Aprovechando el estreno en la plataforma Filmin, debemos hablar de esta inclasificable película que tuvo un estreno casi clandestino en julio, siete años después de haber sido producida. En este lapso de tiempo “Under the skin” se había convertido en un filme de culto, una “rara avis” con su extraña mezcla entre ciencia ficción, terror y existencialismo. Con ella, su director Jonathan Glazer cerraba su escasa, e interesante, filmografía conformada por “Sexy beast” (2000), “Reencarnación” (2004) y la que nos ocupa (2013). Desde entonces, solo ha realizado un par de cortometrajes, a la espera de un nuevo proyecto que no termina de iniciar, lo que le emparenta, y no solo por el tiempo entre rodajes, con otro grande como Terrence Malick. No es la única referencia cinéfila que podemos ver en la cinta, pues el espíritu de Stanley Kubrick o de David Lynch se encuentran presentes. De hecho, un velado homenaje a “El hombre elefante” es quien hace desencadenarse el último acto.
El guion, del propio Glazer junto a Walter Campbell, nos narra la vida de una mujer, que descubriremos que nos es tal, que circula con su camioneta por pueblos obreros británicos buscando víctimas, a las que seduce, conduciéndolas a una casa donde las elimina. En una de sus horribles aventuras conoce a un hombre con síndrome de Proteus, que no se cree que una bella mujer quiera tener sexo con él. Por extrañas circunstancias, la “cazadora” se arrepiente y le perdona la vida, por lo que empezará a ser seguida por unos motoristas, teniendo que emprender una huída hacia ninguna parte. Todo narrado, con “tempo” pausado, con una puesta en escena que juega con los silencios, con planos imaginativos y un sentido del ritmo que invita a la reflexión y a no perder detalle de lo que sucede en la pantalla, apoyado en algunas ingeniosas soluciones, como rodar por las calles (a modo de documental) la búsqueda de candidatos a los que abordar y una fotografía de Dan Landin que destaca la oscuridad y la tristeza de esa Inglaterra, que no aparecerá en ninguna guía turística, como sucedía en el cine de Michael Winterbottom. Además, es evidente que ha servido de referente para otras producciones posteriores, pues las ejecuciones de los incautos hombres que caen en las garras de la protagonista son rodadas de forma similar en los sueños de “Eleven” en la primera temporada de «Stranger things» o esa figura solitaria en una camioneta buscando personas a las que asesinar la entroncan con otra estupenda propuesta como «La casa de Jack» de Lars Von Trier.
Entre los actores, destaca una soberbia Scarlett Johansson que consigue conmover con esa dicotomía entre el bien y el mal, el cazador y la presa, la realidad y el sueño. Además, Jonathan Glazer consigue algo impensable y es que una actriz, entonces considerada de las más bellas de Hollywood, nos parezca guapa y “sexy” pero no imposible de ligar con ella para los “patanes” que conoce por el camino. Y en eso hay mucho de la dirección de Glazer y de la contenida interpretación de Johansson, sumado a una espectacular banda sonora de Mica Levi.
“Under the skin” era una deuda pendiente con el cine en España, por lo que hay que agradecer a sus distribuidores el hecho de arriesgarse a traerla a nuestro país y que podamos disfrutar de un largometraje extraño y perturbador pero una muestra de lo bien que se están haciendo las cosas por nuevos realizadores que apuestan por el cine de género, sea ciencia ficción o terror, combinado con autores que a primera vista poco tienen que ver, en campos como la filosofía, como es el caso de Ari Aster, el «A ghost story» de David Lowery o Robert Eggers. Cine con mayúsculas.
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