La British Invasion estaba en pleno auge y grupos como Led Zeppelin o Cream extendían sus tentáculos por todo el mundo, pero en Estados Unidos todavía bebían de la revolución cultural de los años 60 y CACTUS decidieron ocupar ese lugar.

Los bluesmen americanos tuvieron que emigrar a Europa unos cuantos años atrás para poder revivir el blues, influenciando a toda una grandísima generación de músicos, especialmente británicos (Eric Clapton, Jimi Page, John Mayall, Jeff Beck…) que luego devolverían el favor influenciando a montones de músicos americanos que devolverían al rock al lugar que le corresponde.

CACTUS siempre cargaron con el sobrenombre de ser los Led Zeppelin americanos y para determinado número de mentes cerradas eso se convertía en un obstáculo muy difícil de salvar, pero si decides escarbar y no hacer caso a lo que se dice, te das cuenta que eso no es así, que los 4 genios que se juntaron tenían las ideas claras y que sus cualidades musicales eran innatas y preciosistas.

El nombre de la banda surgió durante la última gira de los Fudge cuando, entre Tucson y Phoenix, Carmine vio un local con un gran letrero al frente con ese nombre y le encantó como nombre para una banda de rock.

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Corría el año 1.969 cuando la sección rítmica del grupo VANILLA FUDGE decidió reclutar a Jim McCarthy, hasta ese momento guitarrista de DETROIT WHEELS, y a Rusty Day, vocalista de la formación del cavernícola Ted Nugent THE AMBOY DUKES, para formar esta grandísima banda llamada CACTUS.

Muy poco tiempo necesitaron para engrasar la maquinaria y en febrero de 1.970 ya estaban grabando este debut que hoy recordamos.

“Parchman farm” es la encargada de abrir su primer trabajo y se convierte en una demostración perfecta de lo que es el grupo, un despliegue de energía bestial con la banda a toda velocidad. La afilada guitarra de Jim soleando a todas horas, el bajo marcando el ritmo con ese toque mágico especial de Tim, mientras Carmine aporrea su batería con todas sus fuerzas y Rusty deja claro que él no es un cantante al uso, sino un completo frontman ayudando a redecorar los entresijos salvajes y descontrolados de este clásico con su omnipresente harmónica.

Con “My lady from the south of Detroit” nos encontramos uno de los pocos acercamientos al sonido americano, pues se trata de una balada en tono country que desentona un poco con el resto del disco, pero que le da un cierto halo hipnótico.

“Bro. Bill” es uno de sus clásicos más recordados, un medio tiempo de bases hiper blueseras, con una sección rítmica alucinante y una harmónica que acompaña por detrás los acordes de la guitarra que combina el uso de eléctricas y acústicas y algún efecto asalvajado por unos coros que parecen cantados por los 4 a la vez en plena subida de lo que sea que se habían tomado.

“You can´t judge a book by the cover” es uno de los títulos más cojonudos de la historia del rock. Empieza susurrante, con una guitarra acústica y un pequeño asomo de la harmónica para, tras la 1ª aparición de la rasgada garganta de Rusty, entrar a saco con la eléctrica y la desbordante harmónica. Pero siguen jugando con nosotros una y otra vez, subiendo y bajando el ritmo a voluntad, con ese filtro a blues del norte que acompaña a todas sus composiciones. También podemos ver, aunque solo insinuantes, el gusto del grupo por el auge que el rock progresivo estaba empezando a despertar en el hambriento público musical. Son casi 7 minutos de sensaciones distintas que se complementan perfectamente en uno de los temas más conseguidos en la
carrera de la banda.

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[column size=one_half position=first ]Justo a medio camino, lo que entonces era el inicio de la cara b del LP aparece “Let me swim”. ¡Qué gran canción! Aquí sí que se pueden apreciar las claras referencias a Led Zeppelín, con la Gibson de Jim McCarthy marcando un grandioso riff y, además, dejando constancia de un buen solo. Bajo y batería, como siempre están tremendos, sencillamente geniales, conduciendo el roquero ritmo del tema por los cauces adecuados.[/column]

[column size=one_half position=last ]Llegamos a “No need to worry”, un blues arrastrado donde destaca la portentosa voz de Rusty Day, un salvaje melenudo de garganta prodigiosa donde la técnica vocal no es la más adecuada, pero la fuerza que transmite suple sobradamente las carencias técnicas. Las bases de esos monstruos llamados Carmine Appice y Tim Bogert, se acercan a sus queridas referencias jazzísticas, mientras la guitarra de Jim acaricia melodías más cercanas al blues, formando una mezcolanza maravillosa de estilos.[/column]

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“Oleo” es un poderoso rock and roll bassed blues, con una melodía muy pegadiza y una nueva demostración de la calidad musical de todos. Las bases vuelven a jugar una y otra vez con nosotros, mientras la harmónica decora cada uno de los rincones de la canción que Jim ha marcado a fuego con su guitarra. El intermedio experimental de Tim Bogert al bajo, mientras Carmine juega con sus bombos y platos es genial, bajando el ritmo para volver a dar entrada a la guitarra y la harmónica.

El álbum se cierra con “Feel so good”, un tema muy de la época, dando cancha a cada uno de los músicos para que se luzcan, con un gran solo de batería de Carmine, al más puro estilo Bonham en “Whole lotta love” de sus admirados Led Zep.

Con esta formación grabarían 2 álbumes más (“One way…or another” y “Restrictions”) que cierran una trilogía casi perfecta, pero Rusty Day abandonaría (quizás lo tiraron) por sus excesos y tras un 4º trabajo (“Ot´N´Sweaty”) que no cumplió sus expectativas lo dejaron.

Tim Bogert y Carmine Appice se convirtieron en una de las secciones rítmicas más importantes y recordadas de toda la historia del rock y, poco tiempo después, lograrían uno de sus mayores deseos, que sería reunirse con uno de sus músicos más admirados, caso de Jeff Beck.

Afortunadamente hace unos años que regresaron con Jimmy Kunes en las voces, regalándonos un nuevo trabajo de estudio, llamado simplemente “V” que vuelve a demostrarnos lo grandes que son. Esperemos que esta vez sea por muchos años. Mientras, no dejéis de disfrutar de este grandísimo disco.

 

 

Cactus – Cactus

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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