urgente de descubrir a los responsables de dicha fuga. En el verano de 1950 fueron arrestados Ethel y Julius Rosenberg, un matrimonio de judíos que había militado en el Partido Comunista de Estados Unidos, tras un polémico juicio donde se presentaron pruebas poco claras, fueron acusados de espionaje y condenados a la silla eléctrica. Fue la primera ejecución por espionaje de civiles en la historia de Estados Unidos.

 

 

El espionaje fue una de las características que asociamos con la guerra fría. La tarea principal de los servicios de espionaje y contraespionaje es conseguir información clasificada como secreta del otro bando, y al mismo tiempo evitar que el enemigo tenga acceso a ella o en su caso desinformar al rival. Este es el marco clásico de lo que pensamos cuando hablamos de espías, aunque por su propia naturaleza, sus logros y fracasos, raramente llegaban a ser conocidos por la población. De hecho últimamente hay un consenso al admitir que, aunque durante los años de la guerra fría las actividades de espionaje y contraespionaje fueron intensas consiguiendo cumplir con su cometido de obtener información, los resultados no fueron decisivos o espectaculares para ninguno de los bandos.

A tenor de las últimas informaciones desclasificadas de archivos secretos, el historiador y especialista en la guerra fría Raymond L. Garthoff concluye que, probablemente, hubo paridad en la cantidad y calidad de la información secreta obtenida por cada lado. Sin embargo, los soviéticos probablemente tenían una ventaja en términos de espionaje y «a veces en su alcance en los círculos políticos de alto nivel». Sin embargo, en términos de impacto decisivo, concluye: Ahora también podemos tener una gran confianza en el juicio de que no hubo «topos» exitosos en el nivel de toma de decisiones políticas en ninguno de los lados. De manera similar, no hay evidencia, de ninguna de las partes, de ninguna decisión política o militar importante que haya sido descubierta prematuramente a través del espionaje y frustrada por la otra parte. Tampoco hay evidencia de ninguna decisión política o militar importante que haya sido influenciada de manera crucial (y mucho menos generada) por un agente del otro lado.

Su popularidad se debe sobre todo al mundo de la literatura con autores como John Le Carré, creador del célebre agente George Smiley, siendo algunas de sus obras más importantes adaptadas al cine:

 

EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO, Martin Ritt (1965)

Primera adaptación cinematográfica de las novelas de John Le Carré a la gran pantalla, pero protagonizada por Alec Leamas, siendo George Smiley un mero personaje secundario.

Producida por la sección británica de la Paramount, dejando al director Martin Ritt como responsable absoluto y a genios como Oswald Morris o Sol Kaplan como responsables de la fotografía en b/n o la música abrillantan la negrura de lo tratado. La complejidad de la trama y el oscurantismo del tema brillan por los actores protagonistas, soberbios Richard Burton, Claire Bloon o Oskar Werner, y la crudeza de la intriga. Otra de esas películas donde el agente secreto de turno es más creíble, realista y cercano que los cinematográficamente reconocidos.

 

 

 

 

 

LLAMADA PARA UN MUERTO, Sidney Lumet (1966)

Sidney Lumet, que ya había demostrado un talento sobresaliente, se encargó de llevar a la gran pantalla la 1ª novela de John Le Carré. Apoyándose en un talento similar al suyo, caso de Freddie Young en la fotografía, o de Quincy Jones en la BSO, aprovecha un reparto internacional de primer nivel para sustentar que el espionaje es uno de los pilares de la guerra fría. El agente Dobbs (James Mason) es incriminado en una muerte rara de un compañero, donde su esposa Elsa (Simone Signoret) o un mecánico (Roy Kinnear) son inculpados. Las investigaciones son grises como el tiempo, las acusaciones disparan hacia cualquier lado y las antiguas amistades de la IIGM son ahora el enemigo.

Primera aparición del agente Smiley, protagonista de muchas novelas de Le Carré, aunque aquí cambia el nombre por Dobbs, de esta producción británica que logró cierto reconocimiento en los Bafta.

 

 

 

Otro enfoque diferente, bastante alejado del mundo real que intentaba reflejar LeCarre, fue el realizado por el periodista y novelista inglés Ian Fleming en 1953, creador del espía más famoso de todos los tiempos: James Bond, el agente 007, que fue llevado al cine nada menos que en 24 ocasiones siendo interpretado por 6 actores diferentes como Sean Connery, Roger Moore o el ultimo: Daniel Craig. Destacamos aquí la película:

 

DESDE RUSIA CON AMOR, Terence Young (1963)

Terence Young tras la cámara y Sean Connery frente a ella fueron los protagonistas de las primeras entregas del agente 007, siendo esta la segunda, cuya trama, que tiene relación con la primera (el Dr No de 1962), enredaba a los Servicios secretos británicos con los rusos, aunque fuera realmente la organización SPECTRA, némesis de James Bond en muchas de sus historias, la responsable de los tejemanejes que vemos en la película. Aquí ya aparecen todos los iconos típicos de la saga como los títulos de crédito, los artilugios de Q, la enamoradiza Moneypenny o las escenas de amor con la susodicha y preciosa rival. Todo un icono del género.

No encontraremos ninguna película que haga referencia a la Guerra Fría entre las más taquilleras de los años 50 y 60  excepto las películas de James Bond que si fueron un éxito de público y taquilla, sobre todo a partir del estreno de Goldfinger de Guy Hamilton (1965), la tercera entrega de la saga y que desató la “Bondmanía” en todo el mundo.

 

 

 

 

Más películas destacables sobre el espionaje pero visto desde diferentes enfoques serían:

 

IPCRESS, Sidney J. Furie (1965)

Otra cara del mundo de los espías, muy alejada del icono de 007, donde Harry Palmer, encarnado por Michael Caine, es un tipo normal, gris, común, pero amante de la música y la cocina. Lavar el cerebro al compañero es uno de los mantras del espionaje y aquí vemos una de las películas que mejor lo muestran, donde la visión británica del cine, producida por The Rank Organisation, apuesta más por la narrativa realista que por el espectáculo y los fuegos artificiales.

Sidney J. Furie es un director con apenas 3 o 4 cintas notorias, pero aquí se apoya notablemente en la química y atractivo de su protagonista para convertirla en una de ellas.

 

 

 

 

 

EL HOMBRE DE MacKINTOSH, John Huston (1973):

Un agente, que se hace pasar por un ladrón, manejado por el Servicio Secreto británico, escapa de la cárcel junto a otro preso llamado Slade, auténtico objetivo del contraespionaje. Ayudados por una organización, quieren deshacerse de él en las tierras de Irlanda cuando Sir George Wheeler acude con su barco a recoger a Slade. Los entresijos del contraespionaje internacional, las diferentes ramas de la política y el recurso a actores de prestigio solvente, casos de James Mason, Harry Andrews, Nigel Patrick o el protagonismo de Paul Newman la hacen más convincente de lo que realmente merece. Destacan las escenas en que Newman recorre la campiña irlandesa a los mandos de un auto a toda velocidad huyendo de otro coche perseguidos, haciendo gala de sus dotes para el automovilismo. Seguro que John Huston fue de los que mejor se lo pasó en su querida Irlanda, donde poseía una mansión.

 

 

 

 

EL SILENCIOSO, Claude Pinoteau (1973):

Claude Pinoteau debutaba en la dirección con la adaptación de la novela de Francis Ryck sobre un científico francés que trabaja para los soviéticos y es secuestrado por el Servicio secreto británico. Las intrigas cuando los ingleses pretenden darle una vida nueva a cambio de su confesión descubren la realidad que solo él parece aceptar: le quieren matar a cualquier precio.

Los constantes pulsos entre el pasado y presente del proscrito, su lucha constante por huir de la muerte y la tensión que va acumulando por cada persona que vuelve a su vida, siempre encabezado por la presencia enorme de Lino Ventura, te dejan sin aliento.

En estas películas sobre el mundo del espionaje y los espías aparecen las organizaciones reales que libraron su particular lucha, sobre todo el KGB y la CIA, pero hay más.

 

 

 

 

El KGB («Komitet Gosudarstennoi Bezopasnosti»)

 

El Comité para la Seguridad del Estado cuyo origen es la vieja policía secreta rusa. Primero de la Okhrana, es decir, la policía secreta de los zares; y después de la CHECA, la policía política organizada por Lenin para contener a la contrarrevolución blanca y a la oposición en el interior mismo del partido.

El KGB nació, por tanto, como entidad de represión en el interior del Estado, en los primeros tiempos; y después, con el advenimiento de Stalin, actuó sobre todo en el interior del partido y del país, siendo un equivalente al FBI pero más siniestro.

Durante la IIGM se añadieron las funciones de espionaje y contraespionaje, transformándose durante la guerra fría en una organización monstruosa por su tamaño y áreas que abarca. Se ha llegado a  estimar que en la década de los 60 su personal ascendía a más  de 700.000 elementos en todo el mundo.

 

La GRU («Glavnoye Razdevivatelnoye Upravlenye»)

 

La Oficina General Informativa es en realidad la oficina de espionaje del Estado Mayor del Ejército Soviético, y depende del Ministerio de Defensa. Dispone de un presupuesto secreto destinado a las operaciones especiales que no está sometido prácticamente a ningún control efectivo por parte de los órganos políticos. Cuenta con diferentes departamentos que recogen informaciones de interés estratégico en los países de Europa Continental, Países Anglosajones, Oriente Medio y África, así como un departamento para misiones de sabotaje y terrorismo. Su equivalente seria la CIA.

A su cargo están “los ilegales”, agentes encubiertos que no figuran entre el personal de las embajadas y legaciones soviéticas en el extranjero, como vemos en la serie THE AMERICANS (2013) a la que haremos referencia cuando hablemos de la época Reagan en donde se ambienta.

Uno de los primeros ilegales y de los más famosos fue: Vílyam Guénrijovich Fisher, nacido en Inglaterra de padres ruso-alemanes, conocido por su alias “Rudolf Abel”. Sus andanzas sirven de buen ejemplo sobre el mundo del espionaje:

Comenzó en 1946 operando desde la ciudad de Nueva York siendo su trabajo como espía residente (rezident) reclutar  y supervisar a otros agentes dedicados a la recolección de información de inteligencia. A «Abel» se le dio control sobre un grupo preexistente de agentes, el cual incluía a Morris y Lona Cohen, de quienes se creía que actuaban como correos para Ethel y Julius Rosenberg, Greenglass y el círculo de espionaje nuclear del proyecto Manhattan estadounidense, encabezado por el físico alemán Klaus Fuchs. Morris y Lona operarían luego en el Reino Unido bajo los nombres ficticios de Peter y Helen Kroger, respectivamente, antes de ser detenidos (luego serían intercambiados con los soviéticos). Fisher fue capturado finalmente por el FBI en Nueva York el 21 de junio de 1957, y condenado a 30 años de prisión por el delito de espionaje. El 10 de febrero de 1962 fue intercambiado en el puente berlinés de Glienicke (sito en la localidad de Potsdam, Alemania) por el piloto de la CIA Francis Gary Powers, cuyo avión espía U-2 había sido derribado sobre la URSS el 1 de mayo de 1960. En realidad, se trataba de un «dos por uno», ya que los soviéticos también entregaron al estudiante estadounidense Frederic Pryor (en otro lugar pero al mismo tiempo) que había sido acusado y arrestado por espionaje (aunque falsamente). 

Sobre este trasfondo trata la siguiente película:

 

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS, Steven Spielberg (2015)

Matt Charman y los hermanos Coen escribieron el guión de la película sobre la historia real del abogado norteamericano James Donovan y su defensa del espía soviético Rudolf Abel. Steven Spielberg se tomó las licencias históricas habituales para dar consistencia a su relato cinematográfico y hacerlo más continuado. La ambientación es fantástica centrando el viaje a Berlín para la negociación en la época de la construcción del muro.

Casi todos los elogios se los llevó Mark Rylance, que obtuvo el Oscar a Mejor actor secundario y varios premios internacionales más, colocándolo en el frente de la interpretación internacional desde entonces. Actores muy conocidos como Alan Alda o Amy Ryan secundan el protagonismo de Tom Hanks dando vida a Jim Donovan.

 

 

 

La CIA

 

La Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), fue la primera organización de inteligencia estadounidense en tiempos de paz. Creada como organismo independiente por la Ley de Seguridad Nacional de 26 de julio de 1947, se pretendía que la Agencia coordinase la inteligencia militar y diplomática, recogiera información sensible y realizara las estimaciones de inteligencia destinadas a  los políticos para que estos tuvieran valores de juicio a fin de que pudieran realizar decisiones adecuadas. Pero tenía una faceta más: Con un lenguaje extremadamente impreciso, se le autorizó para llevar a cabo «servicios de incumbencia mutua», sin especificar y «Otros cometidos y tareas» que dispusiera el Consejo de Seguridad Nacional (creado por la misma ley). Esto le permitiría transformarse en el instrumento preferido de la creciente intervención estadounidense en el Tercer Mundo.

La CIA se ganó una reputación de  instrumento  despiadadamente  intervencionista  y  peligrosamente  fuera  de  todo control  por  parte  del  poder  de  Estados  Unidos  durante  la  Guerra Fría.  Ésta  fue  la organización que estuvo tras el derrocamiento del primer ministro Mossadegh en Irán en 1953, del derrocamiento del gobierno de Arbenz en Guatemala en 1954, de la desastrosa operación de la bahía de Cochinos en 1961, del infausto Programa Phoenix en Vietnam. Espió a decenas de miles de ciudadanos de Estados Unidos, hostigó a dirigentes de otros países democráticamente elegidos, planeó asesinatos, negando todas estas actividades ante el Congreso cuando fue obligada a declarar por sus acciones. 

Otras agencias importantes en sus respectivas áreas de operaciones fueron:

  • El MI6 británico, que durante los primeros años de la guerra fría fue el servicio de inteligencia occidental más importante hasta que fue relegado por la CIA.
  • El SDECE o servicio de documentación exterior y de contraespionaje francés (Service de documentation extérieure et de contre-espionnage)
  • La STASI acrónimo del Ministerio para la Seguridad del Estado, era el órgano de inteligencia de la extinta República Democrática Alemana (RDA). Creada el 8 de febrero de 1950, destacaron sus operaciones durante la Guerra Fría en la capital, Berlín Oriental.
  • El Mosad la famosa agencia de inteligencia de Israel responsable de la recopilación de información, acción encubierta, espionaje y contraterrorismo en todo el mundo.

 

De esta manera entramos de lleno en un nuevo frente de la Guerra Fría: La Guerra Subversiva.

 

LA GUERRA SUBVERSIVA

 

Durante los primeros años de la Guerra Fría, que coinciden con el monopolio de las armas nucleares por parte de los EEUU, la estratégia de los soviéticos se apoyó fundamentalmente en dos bases:

Por un lado el adecuado empleo de las armas convencionales, siendo su principal impulsor el propio Stalin, que desde un principio tuvo la intuición de que el arma nuclear no podría ser fácilmente empleada por los americanos y por tanto aprobó una  reorganización de los ejércitos convencionales, donde los rusos gozaban de una clara ventaja sobre los occidentales, preparándolos para ejercer una fuerza de presión constante sobre Europa.

Para Stalin el continente europeo era el talón de Aquiles de Occidente y por ello si mantenían su superioridad en armas convencionales en este escenario mantendrían a los americanos alejados de la posibilidad de un ataque directo contra la URSS ya que los europeos se convertirían de esta suerte en una especie de rehenes de los soviéticos siendo las primeras víctimas en caso de conflicto. Era una estrategia defensiva, pero a ojos de los americanos, los poderosos ejércitos soviéticos eran una amenaza real, siendo una de sus consecuencias directas la creación de la OTAN en 1949, que supuso para EEUU romper su tradicional postura aislacionista e involucrarse directamente en defender el territorio europeo. En 1955 los EEUU permitieron que los alemanes occidentales se rearmaran y (junto con Italia) entraran a formar parte de la OTAN. Ese mismo año los soviéticos respondieron con la creación del Pacto de Varsovia.

La segunda estrategia soviética fue LA GUERRA SUBVERSIVA: Sin necesidad de enfrentarse directamente con los americanos, los soviéticos utilizarán un arma a veces más poderosa que las armas nucleares, las armas psicológicas, para influir en la mente de la gente y presentar al comunismo como una alternativa viable al capitalismo. Si no quedaban convencidos, siempre estaba la opción de la guerra revolucionaria. De esta manera los soviéticos pueden hostigar a los americanos indirectamente, utilizando conflictos entre los pueblos o en el interior mismo de éstos: situaciones de miseria y de injusticia en países poco desarrollados; lucha de clases en las naciones industriales; movimientos independentistas de liberación nacional de naciones o razas sojuzgadas; zonas de inestabilidad política; conflictos menores entre países secundarios, etc.

Por supuesto los EEUU no se quedaron cruzados de brazos y reaccionaron respondiendo rápidamente siguiendo la línea marcada por la doctrina Truman de contención del comunismo en cualquier parte del mundo y utilizando a la CIA como su principal arma. De esta forma la guerra sucia de ambos bandos, por medio de golpes de estado, revoluciones, desestabilizando territorios e incluso realizando asesinatos directos de personas clave, conseguía que los países afectados pasaran a su área de influencia negándoselos al otro.

Fue el tercer mundo, surgido tras el proceso de la descolonización, el campo de batalla preferido para este tipo de actuaciones.

 

La descolonización

 

El proceso de descolonización de las antiguas colonias europeas en África y Asia fue un fenómeno que se produjo unos años después del fin de la IIGM, solapándose con la guerra fría. De hecho fue en el año 1947, el mismo año en el que oficialmente comienza la guerra fría, cuando tuvo lugar la independencia de la India y Pakistán, que provocó una reacción en cadena destinada a acabar con el colonialismo.

Una gran película donde podemos ver el proceso de la descolonización de la india  fue el biopic de Ghandi realizado por Richard Attenborough (1982), éxito mundial y ganadora de 8 oscars.

Durante las siguientes dos décadas, de 1950 a 1970, prácticamente todos los territorios de Asia, Oriente Medio y África, que pertenecían a las potencias europeas se transformaron en nuevos países.

Las nuevas potencias mundiales, los EEUU y la Unión Soviética, compitieron por aumentar su influencia en los países descolonizados y atraerlos a sus respectivos bloques. Si bien hay que decir que la mayoría de las naciones y gobiernos surgidos tras la descolonización, así como naciones ya establecidas de  América Latina, trataron de mantenerse al margen de la Guerra Fría y solo en los desafortunados casos en los que la descolonización produjo guerra civiles o conflictos como en Indochina, el Congo o Etiopía, los bandos enfrentados buscaron el apoyo en alguna de las superpotencias.

Varias películas tratan la descolonización y sus conflictos como la película francesa INDOCHINA de Régis Wargnier (1992), situada históricamente antes de la descolonización, y donde veremos los primeros intentos comunistas por conseguir la independencia. Sobre el mismo conflicto pero más avanzado en el tiempo tenemos:

 

EL AMERICANO IMPASIBLE, Phillip Noyce (2002)

Un periodista británico (Michael Caine) está en Vietnam en 1952, viviendo con una mujer joven local (Do Thi Hai Yen) de la que está enamorado, pero la guerra entre el norte y el sur convierte la llegada de un norteamericano (Brendan Frasier) en un drama personal más allá del bélico. Su matrimonio en Inglaterra y la llamada de su periódico para volver es una muralla que debe lidiar a la vez que su imposible amor, la presencia constante de Alden Pyle y la guerra juegan un papel determinante en su futuro.

Esa mezcla de intriga y drama romántico junto a la perfecta ambientación y lujosa adaptación de la novela de Graham Greene la convierten en una magnífica película. La presencia de un actor de los grandes como Michael Caine, le dan una presencia todavía mayor, haciéndonos preguntar qué pasó con la carrera del actor Brendan Frasier, que tan buenas sensaciones nos dejó en películas como “Dioses y monstruos”, “La momia” o esta que hoy traemos a primer plano.

 

 

 

Sin dejar Asia, la siguiente película trata de los conflictos en una Indonesia recién independizada:

 

EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE, Peter Weir (1982)

El australiano Peter Weir centra este drama sobre las guerras internas en Indonesia en los años 60, con un joven Mel Gibson, justo antes de dar el salto a Hollywood, una Sigourney Weaver inolvidable bajo la lluvia, y una Linda Hunt, que ganó el Oscar a Mejor actriz secundaria, dando vida a un misterioso fotógrafo que acoge al periodista recién llegado a Yakarta.

El presidente Sukarno tiene a la población pasando hambre y la insurrección comunista está gestándose, a la vez que Guy (Mel Gibson) intenta hacerse un hueco en la selva que es el periodismo en el sudeste asiático. Y en ello, se enamora de Jill (Sigourney Weaver) mientras explota la insurrección y la violencia se hace con el país.

Peter Weir dota a la cinta de la perfecta combinación de romanticismo, acción, misterio y magnetismo, llevando la pasión desatada de los enamorados en su relación o de los periodistas en su profesión a un nivel mayestático pocas veces igualado. Las revoluciones en Asia mostradas de otra manera.

 

 

Otra película que esta vez nos acerca a la descolonización de los territorios franceses del norte de África es:

 

LO QUE EL DIA DEBE A LA NOCHE de Alexandre Arcady (2012)

La película comienza en los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército colonial francés hacía frente a los alemanes. A pesar de ello, el ambiente revolucionario se nota. Los protagonistas deben salir de Orán debido a sus relaciones con los movimientos nacionalistas. En su nueva ciudad el protagonista, Younes, crecerá con sus nuevos amigos y será testigo del trato duro e injusto que reciben los argelinos.

El ambiente se recrudece y la vida en Argelia se torna peligrosa para todos. El país en el que Younes creció ya no es el mismo. En 1962 Argelia se independiza, pero el pasado es demasiado pesado.

En 1955, durante la Conferencia de Bandung, decenas de países del Tercer Mundo acordaron mantenerse al margen de la dinámica de la Guerra Fría. Este consenso se plasmó en la creación del Movimiento de Países No Alineados en 1961. Como resultado de la aparición de un nuevo factor en la Guerra Fría, estadounidenses y soviéticos moderaron sus políticas y trataron de acercarse a estos nuevos países neutrales (sobre todo en caso de países clave como India o Egipto) de una manera menos agresiva que la sostenida hasta entonces.

 

 

 

Actuaciones de la URSS en la Europa del Este

 

En la primera década de la Guerra Fría, la URRS se centró principalmente en el escenario europeo. Tiene que consolidar los nuevos territorios de la Europa del Este y para ello utilizara sus tradicionales métodos despiadados que ya sufrieron los propios rusos en las décadas de consolidación del régimen comunista.

En los países de la Europa del Este dominados por la URRS y denominados ahora “democracias populares”, se habían formado partidos unificados que controlaban los respectivos gobiernos. En estos, gracias al auxilio de los respectivos Ministerios del Interior y de la policía, dominaban los comunistas, particularmente dirigentes llegados de la URSS después de años de exilio. Hubo entonces, una vez anuladas las demás fuerzas políticas, un verdadero proceso de purga de elementos “indeseables”, que duró en algunos casos hasta 1953, golpeando especialmente a los propios comunistas sospechosos (con razones o sin ellas) de no ser fieles a Moscú.

Tras la muerte de Stalin, Kruschev intento dar un nuevo rumbo levantando la mano que oprimía a los pueblos del Telón de Acero y condenando los métodos seguidos por el viejo dictador. Los resultados no fueron los esperados ya que se desató una corriente de protestas en los estados satélites de los soviéticos. En junio de 1955 estallaron disturbios en Polonia, donde los adversarios del régimen comunista exigieron la destitución de los estalinistas polacos. Al final Kruschev, que no quiso utilizar la fuerza, cedió a regañadientes y en Polonia se hizo con el poder Wladyslaw Gomulka un “comunista nacional” y antistalinista que estableció un gobierno moderado.

 

La Revolución de Hungría

 

Animados por los sucesos en Polonia, en Hungría, el 23 de octubre de 1956 hubo manifestaciones encabezadas por estudiantes que terminaron en revuelta armada contra el régimen comunista y la presencia militar soviética. Se estableció un gobierno reformista que anunció el fin del partido único y el abandono del Pacto de Varsovia. Era demasiado, Kruschev a pesar de sus buenas intenciones no podía permitir que se desmoronara, en un efecto dominó, todo el bloque de sus países satélites europeos. A primera hora del 4 de noviembre de 1956 unos 200.000 soldados y 5.500 tanques soviéticos lanzaron un fuerte ataque contra los desprevenidos húngaros. El 8 de noviembre prácticamente toda resistencia ya había sido aplastada: entre 20.000 y 25.000 húngaros y varios miles de soldados soviéticos habían muerto, y unos 200.000 húngaros habían huido o se encontraban en plena huida hacia la frontera austríaca. El presidente reformista Imre Nagy, fue detenido y más tarde, acusado de fomentar una contrarrevolución capitalista. Fue ejecutado, siendo sustituido por János Kádár, que gobernaría Hungría hasta 1989. Paradójicamente unos años después, Kádár aplicó un comunismo moderado fiel a la idea de “coexistencia pacífica” de Kruschev que llevo al país a ser uno de los más avanzados del bloque del este.

 

 

La revolución en Hungría fue reflejada en el cine en la siguiente película:

 

LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA, Lars Kraume (2018)

En otoño de 1956 hubo una revolución en Hungría contra el intervencionismo soviético y sus políticas. Desde un colegio del Berlín oriental, un grupo de chavales adolescentes, muestran su apoyo a ese levantamiento con sus sueños libertarios y un simple gesto de silencio. Ello deviene en una investigación oficial y la búsqueda de los culpables. Todo ello provoca la surgida de secretos del pasado que explotan en el presente y en la unión del grupo que, poco a poco, se va dando cuenta que esa unión es su única arma.

Bajo un hecho histórico, el director Lars Kraume (responsable de otra cinta notable como “El caso Frtiz Bauer”), ahonda en una crítica voraz hacia el pensamiento único y el intervencionismo, del bando que sea, mediante el miedo y las trampas. A veces tira de clichés para mostrar alguna idea, y otras se centra en los jóvenes que dan vida a los protagonistas para centrar la historia, pero consigue una película de historias pequeñas encuadradas en marcos enormes.

Obtuvo cierto reconociendo dentro del cine europeo, especialmente el alemán, que ya lleva bastante tiempo mirándose el ombligo para contar historias de su pasado reciente.

Estas convulsiones en la Europa del Este son un buen ejemplo de que tras la palabrería anticomunista del gobierno americano animando a los europeos del Este a sacudirse de encima el yugo soviético, en la práctica los EEUU no ayudaron en nada cumpliendo con su “pacto” de respetar sus respectivas zonas de influencia. Los intereses americanos durante este periodo apuntaban a otros lugares.

 

 

Actuaciones de los EEUU en el resto del mundo

 

Durante la presidencia de Eisenhower la CIA amplió sus actividades más allá de la misión para la cual se había creado: recoger información en el extranjero, interviniendo no sólo para apuntalar regímenes que eran amigos de Estados Unidos y se tambaleaban, sino sobre todo para derribar gobiernos que no eran del agrado de Washington, las operaciones encubiertas dirigidas por la CIA eran preferibles a las operaciones militares a cargo de las fuerzas armadas porque eran relativamente baratas, así como más fáciles de ocultar al escrutinio del Congreso y los ciudadanos.

Un buen ejemplo además de ser la primera operación de relevancia perpetrada por la CIA fue el derrocamiento del presidente de Irán en 1953. Este país muy importante por su petróleo y posición geoestratégica, nacionalizó la Anglo-Iranian Oil Company en 1951, por lo que sufrió un boicot que le impedía exportar su crudo. El presidente iraní Muhammad Mosaddeq pidió ayuda al presidente Eisenhower, pero amenazó veladamente a este, de que si no conseguía romper el bloqueo no le quedaría más remedio que acudir a la Unión Soviética. El presidente americano, que llevaba solo unas pocas semanas en el cargo, rechazó ayudar a los iraníes recomendando a estos que llegaran a un “acuerdo razonable” con los ingleses. Esto provoco que Mosaddeq, que no era marxista, aceptara el apoyo del partido comunista iraní, empezando a buscar ayuda de los soviéticos.

Esto hizo saltar las alarmas en el gobierno americano. Los consejeros del presidente le convencieron que  había que derrocar a Mosaddeq para garantizar que Occidente continuara teniendo acceso al petróleo iraní e impedir que Irán se convirtiera en un satélite soviético. Inmediatamente comenzó una operación orquestada por la CIA que contactó con el sha, Muhammad Reza Pahlavi, que era pro occidental y ansiaba librarse de Mosaddeq para restaurar la monarquía absolutista. En agosto de 1953 la CIA se puso manos a la obra fomentado protestas y alborotos callejeros contra Mosaddeq, mientras que prometía dinero y material al ejército iraní para asegurarse de que fuera leal al sha. Después de que varios centenares de iraníes perdieran la vida en los disturbios, el gobierno de Mosaddeq capituló. El sha con el apoyo de Estados Unidos se convirtió en el gobernante del país.

Para finalizar y como nota curiosa decir que al año siguiente el nuevo gobierno negoció un acuerdo para crear un consorcio petrolero internacional que ponía fin al monopolio británico y daba a las compañías norteamericanas un interés del 40 por 100 de las operaciones petroleras iraníes. A cambio, Estados Unidos prestó a Irán ayuda económica y militar por valor de 85 millones de dólares durante 1954 y mucho más durante los dos decenios siguientes. Era la nueva política que bajo la “contención” del comunismo enmascaraba que lo primero siempre serían los intereses económicos de EEUU.

El éxito de la intervención en Irán animó a los americanos a apoyar operaciones encubiertas en otras partes del Tercer Mundo: como en Guatemala, donde en 1954 la CIA organizó un golpe de estado contra un presidente legítimamente elegido: Jacobo Arbenz Guzmán, cuyo pecado había sido nacionalizar tierras de compañías americanas (la FruitCoo) y repartirlas entre los campesinos guatemaltecos. Fue derrocado y  substituido por una siniestra dictadura pro-americana. Esto se repetiría en muchas más ocasiones en Latino América, donde la política establecida por  Eisenhower era «mantener la tranquilidad en la región y el comunismo fuera de ella». Siguiendo el ejemplo de Guatemala se derrocaron gobiernos de “izquierda” y se apoyaron dictaduras derechistas en prácticamente toda Centroamérica y Sudamérica siendo las más tristemente famosas la de Trujillo en Republica Dominicana, Pinochet en Chile (1973), Alfredo Stroessner en Paraguay (1954) y las diferentes dictaduras en Argentina y Brasil.

El cine ha denunciado en múltiples ocasiones estos despiadados regímenes como por ejemplo el de Pinochet en:

 

DESAPARECIDO (MISSING), Costa Gavras (1982)

Costa-Gavras siempre había mostrado su implicación política y películas como “Z”, “La confesión” o “Estado de sitio” mostraban diversos frentes de las dictaduras populistas en África, Europa y Sudamérica. Aquí se basa en hechos reales para adaptar la novela de Thomas Hauser sobre un joven periodista norteamericano cargado de idealismo que vive en 1ª persona el golpe de estado de Pinochet en Chile. Su mujer, tan realista como él, y su padre, que viaja desde Estados Unidos, inician su desesperada búsqueda a través de miles de burócratas, trabas políticas y hechos escondidos que  retrasan lo inevitable.

El director franco-griego debuta en Hollywood de la mano de Paramount, con un icono tan grande como Jack Lemmon al frente, pero sin perder ni un milímetro de su compromiso político contra la falta de libertad. Logró 5 nominaciones a los Oscar, obteniendo el de Mejor guión adaptado.

Las actuaciones de EEUU en el sudeste asiático las veremos en el siguiente capítulo, debido a  la importancia del conflicto del Vietnam que arrastró a los norteamericanos a un conflicto desde 1965 a 1975,  aunque los orígenes de la intervención americana están en la era Eisenhower.  

 

 

 

La Revolución Cubana

 

Hubo un hecho totalmente inesperado que sacudió completamente el dominio americano de Sudamérica, el patio trasero de los EEUU. La dictadura pro-americana de Fulgencio Batista en Cuba, que podemos decir que era un protectorado de EEUU junto con Puerto Rico y Filipinas desde que estos territorios se los arrebataron a España en 1898, fue derrocada por la guerrilla dirigida por un burgués aventurero llamado Fidel Castro.

El caso de Cuba se puede englobar dentro de la política de control que ya hemos visto que EEUU aplicó a Sudamérica. El ex sargento Fulgencio Batista había alcanzado el poder en 1952, tras dar un golpe de estado con el beneplácito de los EEUU, y derrocar al presidente Carlos Prío Socarrás. Batista rápidamente estableció una dictadura, suspendiendo las garantías constitucionales, decretando la abolición del derecho a huelga y restaurando la pena de muerte. Todo esto parece que no le importó mucho al gobierno americano que fomentó grandes inversiones en la isla, lo que rápidamente degeneró en la corrupción del régimen y hasta en tratos con la entonces poderosa mafia estadounidense, como podemos ver en la famosa película de Francis Ford Coppola “El Padrino II” (1974).

La oposición al régimen crecía: desde 1956 a 1958, el Movimiento 26 de Julio, de ideología nacionalista y democrática, encabezado por Fidel Castro, lideró la resistencia contra la represión de Batista a través de una guerra de guerrillas urbanas y rurales que culminó con la derrota definitiva del régimen dictatorial a manos de los rebeldes, dirigidos por el argentino Ernesto Che Guevara en la batalla de Santa Clara, el día de Año Nuevo de 1959, donde apenas 400 guerrilleros lograron vencer a 3.000 soldados gubernamentales y tomar la ciudad. Unas horas después Batista huyó de de la isla con todo el dinero que había acumulado. El 3 de enero, La Habana caía en manos de los insurgentes estableciéndose el nuevo gobierno en manos de Castro.

Una película englobada en el género del espionaje nos muestra el ambiente pre-revolucionario

 

NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA, Carol Reed (1959)

Carol Reed vuelve a llevar al cine una novela de Graham Greene, siendo este el encargado de adaptar dicho texto. Con un gran reparto, encabezado por los oscarizados Alec Guiness y Burl Ives, narra las desventuras de un inglés en la capital cubana, poco antes de la revolución, cuando lo fichan para el servicio secreto con el único interés que el dinero que le pagan por ello le puede suponer para criar a su hija adolescente. La sorna y gracia con la que va inventando sus informes para la central londinense son la norma hasta que la historia se va complicando y lo que ha aprendido durante ese tiempo le permite salir vivo. El final acompaña la crítica con la que Greene llena la narración como invectiva al contraespionaje británico al que perteneció.

El temple y maestría con el que Reed lleva la cámara por los diversos lugares comunes de la capital caribeña y la química del elenco actoral (Guiness, Ives, Maureen O’Hara, Ralph Richardson, Noël Coward, Ernie Kovacs…), apoyándose en una fantástica fotografía en b/n de Oswald Morris y una adecuada bso la convierten en una deliciosa comedia de espías que no lo son.

El nuevo gobierno de Fidel Castro no perdió el tiempo y rápidamente adoptó una serie de medidas cuyos objetivos eran expulsar a la delincuencia organizada de La Habana, reducir el analfabetismo y mejorar la vivienda y la asistencia médica para la gran mayoría de la población cubana. Pero igualmente a lo que había ocurrido en Guatemala, cuando se acometió la reforma agraria para  redistribuir la tierra entre las familias campesinas chocó con los intereses de las compañías americanas que presionaron al gobierno de Eisenhower para que protegiera sus propiedades en la isla. Por ello cuando Castro se dirigió en abril de 1959 a Washington para solicitar ayuda destinada al desarrollo económico de la isla, Eisenhower se negó a hablar con él.

 

 

A finales de 1959, después de que el gobierno cubano diera los primeros pasos hacia la nacionalización de las empresas privadas y las propiedades extranjeras en Cuba, Eisenhower ya había sacado la errónea conclusión de que Castro o bien era comunista o estaba dominado por los comunistas. Pero al negar la ayuda económica para sus reformas a Castro no le quedó más remedio que buscar un nuevo aliado: la URSS.

En febrero de 1960 el vicepresidente del consejo de ministros de la Unión Soviética, visitará Cuba, para firmar un acuerdo económico con el gobierno de Castro. El 17 de marzo de 1960 Eisenhower aprobó un plan de la CIA para preparar a  emigrados cubanos con el fin de que invadiesen su patria y dirigieran una insurrección contra Castro. Este se enteró de las intrigas americanas por los espías que tenía entre los cubanos exiliados en Estados Unidos, lo que le llevó a acercarse aun más al bloque soviético, que en el verano de 1960 ya era el principal respaldo económico y militar de la isla. El 3 de enero de 1961, Estados Unidos rompía relaciones con La Habana en una escalada que nos llevaría a una peligrosa crisis de resultados inciertos en 1962.

Cuba es uno de los ejemplo más claros de como el gobierno americano confundieron el comunismo con movimientos anti-dictatoriales auténticos. Estos llevó, en muchos casos, a Estados Unidos a formar alianzas con las dictaduras que ya existían en lugar de aliarse con los partidarios de la reforma, entrando en una contradicción que sería muy fácilmente explotada por su rival.

 

LA CARRERA NUCLEAR 1ª Parte (1954-1963)

 

Uno de los pocos observadores que estuvo a la altura de las circunstancias fue quizás el parlamentario británico Robert Boothby, quien, al día siguiente de Hiroshima, escribió en el «News of the World» su famosa frase, que aún está en el aire: «La bomba atómica significará el fin de las guerras o el fin de los hombres». 

Desde 1945 hasta 1949, el año donde los soviéticos lanzan su primera bomba atómica experimental, los estadounidenses tienen el monopolio absoluto sobre las armas nucleares. Estos años de dominio aun se extenderían hasta principios de la siguiente década ya que sus rivales aun tardarán tiempo en convertir su primera bomba en un arma operacional, es decir para que la puedan usar efectivamente.

Este monopolio que los convertía en teóricamente “los amos del mundo”, ya que les bastaría echar mano de la bomba para imponer su voluntad al adversario comunista, hemos visto que no fue así, ya que los rusos procedieron como si esta no existiese, moviéndose en otros terrenos a los que la bomba no podía llegar. De hecho podemos decir que en realidad, durante los primeros años de la guerra fría, de 1945 a 1962, los rusos terminaron por imponer «su guerra» a los americanos, consolidando los territorios ganados tras la guerra fría, expandiendo su influencia en Asia y Oriente Medio, arrastrando a estos a usar sus mismo métodos “convencionales” desechando utilizar el «arma absoluta», como vimos en la guerra de Corea.

Los americanos veian que su política de la “contención” no estaba funcionando como esperaban,  sobre todo en Asia, así pues, tras la llegada al poder de la nueva administración republicana dirigida por Eisenhower, Washington adoptó unas directrices en política exterior inspiradas por el nuevo secretario de Estado Foster Dulles. La llamada doctrina Dulles, que agregó al discurso clásico de la «contención» un nuevo punto de apoyo al anunciar la posibilidad de una «represalia masiva», haciendo entender que cualquier agresión soviética sería respondida con todos los medios necesarios.

Esta nueva estrategia americana era más fruto de la rabia de haber perdido Corea y China, que de la  realidad de los escenarios de conflicto de la guerra fría, alejados ya en los años 50 del escenario europeo. Se centraba en una confrontación directa contra la URSS o China, algo que no iba a suceder salvo en la mente paranoica de los grupos de presión anti-comunista. Esta política simple y rígida fue también conocida como la política de  brikmanship, del «borde del abismo», y fue el principal motor de la carrera de armamentos.

A finales de 1952 los americanos detonan la primera bomba termonuclear (bomba H o de hidrogeno) de la historia. Este tipo de bombas tiene una potencia muy superior a las primeras bombas de fisión nuclear o de plutonio que se utilizaron contra Japón y supuso un nuevo punto de partida. De hecho muchos consideran el verdadero inicio de la carrera atómica, cuando la URSS detonó, unos meses después en 1953 su propia bomba H.

En 1953 ya empiezan los trabajos para integrar las nuevas bombas termonucleares en misiles intercontinentales (ICBN, intercontinental ballistic missile). En este campo los científicos rusos avanzan más rápido que los americanos, ya que estos poseían una poderosa aviación estratégica de carácter intercontinental para llevar sus bombas. En 1957 los soviéticos realizan sus primeras pruebas consiguiendo un lanzamiento exitoso con un vuelo de casi 6.000 kms, que daría origen al primer misil ICBN de la historia el R-7 Semiorka, inaugurando una nueva iconografía del terror nuclear: el ataque al enemigo apretando un botón y lanzando misiles a miles de kilómetros de distancia, la era de los misiles nucleares estaba aquí.

 

 

15.- El primer ICBM

 

Los soviéticos no ocultaron sus éxitos, que fueron anunciados al mundo por su propia agencia de noticas TASS. Un mayor impacto si cabe tuvo la puesta en órbita en el espacio del primer ingenio humano: el satélite Sputnik en octubre de ese mismo año, utilizando una versión modificada del R-7, en noviembre lanzaron el Sputnik II con un peso de 500 kilos y que transportaba un animal: la famosa perra Laika, que tristemente para ella fue el primer ser vivo en llegar a la órbita terrestre en un viaje solo de ida. La puesta en órbita del satélite Sputnik también fue el pistoletazo de salida de la carrera espacial, una lucha por el prestigio que ambas potencias llevaron a su clímax, como veremos en el siguiente capítulo, a finales de la década de los 60.

 

 

16. La Cosmonauta Laika

 

Los americanos estaban desconcertados, su supuesta supremacía tecnológica era puesta en duda por el éxito de los soviéticos, su propio programa de satélites estaba muy detrás del ruso y lo que es más importante fueron conscientes de que si un misil podía poner satélites en órbita también podía lanzar cabezas nucleares contra objetivos situados en Estados Unidos.

Como sucedería en repetidas ocasiones más adelante la reacción americana no se hizo esperar. En 1958 el congreso aprueba Ley de Educación de la Defensa Nacional, para dotar con 5.000 millones de dólares a la educación superior en ciencias, lenguas extranjeras y humanidades con el objetivo de contrarrestar la amenaza soviética. Por otro lado diferentes grupos de presión (contratistas de defensa, políticos, el Pentágono), lo que Eisenhower denominó el complejo militar-industrial, acusó al gobierno de haber descuidado por completo la defensa nacional y pidió un incremento masivo de los gastos para la fabricación de misiles.

Hay que hacer notar que la reacción de los norteamericanos al aumento del arsenal nuclear soviético fue, en general, exagerada, seguramente motivada por las presiones del “complejo militar-industrial” al que antes hacíamos referencia para el cual más miedo = más armas = más beneficio. Un ejemplo de ello fue que:

Cuando los primeros bombarderos intercontinentales soviéticos aparecieron, en «oleadas», durante el salón aeronáutico celebrado en Moscú en julio de 1955, los portavoces de las fuerzas aéreas estadounidenses afirmaron que los soviéticos no tardarían en llevar una ventaja impresionante en el campo de los bombarderos. La consecuencia fue la primera de una serie de alarmas «de disparidad» que cundirían en Estados Unidos durante la carrera de armamentos nucleares. En este caso, la alarma «de disparidad en bombarderos» de 1955 resultó no ser nada más que un mito que inventaron las fuerzas aéreas y los servicios de información norteamericanos, con la ayuda de los soviéticos. Las oleadas de bombarderos que volaron en el salón aeronáutico de Moscú eran, de hecho, los mismos aviones pasando repetidamente por encima de los espectadores para crear la ilusión de que el poderío aéreo estratégico de los soviéticos era inmenso. En realidad, la Unión Soviética nunca llegó a tener el número de bombarderos con gran autonomía de vuelo que predijeron las fuerzas aéreas y los servicios de información de Estados Unidos. Al igual que Eisenhower, Kruschev no creía que los gastos de defensa debían tener prioridad sobre una economía sana, y ya a mediados de los años cincuenta la economía soviética se resentía de la disminución de la productividad industrial y de la ineficiencia de la agricultura. En lugar de construir costosos bombarderos dotados con gran autonomía de vuelo en número significativo, el dirigente soviético decidió concentrar los recursos económicos de su país en la producción de misiles balísticos”.

 

 

17.- Bombardero B-52

 

En junio de 1953 las fuerzas aéreas de Estados Unidos encargaron la fabricación del primer bombardero intercontinental a reacción del país, el B-52, que tenía capacidad para arrojar bombas de hidrógeno contra objetivos soviéticos.

Los americanos desarrollaron su programa de misiles ICBM llamado Atlas, pudiendo desplegar misiles intercontinentales casi al mismo tiempo que su rival a finales de 1959. Hay que decir que aunque los soviéticos desplegaron en Europa más misiles balísticos de alcance intermedio que los norteamericanos, hasta los primeros años setenta sus misiles balísticos intercontinentales en condiciones de usarse nunca fueron más numerosos que los de EEUU.

Los ICBM eran el buque insignia del arsenal de armas atómicas pero existían otros tipos de misiles, todos ellos desarrollados en la década de 1950, como podemos ver en la siguiente tabla:

  • Misil balístico lanzado desde el aire por un bombardero (ALBM) de alcance variable
  • Misil balístico táctico: Alcance entre 150 y 300 kilómetros
  • Misil balístico de corto alcance (SRBM): Alcance entre 300 y 1.000 kilómetros
  • Misil balístico de medio alcance (MRBM): Alcance entre 1.000 y 3.500 kilómetros
  • Misil balístico de alcance intermedio (IRBM) o Misil balístico de largo alcance (LRBM): Alcance entre 3.500 y 5.500 kilómetros
  • Misil balístico intercontinental (ICBM): Alcance mayor que 5.500 kilómetros

 

También fueron desarrollados misiles para ser lanzados desde submarinos (SLBM) añadiendo una nueva dimensión estratégica a la guerra nuclear. Los submarinos permitían posicionarse cerca de las costas del enemigo y lanzar desde allí (al principio los lanzamientos se debían de realizar desde la superficie) misiles de rango intermedio con cabezas nucleares. Debido a su corto periodo de vuelo no se podían interceptar asegurando que siempre lograrían dar en el blanco.

La primera serie de submarinos con capacidad de lanzar misiles nucleares fueron los soviéticos de la clase Zulú, desplegados en 1956 de propulsión convencional. En 1959 le siguieron los americanos con los submarinos de la clase George Washington, propulsados por energía nuclear lo que les permitían un gran radio de acción y estar al acecho muchos días.

Nota: El primer submarino propulsado por energía nuclear fue el USS Nautilus puesto en servicio en 1955). Con algo de retraso los soviéticos botaron su primer submarino nuclear en 1958: el K-3 «Leninskiy Komsomol». Su primer submarino nuclear armado con SLBM fue el K-19 que experimentó varios accidentes incluidos dos incendios y una colisión. La serie de accidentes inspiró a los tripulantes a apodar al submarino como «Hiroshima». La peculiar historia fue llevada a la gran pantalla en la película K-19: The Widowmaker donde usaron el apodo Widowmaker, que en español, literalmente, significa enviudador.

 

K-19 THE WIDOWMAKER, Kathryn Bigelow (2002)

A principio de los años 60, la Unión Soviética bota el submarino K-19, portador de misiles nucleares y que acaba de sustituir a su capitán para cumplir los plazos previstos por los mandos.

Pasaron 28 años, tras la caída del muro de Berlín, para que se conocieran los hechos narrados en esta película dirigida por la oscarizada Kathryn Bigelow y protagonizada por Harrison Ford y Liam Neeson entre otros. Recibió muchísimas críticas negativas en su momento, pero cuenta de forma detallista y clásica los hechos que pudieron generar el advenimiento de la III GM en clave nuclear y el fin del mundo tal y cómo lo conocemos.

La guerra nuclear pocas veces ha estado más cerca y aquí vemos uno de los momentos que pudieron cambiar el futuro.

Las armas atómicas se multiplicaban y misiles aparte, los americanos fomentaron las armas nucleares a todos los niveles; el ejército y la marina fueron dotados de armas nucleares tácticas de poca potencia. Se consideraba que estas armas eran una forma relativamente barata de compensar la superioridad de los soviéticos en el campo de las fuerzas convencionales. Por este motivo, en diciembre de 1954 la OTAN acordó integrar armas nucleares tácticas en su sistema defensivo, entre ellas cañones, misiles e incluso minas de tierra atómicas.

 

 

Ya vemos que el holocausto atómico podría llegar de múltiples maneras. Una de las primeras películas en tratar sobre este tema fue la adaptación de la novela de Nevil Shute “On The Beach” de 1957:

 

LA HORA FINAL, Stanley Kramer (1959)

Un holocausto nuclear ha acabado con la vida en casi todo el planeta, pero un grupo de personas subsisten en una pequeña zona del hemisferio sur, en Australia. Desde allí vemos las distintas consecuencias que provoca en algunas de esas personas. Está el militar norteamericano, comandante de un submarino, que se niega a aceptar la muerte de su esposa y sus hijos, el joven teniente que espera junto a su esposa Mary un vástago para un futuro más que incierto, la preciosa mujer que intenta ahogar en alcohol el presente que vive, o el personaje interpretado por Fred Astaire poniendo su vida en riesgo continuo (alcohol, coches…) para afrontar la situación.

La locura nuclear está llegando a su máximo exponente y aquí vemos la posible consecuencia, creando una burbuja irreal dentro de un ambiente de catástrofe mundial, tal y como vive el soldado que intenta volver a su casa en San Francisco y termina pescando con unas cervezas al ver que están todos muertos.

Su éxito arrastró otras cintas que abogaron por el discurso antinuclear, destacando la música (nominada al Oscar) y la fantástica presencia de la madurez experimentada de Ava Gardner que borda su papel.

Con todos los arsenales nucleares creciendo a buen ritmo, al principio de la siguiente década se produciría una sucesión de crisis que pondrían a la humanidad al borde del abismo.

 

 

 

 

CARRERA HACIA EL ABISMO

 

El martes 8 de noviembre de 1960, John F. Kennedy venció a Nixon en una de las elecciones presidenciales más ajustadas del siglo XX convirtiéndose en el presidente americano elegido más joven de la historia con 43 años.

El nuevo presidente eligió ser duro con el comunismo. Durante la campaña para las elecciones presidenciales dijo: “El enemigo es el sistema comunista en sí, implacable, insaciable, inquieto en su apetito de dominación mundial”. No ayudo mucho las bravatas de Kruschev declarando que su país apoyaría todas las guerras de liberación nacional del tercer mundo para librase del yugo capitalista. Kennedy en vez de ignorarlas entró a trapo.

 

La invasión de Cuba

 

Al poco de tomar posesión de su cargo aprobó el plan de la invasión de Cuba por 1.400 exiliados cubanos preparados por la CIA en Guatemala para derrocar a Fidel Castro. El plan en sí había sido preparado al final de la presidencia de Eisenhower, pero este tuvo la “deferencia” de no dejar el posible marrón a su sucesor, dejándolo en suspenso pendiente de que el nuevo presidente le diera el visto bueno.

En abril de 1961 los anticastristas desembarcaron en la bahía de Cochinos, en la costa sur de Cuba, estableciendo una pequeña cabeza de playa pero no logran avanzar mucho hacia al interior porque las tropas gubernamentales han reaccionado rápidamente y los bloquean; su situación comienza a ser critica. En el último momento Kennedy se niega a permitir la intervención militar directa de Estados Unidos en la operación condenando a los anticastristas. Las razones aun no están claras, pero la humillación sufrida marcó seriamente a un personaje tan orgulloso como era Kennedy. Como era de esperar, una de las consecuencias inmediatas del fracaso de la invasión, fue el mayor acercamiento de La Habana a Moscú. Castro se declara marxista-leninista buscando que los soviéticos se comprometan a defender a Cuba. Kruschev respondió prometiendo prestar a Cuba toda la ayuda necesaria. La isla caribeña pasa a ser uno de los puntos más calientes del planeta, se estaba gestando la tormenta perfecta.

Para rebajar las tensiones los dos presidentes accedieron a un encuentro en Viena a principios de junio de 1961, donde se trataron la cuestión de Cuba y la guerra civil que por aquel entonces se estaba desarrollando en Laos, donde ambas potencias estaban de acuerdo en no intervenir. Pero realmente fue la cuestión de Berlín y Alemania la que acaparó la mayoría de las discusiones y desencuentros.

 

 

18.- Encuentro en Viena

 

Kruschev pidió el consentimiento de Kennedy para firmar un tratado de paz con Alemania que de forma definitiva y oficial pusiera fin a la segunda guerra mundial, con ello obtendría el reconocimiento occidental de las fronteras existentes en la Europa del Este. Esto suponía el fin de la presencia militar occidental en Berlín y daría el control de las rutas de acceso a la ciudad al gobierno de la Alemania oriental (RDA). Lo que realmente buscaba Kruschev era acabar de una vez por todas con la, según ellos, “antinatural” situación de Berlín occidental, un autentico grano en el culo dentro del territorio controlado por los soviéticos.

Kennedy como anteriormente había hecho Eisenhower se negó; el dirigente soviético reaccionó amenazando con firmar el tratado de paz unilateralmente solo con la RDA, ignorando así el acuerdo de cuatro potencias firmado al final de la Segunda Guerra, insistiendo en que la ciudad de Berlín debía pertenecer a la RDA, quedando la Alemania Occidental (RFA) bajo la influencia estadounidense. Kennedy en un tono moderado respondió diciendo que Estados Unidos no podía aceptar tal acuerdo debido al desprestigio que supondría respecto a sus aliados occidentales.

Aunque el tono de ambos presidentes fue cortés, el empecinamiento de Kruschev de mantener su amenaza de firmar una paz unilateral en diciembre si no había un acuerdo previo, precipitó la siguiente crisis:

 

La crisis de Berlín

 

Berlín se había transformado en un autentico coladero por donde miles de alemanes de la Alemania Oriental se fugaban a la Occidental. Para evitarlo los soviéticos dieron el visto bueno al plan del gobierno de la RDA  para construir un muro que separaría las dos partes de Berlín. En la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, sin previo aviso, se construyó el muro entero. Lo que sería tristemente conocido como el muro de Berlín se transformó en el gran símbolo de la separación entre los bloques, entre el capitalismo y el comunismo. La muralla, que rodeaba Berlín Oeste, dividió la ciudad en dos durante veintiocho años, hasta el 9 de noviembre de 1989.

Hay muchas películas que tratan el drama de la separación de las dos Alemanias y el muro de Berlín, pero destacamos:

 

TUNEL 28, Robert Siodmak (1962):

El director alemán Robert Siodmak ponía los últimos pasos a su brillante trayectoria cinematográfica con este drama basado en hechos reales sobre la fuga de una familia para huir del Berlín oriental al occidental a través de un túnel.

El Berlín Este cambió de aspecto un día al amanecer, con un muro que lo separaba del Oeste.

Una joven cree que su hermano ha saltado el muro y se empeña en seguirle liando al joven que habló con él por última vez. A raíz de ello traman un plan para cruzar la frontera y pasar al otro lado. Destaca la fotografía en b/n de Georg Krause, la puesta en escena entre los muros de esa casa que bordea el muro y el extraordinario ritmo del que dota a la acción.

Don Murray encabeza un reparto coral, del que es capaz de tirar sin problema para arrastrar el dramatismo bajo la tierra, dejando su última gran interpretación de esos primeros años que le llevaron al frente de las pantallas, debiendo pasar a la televisión en casi todo el resto de su carrera.

 

 

Desde 1950 hasta la construcción del muro más de 3 millones de alemanes orientales se pasaron a la RFA. Durante la década de 1960 la RDA fortifico la frontera y los cruces “ilegales” cayeron significativamente. Se estima que desde ese momento unas 1.000 personas perdieron la vida al intentar cruzar la frontera, pero los datos son confusos.

Dos películas más que hablan de ello son:

 

FUGA DE NOCHE, Delbert Mann (1982)

Producción de Disney donde los malos son muy malos y los buenos son muy buenos, pero sirve para escenificar la lucha constante de parte de la población del Berlín oriental por pasar la frontera a occidente.

El director hacía mucho tiempo que ganó el Oscar y parte de su filmografía es muy apreciable (“Marty”, “Mesas separadas”, “Pijama para dos”…), pero tuvo que acabar en la televisión donde empezó su carrera. Aquí se apoya en algunos actores conocidos como Beau Bridges o Jane Alexander, pero es John Hurt el protagonista central de esta historia que narra la historia verdadera de unos amigos que huyen en globo del sector oriental en 1979.

 

 

 

 

 

 

UN TUNEL HACIA LA LIBERTAD, Roland Suso Richter (2001)

Una producción alemana recién estrenado el siglo XXI cuenta los hechos ocurridos en los años 60 en Berlín, cuando un campeón de natación del Este que había huido al Oeste es el personaje principal de una fuga, a través de un túnel, de más de 30 personas. Harry dejó a su hermana, cuñado y sobrina con la promesa de volver a por ellos, y de paso arrastró consigo a unos cuantos más que tenían vinculación con gente huida al Berlín occidental.

Con actores de reconocida trayectoria internacional como Sebastian Koch, Alexandra Maria Lara o Heino Ferch, el drama consigue mantener la atención durante las 3 horas de metraje ya que sabe combinar el suspense de lo narrado con profundizar en los motivos personales de cada personaje. Al estar basada en hechos reales pone al espectador en situación más realista.

Los reacción de Occidente frente a la construcción del muro fue muy moderada, solo el alcalde del Berlín Occidental Willy Brandt, futuro canciller de la RFA, protestó enérgicamente. Los EEUU mandaron 1.500 soldados de refuerzo a la ciudad pero sabían que, en el fondo, la construcción del muro supuso la confirmación material de que la URRS aceptaba el status quo de la separación de Berlín.

 

 

Aun así la situación estaba muy tensa, estado a punto de estallar en octubre cuando se produjo un incidente en uno de los puntos de cruce del muro (en la jerga americana Checkpoints). Se habilitaron once puntos de cruce. El posteriormente famoso  Checkpoint Charlie situado en el barrio de Friedrichstadt, era por el que se permitía el tránsito a extranjeros o miembros de la fuerza aliada, trabajadores de la delegación permanente de la RFA y funcionarios de la RDA, apareciendo en muchas de las películas que tratan sobre la guerra fría.

El 22 de octubre un alto funcionario americano fue detenido y puesto bajo control de la policía de Alemania Oriental cuando intentaba cruzar el Checkpoint Charlie en automóvil, acompañado de su esposa para asistir a una función teatral en el sector oriental. Esto creó una tensa situación entre los americanos y la RDA, ya que los EEUU solo reconocían a los soviéticos la capacidad de control sobre el tránsito de personas en Berlín. Cuando por la mañana del 25 de octubre otro funcionario fue arrestado cuando intentaba pasar a Berlín Este, el general americano al cargo envió 10 tanques al Checkpoint, comenzando una peligrosa escalada ya que los soviéticos reaccionaron mandando esa misma tarde treinta y tres tanques T-55, deteniéndose a unos pocos cientos de metros del Checkpoint Charlie, aunque los americanos ya se habían retirado. Era la primera vez desde 1953 que los soviéticos alineaban blindados en las calles de Berlín.

 

 

19.- Tanques apuntándose en el Checkpoint Charlie

 

Al día siguiente hubo nuevos incidentes entre los agentes de policía de la RDA y funcionarios civiles estadounidenses, protegidos por escoltas militares armados, que entraron ostentosamente en el sector oriental y se negaron a mostrar sus documentos. El punto crítico se alcanzo el 27 de octubre cuando diez blindados soviéticos se situaron enfrente de otros tantos blindados americanos en el Checkpoint Charlie a solo 100 metros de distancia unos de otros; ambos grupos de tanques tenían órdenes de responder en caso de que alguien abriera fuego. Fue la única ocasión en toda la guerra fría que ambos bandos se apuntaban directamente con sus cañones. Los niveles de alerta se dispararon en los dos bandos. Temiendo una guerra nuclear a causa de Berlín, muchos norteamericanos empezaron a construir refugios antinucleares en el jardín de su casa. El pulso se alargó durante dieciséis horas, pues ninguno de los dos bandos quería ser el primero en desatar un conflicto que podía derivar en una guerra nuclear, por lo que se dio orden de retirar los tanques y se alcanzó un compromiso diplomático.

Por primera vez los dirigentes de las superpotencias fueron conscientes de que un pequeño error, o un soldado de “gatillo fácil”, podía haber arrastrado al mundo a un holocausto atómico. Aun así las apuestas fueron subiendo en la siguiente crisis.

 

La Crisis de los misiles Cubanos (1962)

 

Fiel a su compromiso con Castro, Kruschev decidió desplegar en la isla 36 misiles balísticos de medio alcance (MRBM de 2.000 kilómetros de rango), y otros pocos de menor alcance, además de comprometerse a enviar bombarderos, tropas y material militar con el objetivo de defender a Cuba de otra posible invasión apoyada por los EEUU. Existían además otras razones para el despliegue de estos misiles nucleares: los Estados Unidos había desplegado misiles balísticos de alcance intermedio Júpiter (IRBM) en Turquía, vecina de la Unión Soviética, amenazando directamente el corazón de Rusia. Por otro lado, por cuestiones de prestigio, el despliegue de misiles soviéticos en Cuba compensaría el creciente desequilibrio entre arsenales nucleares, muy favorable a los norteamericanos. Era una apuesta arriesgada ya que sabían que los norteamericanos cuando se enteraran, no se quedarían de brazos cruzados.

En octubre de 1962, aviones espías norteamericanos U2 detectaron la construcción de rampas de misiles, así como la presencia de tropas soviéticas en Cuba. El asunto era grave desde el punto de vista político y estratégico, como ya sabían los soviéticos. A los americanos no les quedaba otro remedio que asumir con energía el desafío soviético. Iba a ser un auténtico pulso.

 

 

20.- Los misiles rusos en Cuba descubiertos

 

Kennedy vio la oportunidad de desquitarse de su humillación por la fallida operación de la bahía de Cochinos por lo que adoptó una posición extremadamente firme exigiendo a Kruschev la retirada inmediata de los misiles de Cuba amenazándolo con una intervención militar directa sobre la isla. Aunque realmente Kennedy no quiso apostar tan fuerte, y se opuso a la idea de los jefes del estado mayor conjunto que querían destruir los misiles soviéticos por medio de ataques aéreos, decidiéndose por adoptar primero una solución menos agresiva: se desplegó la flota y la fuerza aérea para  establecer un bloqueo aero-naval sobre la isla, tras lo cual, en un discurso dirigido a la nación que pronunció el 22 de octubre, hizo un llamamiento a Kruschev para que “detuviera esta amenaza clandestina, temeraria y provocativa a la paz mundial”. Para recalcar sus palabras ordenó al ejército que empezaran a hacer preparativos para invadir Cuba y que se preparasen para una posible guerra nuclear. Se decreto el estado de alarma DEFCOM 2, que suponía que los bombarderos B-47 y B-52 del Mando Aéreo Estratégico se pusieron en estado de alerta y los misiles balísticos intercontinentales preparados para ser disparados.

 

 

21.- El bloqueo a Cuba

 

La pelota ahora estaba en el tejado de los rusos. Kruschev ordenó a los navíos soviéticos que se acercaban a la isla con material militar que se detuvieran, ya que si los navíos soviéticos intentaban forzar el bloqueo, el conflicto armado entre las dos superpotencias sería inevitable. Kruschev sabía que iba de farol: el potencial nuclear de la Unión Soviética en esos momentos era muy inferior al americano, además sólo nueve misiles estaban instalados y completamente montados en Cuba, en caso de confrontación la URSS llevaba las de perder. El día 26, Kruschev mandó un mensaje personal a Kennedy exponiendo que estaba dispuesto a llegar a un acuerdo, empezando unas frenéticas negociaciones para salir del atolladero.

Aun así la situación era muy tensa, cuando el día 27 baterías antiaéreas soviéticas derribaron a un avión espía americano U2 sobre la isla de Cuba, el mundo contuvo el aliento. Adelantándose a la inminente crisis, ese mismo día Kruschev propuso a Kennedy el desmantelamiento de las bases soviéticas de misiles nucleares a cambio de la garantía formal y pública de que Estados Unidos no realizaría ni apoyaría una invasión al territorio cubano, además de retirar los misiles Júpiter que mantenía desplegados en Turquía. Kennedy accedió, prometiendo públicamente que Estados Unidos no intentaría otra invasión de Cuba y, sin informar de ello al pueblo norteamericano, al Congreso ni a los aliados europeos, aseguró a Kruschev que, una vez terminada la crisis, retiraría los misiles Júpiter de Turquía. El mundo respiro aliviado: fue el momento de la Guerra Fría en que más cerca se estuvo del apocalipsis nuclear.

El cine retrato estos días agónicos en la película:

 

TRECE DÍAS, Roger Donaldson (2000)

La crisis de los misiles de Cuba de 1962 es uno de los episodios más significativos de la guerra fría, y Roger Donaldson nos da aquí la visión norteamericana de los hechos, basándose en grabaciones y archivos desclasificados por la CIA.

Un avión militar norteamericano fotografía unos misiles que los soviéticos llevan a Cuba desencadenando una crisis que puede desencadenar la III GM y afectar a todo el mundo. Las diatribas, discusiones y negociaciones duraron 13 días de intriga y dramatismo creciente, dejando clara la distinta visión del político y del militar.

Con Bruce Greenwood como John F. Kennedy, Steven Culp como Robert Kennedy, Dylan Naker como Robert McNamara o Michael Fairman como Adlai Stevenson, es Kenny O’Donnell (Kevin Costner) el que asume el mayor protagonismo de esta película que se encierra entre las 4 paredes de reuniones en la Casa Blanca, la ONU o cualquier despacho donde haya una gran mesa y un teléfono. Una de esas demostraciones de liderazgo más allá de imposiciones éticas y estéticas.

 

 

 

Epilogo

 

Kruschev apostó fuerte pero se equivocó en sus cálculos al no prever que la reacción americana llegaría a ser tan firme, de hecho Kennedy estaba dispuesto a llegar al final: en los momentos culminantes de la crisis el propio JFK declaró que las probabilidades de un desastre eran “de una entre tres e incluso más” y lamentó la probabilidad de que los niños del mundo no llegaran a viejos.

El mundo había cambiado mucho desde el fin de la IIGM. Ahora ambas potencias tenían un arsenal nuclear a su disposición, y la carencia de información de una de las dos partes sobre los propósitos de la otra, aumenta el riesgo de conflicto atómico que nadie deseaba. Para evitar que no se produjeran futuras situaciones de este tipo se creó el llamado “teléfono rojo”, línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, que permitiría conversaciones rápidas entre las superpotencias en momentos de crisis y que fue magistralmente parodiado en la película:

¿TELÉFONO ROJO? VOLAMOS HACIA MOSCU, Stanley Kubrick (1964)

La sátira definitiva sobre un posible holocausto nuclear provocado por la locura de uno de los posibles protagonistas. Stanley Kubrick alarga lo máximo posible los extremismos de los polos opuestos de las dos culturas dominantes en el mundo.

Un general norteamericano (Sterling Hayden) pierde la razón y ordena a los aviones nucleares que dependen de él atacar todos los objetivos en la URSS mientras el presidente de Estados Unidos (uno de los 3 papeles que interpreta Peter Sellers) intenta convencer al mandatario soviético que lo ocurrido es un accidente, no una declaración de guerra. El guión está repleto de brillantes diatribas sin sentido sobre el inexistente futuro de la humanidad o la supuesta inquina del enemigo. Centra su proyección en los soldados del avión que no pueden contactar (Slim Pickens, James Earl Jones…) y la comedia desatada por los excesos de las actuaciones de George C. Scott, Sterling Hayden y, sobre todo, Peter Sellers en su triple papel.

 

 

 

 

La crisis de los misiles cubanos fue realmente un punto y aparte en las relaciones entre las dos superpotencias. Ambas se asomaron a un profundo abismo lo que llevó a un nuevo periodo donde las tensiones se relajaron. Este periodo conocido como “la distensión”, se alargaría hasta finales de las década de 1970, donde de nuevo se relanzaría la guerra fría como veremos en la siguiente parte.

 

Vicente Sáez & Eduardo Garrido 

 

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

1 Comentario

  1. Pablo B

    Maravilloso y muy bien documentado trabajo sobre la Guerra Fría. La parte cinéfila nos permite conocer mejor una serie de películas muy interesantes sobre el tema y la parte histórica aporta gran cantidad de datos sobre los diferentes aspectos de la Guerra Fría: colonialismo, carrera armamentística, espionaje… Entiendo que habrá una continuación que llegue hasta la caída del Muro y la desintegración de la URSS, estoy deseando echarle un vistazo. Gran trabajo, enhorabuena a los autores.

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