El rock no está muerto porque no puede morir. Cuando no se escucha, es porque está oculto en algún lugar frío y oscuro, pero siempre latente. Y esa lantecia en el silencio promueve, con el paso del tiempo, una explosión más acusada. Como la de Dirty Honey, una buenísima y joven banda que se estrena con este disco debut de nombre homónimo.
Proveniente de Los Ángeles, está compuesta por Marc Labelle, John Notto, Justin Smolian, y Corey Coverstone. Y su novísimo disco ha sido producido por Nick Didia. Un disco que impacta ya desde su primera canción, porque no puedes evitar hacerte la imagen de los Led Zeppelin con las poses de Robert agarrando el micro y desgarrando la voz cuando las guitarras se callan. Unas guitarras que suenan a unos jóvenes AC DC.
Dirty Honey han apostado por el rock clásico, por las raíces, por cuando se gestó todo. Y nos han traído un espectacular disco que será del agrado de los más exigentes en el sonido de antaño, puesto que el álbum es redondo, lo mires por donde lo mires.
Desde su primera canción When I’m Gone, Marc Labelle lanza su voz , mezcla de Axl Rose y Robert Plant y ya nos pone los pelos de punta. Y el disco no baja de calidad hasta que no suena la última nota. Rolling 7s, Heartbreaker, Down The Road, Scars, Break You, todas las canciones se van sucediendo y no quieres que terminen nunca.
Buen disco el de estos chicos que empiezan fuerte. En cuanto lo descubres dan ganas de contárselo a los amigos. Tendrán que mantener el nivel. Eso les pasa por ofrecer algo tan bueno. Queremos más rock de Dirty Honey y creo que lo vamos a tener, porque cuando se empieza así, cualquier cosa puede suceder.
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