A ritmo de música de baile actual comienza un compendio de muchos de los miedos feministas contemporáneos, como aprovecharse de una mujer sola y borracha, los piropos de los obreros o prevalecerse de la edad. Parece que los hombres son violadores en potencia, sin excepción. Incluso aparece como referencia de misoginia, proyectada en un televisor, la obra maestra de Charles Laughton “La noche del cazador”.
Tras un largo preámbulo, a la media hora de metraje llega el giro argumental, anticipado por la banda sonora, que pivota sobre la venganza sobre un traumático hecho pasado, lo que emparentaría a “Una joven prometedora” con el “Impacto súbito” de Harry, el sucio aunque encontramos superior en la comparación a la cinta de Clint Eastwood, aunque, ni de lejos sea lo mejor de la filmografía del doble ganador del Oscar en relación a la exitosa Emerald Fennell, a pesar del sorprendente éxito conseguido con su “opera prima”, en otro caso de actriz que pasa detrás de las cámaras, convirtiéndose en la nueva esperanza posmoderna, como le ha sucedido a Greta Gerwig con «Lady Bird», nominación al Oscar mediante. Fennell que como intérprete había destacado en la tercera y cuarta temporada de «The crown», como Camilla Parker-Bowles ofrece una puesta en escena alocada, irregular pero visualmente “resultona” y que interesará a los colectivos y mujeres del feminismo de cuarta ola a los que va dirigida “Una joven prometedora”.
Hay que reconocer que el ritmo funciona y sus algo menos de dos horas no aburren, gracias también a una puesta en escena que intenta enlazar el cine clásico en las referencias, pues a la antes descrita también hay otra al “Fedora” de Billy Wilder, alternando escenas bochornosas como la seducción a ritmo de la música de Paris Hilton, con otras más interesantes como el destrozo al coche de un conductor grosero, por parte de la protagonista, con la música del maravilloso “Liebestod” del “Tristán e Isolda” de Richard Wagner. Aunque, sin duda, lo mejor y más destacado es la brillante actuación de la siempre eficaz Carey Mulligan, en un papel alejado del último donde la vimos como era «La excavación».
Cine británico e independiente que intenta de una forma misándrica hacer un ejercicio de provocación aunque ya sabemos que lo que vende ahora en el arte son los postulados “woke”, como podemos leer en el hilarante libro del comediante inglés Andrew Doyle, con el seudónimo de Titania Mc Grath de homónimo título. Un “divertimento” realizado para pasar un rato entretenido, sonreír e intentar no profundizar demasiado ni en su guion ni en sus ideas, por lo que sorprende que un largometraje menor, como este, haya sido encumbrado entre los mejores del año, lo que dice poco de una cosecha, la del 2020, mediocre por las producciones paradas por el coronavirus.
De hecho, “Una joven prometedora” no es ni siquiera original, pues hemos visto múltiples y homenajes en cintas superiores como la sórdida venganza de “Hard candy” de David Slade, la culpa tras un homicidio imprudente de “Very bad things” de Peter Berg o la extraterrestre que cazaba hombres en la maravillosa «Under the skin» de Jonathan Glazer. Productos más a contracorriente y que causaban cierta desazón. Aquí los ricos se casan por el rito “new age” en ceremonias “horteras”, violan en grupo a jóvenes prometedoras en sus años de universidad, siendo perdonados al tener relevancia social al ser médicos. Cosa que nos recuerda a un caso parecido en España, lo que hace pensar que los problemas son los mismos aunque se cambie de nación. Ahora que lo pensamos, lo de volver a casa sola y borracha también nos suena.
un gran recordatorio del pasado
Gracias por el comentario.