Séptimo álbum de estudio de Rob Zombie, tras un parón de cinco años desde «The electric warlock acid witch orgy celebration dispenser», disco de título eterno y mínima duración, pues superaba por poco la media hora. Y como en ese, repite nombre eterno “The lunar injection kool aid eclipse conspiracy”, poco menos de cuarenta y cinco minutos, en diecisiete cortes, de los cuales la mitad son canciones y la otra preludios o prólogos y una banda engrasada, con la que lleva más de una década con John 5 de guitarra y la base rítmica de Piggy D. de bajo y Ginger Fish de batería, junto a sus reconocibles “sampleados” y sintetizadores y la voz “aguardentosa” de Zombie pasada por unos cuantos programas de ordenador. Nada nuevo ni original pero que suele funcionar, sobre todo en directo aunque en España solo le hemos podido ver en dos giras, primero en un Azkena Rock en el 2011, en una inolvidable jornada que empalmó Black Country Communion, The Cult, Ozzy Osbourne (ambos conciertos mejorables), Rob Zombie y Kyuss, y en el 2014 en salas de Madrid y Barcelona.
En estos cinco años de descanso, le ha dado tiempo a dirigir sus dos últimas producciones, la “floja” “31” y el impresentable cierre de la trilogía que comenzó con su “opera prima” “a casa de los mil cadáveres”, titulada “Tres del infierno”. Pero de nuevo en lo musical el disco comienza con un coro cantando “aleluya”, con sintetizador y varias voces unidas a un final con guitarra que se funde con el primer sencillo “The triumph of King Freak (A crypt of preservation and superstition)”, un tema de metal industrial irresistible con el que no se puede parar de moverse. Una canción en la mejor línea de Rob Zombie, directa y de poco más cuatro minutos que termina de forma abrupta a ritmo “funky”, unida a “The ballad of sleazy rider”, otro corte bailable y efectivo, sumando la melodía industrial con ramalazos de la música tradicional americana en sólo tres minutos. Más atmósfera de sintetizador con “Hovering over the dull earth” enlazando con “Shadow of the cemetery man”, más de lo mismo pero con la misma facilidad para que la canción entre en una primera escucha, además permitiéndose el lujo de poder ofrecer subidas y bajadas, “crescendos” y “diminuendos”.
Sacado de una de sus bandas sonoras parece el interludio “A brief static hum and then the radio blared” antecediendo a la armónica y las tonalidades “country” de “18th century cannibals, excitable morlocks and one-way ticket on the ghost train”, extravagante como el mismo Zombie. Otro de los adelantos escuchados con anterioridad fue “The eternal struggels of the howling man”, con un comienzo con órgano de iglesia para pasar a una canción revolucionada, “pasada de vueltas” y “a toda pastilla”, manteniendo la lisérgica concepción que se puede comprobar desde la portada. De nuevo, el punteo sorprende con más “funky”, desde donde parte un brillante “desparrame” final. “The much talked of metamorphosis” sirve como un oasis de paz, un remanso de tranquilidad entre tanto movimiento. Un instrumental con guitarra acústica de dos minutos. Pero solo es la calma que precede a la tempestad, pues “The satanic rites of Blacula”, a pesar de comenzar como un ensayo, a forma de broma pasa a otra fusión entre el industrial y el “garaje” en otra pieza de dos minutos, a la que sigue otro prólogo a sintetizador y distorsión como “Shower of stones” para dar paso a dos composiciones interesantes como “Shake your ass- Smoke your grass”, de poca instrumentación hasta el estribillo y estructura repetitiva en el puente, y “Boom- boom- Boom” que podría aparecer en largometrajes del propio Zombie o en cintas fronterizas como “Abierto hasta el amanecer”. Dos preludios como el setentero “What you gonna do with that gun mama?” y el más cinematográfico “The serenity of witches” anteceden a uno de los mejores temas de “The lunar injection…” como es “Get loose”, un clásico industrial, que recuerda algo a “Dragula”, con influencias orientales para finalizar con “Crow killer blues”, el tema más largo del álbum con cinco minutos y que sirve de colofón a uno de los mejores discos desde hace tiempo del ex líder de White Zombie, a quién no le hace falta cambiar un ápice a sus enloquecidos ritmos y su divertida visión musical. Tipos como él son necesarios.
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