Parece que el retiro (quien sabe si definitivo) del maestro de la animación japonesa Hayao Miyazaki ha desencadenado un torbellino de problemas para el Studio Ghibli. No está nada claro el futuro de la fábrica nipona de los sueños, por ahora lo último que nos ha llegado del Studio Ghibli es esta singular coproducción franco-japonesa. Isao Takahata (El cuento de la princesa Kaguya) propuso a Michael Dudok de Wit colaborar en la realización de un largometraje hace más de una década. Todo este tiempo ha tardado en gestarse esta cuidada cinta no apta para quienes busquen un simple divertimento sin más. La tortuga roja (La tortue rouge, 2016) es una historia de supervivencia que sirve como reflexión sobre la vida y la unión con la naturaleza
La verdad es que esta historia de un náufrago en una isla desierta se hace interesante durante su primera parte, pero pronto empieza a pesar su falta de diálogos. El metraje se hace pesado a pesar de la innegable belleza de sus imágenes. Cierto que cuando lo mágico empieza a hacer su aparición el film gana algo de interés, pero reconozco que se me hizo muy cuesta arriba. Ni siquiera la estimulante música de Laurent Pérez del Mar consigue levantar el interés del espectador. No basta con tener buenas intenciones y poseer una estética asombrosa, hace falta algo más que del que este film carece. Me duele decirlo pero aburrí bastante con esta película.
Su ritmo es excesivamente pausado y la falta de diálogos acaban pesando como una losa sobre la película, lastrando su visionado. La propuesta funciona bien al principio pero acaba hundiéndose en el tedio. Una pena que hacia el final pierda algo de fuelle con una resolución un tanto arriesgada. PArece que al final ha podido más la parte francesa que la japonesa. Buen intento.
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