Una de las cosas que más me atrae de la gente que tiene el don de llevar a cabo algún arte, es como son capaces de dar forma a sus ideas, de convertir en algo tangible algo que les merodea por la cabeza. Ese proceso de composición y en el caso de la música, el transmitirlo a otras personas para que estas también sean capaces de engrandecer esa composición a través de su talento y reproducirlas a un nivel técnico abrumador. Y cuando además, se es capaz de atravesar líneas perfectamente definidas con una facilidad absoluta para crear algo que para muchos sería algo ni tan siquiera capaces de concebir, mi admiración sube más aún. El death metal es un género musical minosvalorado por muchísima gente, que no van más allá del supuesto caos sonoro que pretenden entender en él, sin comprender que es posiblemente uno de los estilos más complejos a la hora de tocar, más aún cuando muchos de sus músicos han decidido dar rienda suelta y perfeccionarlo con una técnica que está al alcance de muy poca gente.
Un claro ejemplo son los norteamericanos The Last Of Lucy que llevan desde 2006 dispuestos a experimentar sin complejos dentro del muro sónico que deciden crear y saltar una y otra vez hasta que no quede cimiento en pie. Este nuevo disco, el tercero ya en su discografía, muestra a una banda que ha conseguido encontrar su camino, olvidando un poco esa esencia de demoler fronteras de discos anteriores para centrase en una exquisita fórmula de death metal y jazz con una técnica brutal capaz de dejar con la boca abierta a todo aquel que se atreva a experimentar sin miedos ni prejuicios este «Ashvattha» . 40 minutos devastadores, con una voz que alcanza unos registros absolutos, una guturalidad omnipresente junto a una instrumentación donde sobresalen por encima de la mayoría. La pega que se le puede poner a este disco es sin lugar a dudas su producción, este tipo de ejecuciones necesita un sonido más limpio (a pesar de que estamos hablando de death metal) con el que poder apreciar aún mejor lo que tienen que ofrecer, tanto la fuerza de la banda como su maestría instrumental, a veces los riffs se pierden entre el sonido de batería.
Aún así nos encontramos con un grandísimo disco de unos músicos en un estado de forma y compositivo altísimo, capaces de dejarnos un puñado de canciones que solo pueden prestarse a la satisfacción más absoluta.
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