¡Venga va!. A tomar por culo todo, voy a dejarme de rollos e historias. Si es que conozco a estos tipos desde de comenzaron hace ya un puñado de años y me enganché a ellos desde aquel ep con el que se dieron a conocer. He vivido cada uno de los momentos previos a los lanzamientos de sus discos como el que se encuentra expectante ante un magnífico acontecimiento familiar. Son una puñetera banda que adoro, tanto musicalmente como a sus miembros, y ojo, lo primero porque me han conquistado a base de canciones cojonudas que me ponen como una puta moto cada vez que sus acordes comienzan a martirizar mis ya de por si castigados altavoces. Y lo segundo, porque además son una gente de puta madre. The Inductions han vivido en una evolución constante, marcada por el rumbo marcado con el devenir de la formación. Desde el rock de constancia más clásica de sus inicios, que cambia con la salida del vocalista y su reconversión en power trio, hasta la entrada de la guitarra fabrica riffs de Txus que añadió mas potencia a la banda. Me cuesta elegir mi disco favorito de The Inductions, me cortaría un jodido dedo de la mano por «Pheromones & Flu» y otro por «Drops on fire». ¡Que cabrones!, por culpa de «Fast food», su nuevo parto acelerado, voy a tener que aporrear el teclado con…
Si amigos, «Fast food» es su nuevo pildorazo, 5 canciones directas al cerebro, el corazón y las pelotas, de rock and roll acelerado, energía en modo on y el buen hacer de una banda que se ha ido curtiendo a base de muchísimo trabajo. Mikel, Dani, Pablo y Txus se han puesto el mono de trabajo y han asaltado la gasolinera más próxima para que el combustible rebose por todas y cada una de las canciones de este disco. Abren fuego con el riff de «Fast food» a toda mecha, sonidos del norte de Europa y ese punteo fabuloso. No baja la intensidad con «(Hey hey) I’ll go my way», toda una declaración de principios, que se mueve entre un estupendo puente que viaja de ida y vuelta de los setenta a los ochenta con guiños hard rockeros e impulsos punk. «The reason» suena directa y fresca, un cara a cara entre el sonido recio de guitarras y las melodías de voz. «One way ticket» comienza con el bajo dando estopa, sonidos empapados del viejo rock and roll, con ese riff de escuela garage y la sección rítmica marcando tiempos.
«Sergeant Albatross» cierra el disco, buscando ese lado festivo y rockero ideal para poner a la gente a botar en los conciertos, pero sin perder el derroche de melodía en la voz. The Inductions lo han vuelto a hacer, se han sacado otro puñado de canciones de la manga capaces de poner patas arriba al que se enfrente a su «Fast food». Disfrutad motherfuckers, porque al final, lo único que nos queda, y queremos que nos quede, que no so engañen, es el jodido rock and roll, y de eso, The Inductions tienen tela para repartir.
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