La verdad es que Gru. Mi villano favorito fue una agradable sorpresa en su día. No solamente jugaba con el rol de villano del protagonista sino que tenía buenos golpes de humor a cargo de los minions. La cosa mantuvo el nivel en la segunda entrega, en la que los minions ganaron protagonismo, tanto que pedían a gritos su propia película. Sin embargo, ésta no fue todo lo divertida que uno pudiera pensar, los dichosos personajillos amarillos ya empezaban a cansar y no daban juego como para ser los protagonistas absolutos. Como secundarios estaban muy bien pero un film basado exclusivamente en ellos me resultó excesivo. Ahora en esta tercera entrega de Gru, los minions han vuelto a su rol de secundarios aunque el trio protagonista ha cambiado. Se supone que Bob, Kevin y Stuart van a seguir protagonizando su propia franquicia mientras han sido sustituidos en la original por Mel, Tim y Carl. La verdad, no se nota demasiado.
Al lío, con Gru 3 esta franquicia empieza a mostrar evidentes signos de agotamiento. Se ha optado por la vía fácil, se profundiza en la peculiar familia formada por Gru, Lucy y sus tres hijas adoptivas mientras se sacan de la manga un secreto de familia: Gru tiene un hermano. Todo ello aderezado con un nuevo villano de la función que resulta ser lo mejor del film (como debe ser todo villano que se precie): un Balthazar Bratt que es todo un homenaje a los años 80. Bratt es un perfecto ejemplo de niño famoso cuyo éxito no sobrevivió a la adolescencia, un juguete roto que nos puede recordar a muchos otros de la época.
Vale que la trama de Gru 3 no es muy consistente pero no procede ponerse quisquilloso a estas alturas. Los de Illumination Entertainment no son Pixar precisamente pero su trabajo es más que digno. Estamos hablando de cine de animación infantil en el que han sido lo suficientemente listos como para incluir guiños destinados a los padres. Todo lo referente a los años 80 (peinados, hombreras, música, bailes) me pareció muy bien planteado. Incluso hay un impagable homenaje a Han Solo. Nuestros hijos no pillan las referencias a los 80 pero los que crecimos en esa década las disfrutamos de lo lindo. Más allá de los guiños para adultos, el film es previsible, se deja ver y la animación es correcta aunque no aporta ninguna novedad. Me pareció especialmente divertida la escena de la entrada a la guarida del villano, pero el resto es bastante rutinario. Tampoco las canciones de Pharrell Williams aportan demasiado al film, lo intenta pero no hay en esta banda sonora ningún hit como aquella Happy de Gru 2. De lo que han hecho Morat con Álvaro soler me voy a callar para no herir sensibilidades. Respecto al doblaje, me sigue gustando Florentino Fernández como Gru aunque en su doblaje se haya perdido el acento germánico del personaje que Steve Carell sí aporta en la versión original. Por cierto, me sigue sin convencer el trabajo como dobladora de Patricia Conde, su voz no me acaba de convencer.
Lo dicho, la franquicia empieza a perder fuelle pero nuestros hijos lo pasan en grande. De eso se trata, ¿no?
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