Hablábamos en la reseña dedicada a «Yo, Tonya», como la cinta de Craig Gillespie había sido desplazada en las nominaciones a los Oscar por su tono políticamente incorrecto y su arriesgada puesta en escena. Sospechamos que la gran beneficiada de esta decisión es esta «Lady Bird», propuesta mucho menos ambiciosa y rodada de una manera más convencional aunque este tipo de historias sencillas suelen gustar a los académicos para encontrarse en la terna de candidatos aunque rara vez consigan algún galardón importante. El 4 de marzo lo sabremos pero aunque no gane siempre podrá compensar por los dos Globos de Oro a la mejor película dela año en la categoría de comedia y a Saorsie Ronan como mejor actriz en el mismo género. Y lo de Ronan, como la nominación de Laurie Metcalf a mejor secundaria se puede comprender, incluso lo de mejor guion original y película pero menos comprensible es lo de mejor director, pues la casi debutante Greta Gerwig, una actriz que deja la interpretación para pasarse detrás de las cámaras, se limita a filmar de forma clásica, en más de un momento casi televisiva, con una puesta en escena sin riesgo, académica y donde lo más destacado es la dirección de actores, encontrándose lejos de los trabajos en esta categoría de Nolan, Del Toro, Peele o Anderson e inferiores a Gillespie, Mc Donagh o Guadagnino que no han recibido nominación a mejor dirección.
Sus puntos fuertes son el guion; historia sencilla sobre una adolescente en su último año de instituto antres de entrar en la universidad, ese momento donde comienza la madurez y donde la joven se revela ante un mundo que en principio han preparado sus padres pero que ella no quiere. Y a partir de ahí se elabora el guion de la propia Gerwig sobre los miedos, obsesiones y alegrías de su protagonista. Un tema que casi siempre está presente en esta temporada de premios con inexpertas chicas que van descubriendo el mundo, así, sin pensar, y a «bote pronto» recuerdo «Una educación», «Juno» y «Brooklyn», aunque pensamos que estas eran superiores a la que nos ocupa, que no es que sea mala pero su tono es menor y aunque no tenga defectos evidentes y resulte correcta, tampoco sorprende ni destaca, salvo en las interpretaciones, donde ahí si destacan dos personajes: la prtagonista, Saorsie Ronan cada vez mejor actriz y que hay que reconocer que este tipo de papeles de joven descubriéndose los borda y es normal que en una trayectoria tan corta ya cuente con tres nominaciones a la dorada estatuilla (como secundaria en «Expiación» y principal en «Brooklyn» y «Lady Bird») y la veterana Laurie Metcalf, que compone una madre deliciosa, llena de humanidad, reflejando en cada gesto la angustia y el miedo de perder a una hija cuando abandona el hogar familiar. Ellas son la «punta de lanza» de un reparto compacto en una ciudad pequeña como Sacramento en el ambiente católico de un colegio religioso, y donde nos atrevemos a suponer que hay bastante de autobiográfico en una cinta que se ve con agrado pero que imaginamos no pasará a la historia del cine.
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