Sigo sin entender qué le ven al cine de James Gray. No me parece un mal director pero no entiendo esa fascinación que parece suscitar entre buena parte de la crítica. Cierto que el tipo es joven y parece inmune a ese nerviosismo con la cámara y el montaje nervioso del que hacen gala muchos contemporáneos suyos. Su cine es formalmente más clásico y menos rabioso, pero ello no le convierte, todavía y en mi opinión, en un autor a tener en cuenta.
Z, la ciudad perdida es, sin duda, su obra más ambiciosa hasta la fecha. Nunca la ambición es mala en las artes, siempre que vaya de la mano del talento. Aquí Gray demuestra controlar su oficio y saber rodar. Sin embargo, fracasa a la hora de dotar de alma a su narración y no consigue hacer apasionante la aventura del explorador Percy Fawcett. A mí me resultó un film fallido por lo monótono de su estructura y su nula capacidad para hacer atractivo lo visto en pantalla. Quizás las apasionantes gestas de estos exploradores de lo desconocido no lo fueran tanto. Quizás sus ansias de descubrimiento no fueran más que maneras inútiles de acabar con el aburrimiento de las clases acomodadas. O puede que, simplemente, el ego arrastre a los hombres hasta la mayor de las locuras. Algo de todo ello hay en esta película que peca de indefinición, quizás a propósito, dejando al espectador en tierra de nadie y perdido como sus protagonistas. Una pena que la buena labor de Charlie Hunnam (Rey Arturo, Sons of Anarchy) no acabe de llegar a buen puerto. Tampoco están nada mal Sienna Miller ni Tom Holland pero quien me sorprendió muy gratamente fue un barbudo Robert Pattinson que parece que al fin se va a quitar el San Benito de Crepúsculo.
En innegable que el apartado técnico es sobresaliente pero Gray no consigue sacarle partido a esa impenetrable selva amazónica. Su particular El corazón de las tinieblas es un film correcto que ni vibra ni hace vibrar al espectador.
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