Vaya tiempo más desapacible. Claro que por otro lado es lógico teniendo en cuenta el mes del año en el que estamos. No voy a hacer cátedra con los problemas climáticos. Que rápidamente salen teóricos con teorías aprendidas en primero de meme, confirmando o desmintiendo. Glorificando o satanizando. Según el grado de secularización adquirida en las ideas compartidas mientras ponen a la carrera, en huida el libre pensamiento. Yo hoy me quedo en casa. Pienso mientras los bastidores de la puerta se quejan de los envites del viento. Ya estoy yo viendo una película. Pues va a ser que no. ¡A la calle que hay cosas que hacer!. Pues ahí está el tío, con la cazadora cerrada, las botas puestas y los auriculares bramando a todo volumen. Miro al paraguas de soslayo. Contigo va a cargar tu puta madre. Así me cale hasta los huesos. Manías que tiene uno. Antes muerto que sencillo. Faltaría más. Pulso el play y comienzan a rugir las guitarras.
Ryan Allen es el típico músico que después de militar en varias bandas conocidas en su Detroit natal, decide tomar las riendas de su propia carrera. Y a raíz de ello nacen estos Ryan Allen and His Extra Arms que lanzan su tercer disco, “Headacher”, un trallazo de power pop con guitarras afiladas y mucha melodía en las voces, con un sonido fresco y juvenil, que si buscamos en el baúl de los recuerdos se puede emparentar con aquello Goo Goo Dolls a los que tanta bola dieron en su tiempo para luego sustituirlos por otros que fueron llegando después. Este “Headacher” suena potente. Consiguen equilibrar la fina línea entre el pop y el rock, manufacturando ese tipo de canciones que en un pub con unas birras y unos colegas bailas sin vergüenza, decoro ni sentido del ridículo. Punk pop dirán algunos. No creo, apostillo yo. Lo de Ryan Allen and His Extra Arms está más próximo a nuestro Kurt Baker que a los Green Day más insoportables. Un disco que no te salvará la vida pero que posee unas guitarras espectaculares.
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