Siempre he sido un maniático, no creo que llegue al nivel de superstición de los que tocan madera o se dan en la frente con los dedos a lo Ronnie James Dio, pero un poco sí que tengo. Por ejemplo, nunca digo adiós. Me despediré con un “hasta luego”, o como buen chicarrón del norte, con un “venga” que sirve para todo. Al ver el título del disco de Gallos, Greatest hits, yo nunca titularía así un disco, salvo que la banda esté disuelta y finiquitada. El primer riesgo es que ocurra como a tantas bandas, que tienen un Greatest hits, un The best, un the very best, y un ahora sí que the very best, palabrita of Little Jesus. Por otra parte, un Greatest hits me suena a cuando a un actor o actriz le dan un premio honorífico a toda su carrera, que parece que el culo le empieza a oler a tierra. En fin, paranoias mías. One, two, three… ¡Rock!

Miss Tequila. Es un rock fiestero. Rock de verbena, por decirlo así. Tienen un aire a los Zigarros, en hablar, hablar, hablar, aunque si nos vamos al origen, repito referencia con otras bandas: it’s only rock ‘n’ roll (but I like it) de sus satánicas majestades. Si nos centramos en la sala de máquinas, batería y bajo, tienen un aire más power pop, más hard rock, como The Strokes o Jet. La base imprime un ritmo infernal, coros en plan Oh, oh, oh… lo que viene siendo una canción de hacer el gamba, pero versión rock.

Ladrones. No sé en qué exactamente, pero tiene un poso a ZZ Top, igual por la sincronización entre bajo y guitarra, que hacen una base instrumental tan homogénea que lanza por los aires el estribillo. Es innegable que Gallos se han cribado más de un disco y más de dos de los Rolling, que tienen a Keith Richards analizado e interiorizado hasta los cromosomas. Son coros de rock clásico, setentero u ochentero, la Credence, Led Zeppelin, los coros de los jovencísimos AC/DC aún con el malogrado Bon Scott…

Puede ser. Esto, por lo menos en los compases iniciales, sí que suena más cercano en el tiempo, y sobre todo en el espacio. Me suena a Leño, a Rosendo, aunque luego deriva a una especie de Let there be rock versión rock clásico. Esta canción es la receta de Gallos, una base instrumental de locos (batería y bajo se convierten en un solo instrumento mestizo que no hace prisioneros) y unos estribillos más que coreables. No suelo ser de los que se aprende las letras, pero a la segunda que escucho cualquier tema de este álbum me imagino berreando el estribillo en vivo.

Batalla perdida. Ya era hora de tomarnos un respiro. Guitarra acústica, un poco de slide… esto es puro Dire Straits, puro Mark Knopfler, Sultans of Swing, pero enfocado como una balada. Estas son las bandas que me gustan, las que me hacen trabajar. Cada vez que la escucho, le veo paralelismos con más y más artistas.

Pelea de gallos. Se acabó el descanso, otra vez a toda mecha. La base rítmica (el batería está dando todo lo que tiene) marca un ritmo inasumible, y sin embargo tanto en las estrofas como en los coros no se nota ni recargado en cuanto a número de palabras ni atropellado. Un, dos tres y empieza la cuenta atrás… / Dame siempre algo más, dame siempre algo más de lo que tienes / Dame siempre algo más, dame siempre algo más de lo que tienes / Esta noche te llevaré a bailar y al oído te voy a susurrar / Dame siempre algo más, dame siempre algo más de lo que tienes.

 

 

Tal vez el Rock and roll. Bajan un poquito el tempo, esto tiene más influencia blues, si me apuras, un poso a la receta que usaba Fats Domino en ese Blueberry Hill, donde bajando la locura al piano conseguía darle empaque (el rock no es sólo tocar a todo trapo). El estribillo es 100% los Rodríguez, Tequila, Calamaro, Ariel Rot… juntos o por separados, cuando se ponen/ponían marchosos. El mejor momento del disco: este estribillo. Son de esas canciones que da igual que no te sepas la letra, que ni siquiera conozcas a la banda. Al segundo estribillo estás gritando como un poseso: Tal vez el rock and roll esta vez sea la mejor opción.

Yo quiero todo. Uh, esto es blues. De los de garito con paredes de madera, de chalecos de cuero, sabor a etiqueta negra y olor a gasolina quemada en una Indian más vieja que el Mississippi. B.B. King o Rory Gallagher en What In The World, que acaba estallando en un rock a toda tela. Ese punteo de guitarra o ese bajo haciendo locuras pondrían a bailar al mismísimo Travolta, aunque el tupé lo llevara sujeto con cinta americana (qué cabrón Travolta).

 

 

No, no, no. Otra vez ese sonido entre ZZ Top y Diré Straits, pero con coros de rock latino, a lo Rosendo, o a lo Calamaro en las buenas. Como siempre, un estribillo muy fácil de seguir. Un caso curioso, hacen rock de raíces, Gallos es un homenaje sobre las tablas, un digno heredero si así se prefiere, pero logran un poso “comercial” con esos estribillos.

Volver. Vale, ahora sí que me matan, pero si me viene al coco, lo tengo que decir. Esta tiene un rollo a George Michael, a Faith. Hombre, salvando las distancias, con ese poso de los Stones, de los Kinks, de The Who… pero tiene un leve parecido. Voy a esconderme antes de que vengan a por mí.

Tu cuento. Increíble, eran diez canciones y se me han pasado en un suspiro. Creo que la culpa es de la banda, pisan tanto el acelerador que no hacen canciones, hacen relámpagos. Creo que es un homenaje a sí mismos. Bajan un poco el tempo, dejando que las guitarras suenen a ellos mismos, suenen a rock, y se deleitan en los estribillos: Pero tú volverás a por más. Sencillo, a primera vista y sobre el papel… ¿simple? Intenta escucharlos sin corearlo.

Se me ha hecho terriblemente corto. Si estos son los Greatest hits, la discografía completa no tiene que tener desperdicio. En resumen, rock de raíces, setentero, ochentero, saben a los Stones, a Led Zeppelin, a Jimmy Hendrix… otra de esas bandas viajeras en el tiempo.

Última parada, enlaces de la banda.

 

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                Spotify:

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GALLOS – GREATEST HITS

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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