H.P. Lovecraft no ha tenido demasiada suerte en el cine pues por la complejidad de sus textos, sus demonios primigenios, sus extrañas atmósferas y su alambicado estilo es complicado trasladar sus obsesiones de la palabra a la imagen. Tal vez, la mejor adaptación ha sido el “Re-Animator” de Stuart Gordon (y no dejaba de ser una aproximación libre del mundo de Lovecraft). Lástima que no llegase a “buen puerto” el proyecto de Guillermo Del Toro de “En las montañas de la locura”.
“Color out of space” es un relato corto, que como casi toda la obra “lovecraftiana” también es difícil reflejarla en pantalla grande pues todo gira en torno a un meteorito que cae cerca de una granja en Arhkam, tiñendo todo de un color nunca visto y volviendo locos a una familia de granjeros, desembocando en tragedia, ante un ingeniero que investiga el hecho y que actúa como testigo mudo. El cuento es conocido en España como “El color que cayó del cielo” y ya se realizó una versión cinematográfica a finales de los ochenta, conocida como “Granja maldita”, una serie B, de las muchas que proliferaban por aquel tiempo.
Esta “Color out of space” parte del hándicap de basarse en el escritor estadounidense pero hay que reconocer que estamos ante una de las mejores cintas que hemos visto sobre textos directos del autor de “El horror de Dunwich”. Con sus defectos, que no son pocos, es un producto más que digno que hará las delicias a los seguidores del terror desquiciado, pues la puesta en escena es delirante, con un arranque sosegado, mostrando el bello bosque y la familia de granjeros que acaban inmersos en una pesadilla colorida y lisérgica, merced a la fotografía de Steve Annis, saturada de un morado que intenta reflejar el indescriptible color que da nombre al texto y el filme. Un espectáculo brutal, tan solo comparable a la inclasificable «Mandy» de Panos Cosmatos, con el que comparte protagonista; un Nicolas Cage, “pasado de vueltas”, histriónico hasta el infinito y con una interpretación que sólo puede realizar él, que parece decidido a eliminar su antiguo estatus de estrella y trabajar en locas producciones donde de “rienda suelta” a su innumerable colección de muecas y tics. Su granjero enajenado es de los que se recuerdan durante tiempo.
Y todo ese despliegue imaginativo se lo debemos a Richard Stanley, otro hombre sin suerte en Hollywood, que comenzó fuerte con la modesta “Hardware”, que funcionó bien en taquilla (de hecho, recuerdo haberla visto de estreno), y “El demonio del desierto”. Éxitos que le permitieron ser el guionista y director de la superproducción “La isla del Doctor Moreau”, donde entre los egos de Marlon Brando y Val Kilmer y una ruinosa pre-producción, arruinaron el rodaje despidiendo a Stanley a los tres días de filmación, no aceptando este de buen grado la expulsión y colándose en el rodaje, (todo esto lo cuenta el imprescindible documental “Lost soul”) que terminó John Frankenheimer no evitando el desastre financiero y artístico, lo que provocó la ira de los productores y que no haya vuelto a rodar ficción desde entonces (1996). Para este trabajo demuestra que quien tuvo, retuvo, pues el ritmo es el acertado, dentro del “desparrame” visual y con Nicolas Cage desplegando su repertorio actoral. Se pueden observar ecos de John Carpenter, sobre todo de “La cosa” pero también de “En la boca del miedo”, su filme más “lovecraftiano”, con unos efectos especiales y banda sonora adecuadas.
Una divertida y sorprendente muestra de cómo crear un terror diferente, basándose en un novelista genial pero aplicando una narrativa visual lo suficientemente poderosa para tenernos pegados a la pantalla en las casi dos horas de metraje que dura “Color out of space”, un título que tiene todos los visos de convertirse en objeto de culto en un futuro cercano. Al tiempo.
0 comentarios