Pasemos de largo el tan comentado ya incluso desde aquí tema de las bandas de versiones y vamos a centrarnos en las versiones como escuela, como herencia. Dentro del blues es muy habitual el rendir homenaje a los clásicos que han servido como piedras para edificar un género influyente a más no poder en el rock. El blues, esa música de negros que ha sido apropiada por los blancos, tanto público como músicos pero sin desvirtuar jamás esa plegaria a los grandes profetas que llevaron el dolor a sus acordes con la magia de aquel que es tocado por la genialidad. Hace ya mucho que el color de piel dejó de importar cuando hablamos de blues porque en el fondo todos somos negros cuando nos dejamos atrapar por él. El blues nunca ha escapado de aquello que cimentó su fortaleza y a sus músicos nunca les ha dolido prenda en declarar su deuda pendiente pagada a través de no dejar que se pierdan esas canciones. Walter Trout es uno de esos los guitarristas empeñados en que el blues siga vivo por siempre. Quizás su nombre no esté ligado a los ecos más próximos a los vientos mediáticos pero dudo que ningún buen aficionado al blues de guitarras ardientes no reconozca su valía demostrada a través de un gran puñado de discos.
Walter quería grabar su disco de versiones, pagar su deuda en un cruce de caminos a base de no dejar caer en el olvido esas canciones que le hicieron no abandonar jamás el sendero del blues. Pero Walter Trout no deseaba escuchar otra nueva versión de «Messin with the kid» o «Stormy monday» ni aunque fuese tocadas por él mismo. Deseaba dar luz a esas canciones escondidas por el tiempo que reconoce como grandes influencias y que no ruedan con la frecuencia necesaria por los altavoces de la gente. Manos a la obra en el estudio de Robby Krieger en L.A. el guitarrista nos ha dejado un fantástico disco con el que disfrutar al máximo, tanto de su forma de tocar como de su voz y por supuesto de unas canciones que son parte de la historia. Maravillas como «Woman don’t lie» o «Be careful how you vote» forman parte de este «Survivor blues» en el que Walter Trout además de electrificarlas a su manera y dotarlas de una potencia extra nos pone en bandeja no olvidar jamás a grandes músicos como Jimmy Dawkins, Sunnyland Slim o J.B. Lenoir además de a su viejo amigo y gran maestro del blues británico John Mayall rescatando un fabuloso «Nature’s dissapearing»
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