La música siempre camina a mi lado. Venía camino de casa escuchando «Días de escuela» de Asfalto. No es la primera vez ni la última que suele ser recurso recurrente en mis oídos. Yo no soy de la misma generación que Castejón y cia por lo que mis recuerdos de una educación sesgada como la nuestra es diferente a pesar de que rayaba en los primeros años de la transición y el comienzo de los ochenta y que algunas maneras seguían varadas en comportamientos propios de profesores cuya pedagogía se encumbraba en la punta de una regla de madera. Si algo me ha producido siempre desafecto del sistema educativo que nos imponen es la olvido voluntario de la historia de este país, mutilada en según que fechas y pasada casi de memoria en actos puntuales. Y no digamos cuando es el pasado del Sur del Sur el que se ve arrinconado brazos en cruz mirando a la pared para padecer el destierro de las escuelas, formando a nuestros niños -y a los que los fuimos en su día- en las necesarias hazañas de Julio Cesar pero encerrando la memoria de Averroes por poner solo un ejemplo de los muchos que alguien decidió algún día defenestrar en el armario del tiempo.
De la misma manera que algunos -ojalá muchos más cada vez- reivindican el conocimiento de unas raíces, el orgullo de una cultura cuyo ejemplo nos empuje a evolucionar como sociedad, también musicalmente -aunque el periodo de tiempo nos pillé más cerca de la orilla- una serie de bandas están decidiendo encender de nuevo la antorcha del Rock Andaluz, mostrando haber aprendido su primer mandamiento, estar abiertos a la influencias que trae el viento en forma de canciones. Bourbon es una de esas bandas que como filosofía de vida sonora ha decidido ir marcando su camino en al creación de un sonido propio. Su nuevo disco «Fuente Vieja» es otro paso más en la senda marcada por el trío sanluqueño. Un disco que después de esa apuesta a la mayor que supuso el fantástico «Devastación» han decidido mostrar sus cartas aún a riesgo de que el personal no sea capaz de adivinar su mano ganadora en un primer instante. Su nueva obra no es sencilla de asimilar más si tienes presente sus anteriores canciones. El sacrificio de la fuerza se hace latente para dar vida a los desarrollos propios de ese rock de atmósferas setenteras se da la mano con el que propusieron otros a mitad de los noventa. «Si veis la luz, corred» canción que abre el disco ya pone tus oídos y sentidos alerta, con un asombroso -que no inusual en la banda- recorrido hacia propuestas del rock a mitad de los noventa que antes comentaba.
Pero su camino no ha desterrado el hard rock como manera de vivir y «El sendero» es la prueba palpitante gracias a ese riff de guitarra y la forma de cantar de Raúl Guerrero, junto a la batería de Álvaro Guerrero y el bajo de Juanma Gonzalvez marcando la potencia en una lejana parentela con B.O.C. «A punto de arder» muestra a los Bourbon que evolucionan a raíz de los pasos seguidos en su anterior disco, ese ritmo pausado en el que como procesión devocionan a Jesús de la Rosa, esa nueva reencarnación del Rock Andaluz como identidad propia. «Fuente vieja» es quizás la que más me recuerda a su anterior lanzamiento, ese pausar, ese desarrollo propio del rock progresivo y esos aires del Sur. «La triste realidad» es el Rock Andaluz del Siglo XXI, cocinado en la misma marmita que Ataivismo o Grajo, con esa inconfundible manera de la que presume la guitarra. «Hacia el sol» se vuelve a apoyar en esa especie de nana eléctrica, donde encontramos una guitarra preciosa que va dejando destellos. «Destierro» se mete en terrenos más progresivos, con presencia del bajo como hilo conductor adquiriendo protagonismo. Este nuevo disco de Bourbon merece una y otra y otra escucha con atención porque sus detalles no los vas pillando al instante sino que tienes que introducirte en su mundo para comprender la riqueza que este encierra.
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