Con una trayectoria impecable, convirtiéndose, por méritos propios, en una de las principales bandas del denominado post- metal, los suecos Cult of Luna llegaron al cénit con su magnífico “A dawn to fear” del 2019 (como suena de lejano), álbum que encandilo a algunos miembros de nuestro «staff». Y “The raging river” algo tiene del anterior trabajo, de hecho los propios músicos lo han definido como “-un puente, un punto medio que debe cruzarse para que podamos terminar lo que comenzamos con “A dawn to fear”-“.

En esta ocasión, los escandinavos nos presentan un disco corto o un Ep largo, pues estamos hablando de más de treinta y ocho minutos y medio de duración, lo cual no es de extrañar pues la banda suele concebir sus composiciones con numerosos cambios de ritmo, cadencia pesada, agresiva y oscura, jugando con los “tempos”, lo que consigue que suelan ser cortes largos. En los cinco que componen “The raging river”, hay excepciones, pues alguno de ellos no llega a cuatro minutos. Un trabajo interesante que a pesar de no estar al nivel de “A dawn to fear” tampoco da la impresión de ser descartes del exitoso disco, mezclando con sabiduría diferentes estilos, permitiéndose alguna licencia en algunos momentos.

“The raging river” comienza fuerte con “Three bridges”, corte de casi nueve minutos, con una presentación atmosférica de un minuto y medio, donde la guitarra se enlaza con el sonido del sintetizador, hasta que la rasgada voz gutural de Johannes Persson hace acto de presencia. Múltiples, y virtuosos, cambios de ritmo son una constante en un inicio demoledor pleno de “doom”, progresivo, “black” e, incluso, el “death metal” técnico a lo Messughah. “What i live of behind” no baja, en absoluto, el nivel, algo más relajado en su comienzo, con los espaciales “samples” y sintetizador de Kristian Karlsson elevando al sonido pesado de la melodía y voz a territorios donde elevar la mente, cerrar los ojos y dejarse llevar a los lugares que nos propone Cult of Luna, como esa “huella sonora” de la que hablaba Auserón. Y de repente, sin esperarlo aparece “Inside of a dream”, minimalismo en estado puro, pocas notas acústicas a las seis cuerdas, sonidos etéreos de sintetizador y como protagonista estelar, la triste y cansada forma de cantar de Mark Lanegan, todo un icono del rock alternativo, aunque todavía recuerdo como fue ignorado por la masa que fue a ver en el 2017 a Guns and Roses, ya que actuaba de telonero de los “angelinos” (supondo que con los seguidores de Cult of Luna podría suceder tres cuartas partes de lo mismo). La relajación y la lenta cadencia en la progresión musical también se nota en “I remember”, donde vuelven a un desarrollo de ocho minutos frente a los menos de seis y cuatro de “What i live of behind” y “Inside of a dream”. No carece de interés pero no llega a las cotas de los dos primeros avances, a pesar de un gran final, con algo más de dos minutos para enmarcar. Algo parecido pasa con el último “Wave after wave”, con otra entrada de un minuto y medio, para continuar con un ritmo monocorde, con cierta distorsión hasta el primer cambio pasados los dos minutos y medio. Desarrollo largo, ya que el tema dura más de doce minutos aunque manteniendo el tono y la estructura en las diferentes melodías que componen este “tour de force”, al que parece que las piezas van encajando poco a poco, y sin que nos demos cuenta, hasta el épico desenlace, tras un parón central al que sigue un “crescendo” de más de cuatro minutos y medio.

Un Ep que transmite buenas vibraciones y que, a buen seguro, gustará a los numerosos seguidores de los nórdicos, un estandarte de un género, como sucede en muchos de los considerados de metal extremo, no apto para todos los paladares pero cuyos degustadores suelen entrar en la categoría de “gourmets”. Siguiendo la analogía gastronómica Cult of Luna estarían lejos de la hamburguesa procesada que encajaría con la música más comercial.

Cult of Luna – The raging river

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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