Hablar de la obra de un buen amigo mío como es Jesús Díez es una labor tremendamente complicada, en serio. No tanto por los motivos que uno puede pensar más evidentes: que si rollo felatorio entre colegas, que si no me atrevería a criticar ciertas cosas o que incluso la existencia de lazos afectivos podría ser un flaco favor para el reseñado. No es eso, no. Siempre que me siento a escribir sobre una obra, intento hacerlo desde el respeto tanto al artista como al lector y quizás esa sea mi única ley en medio de mis caóticas líneas. La dificultad, en este caso, se encuentra en la cantidad de cosas que encuentro en Mono no Aware que me hablan de Jesús o que él mismo me cuenta: visiones al paso, vivencias, reflexiones… y me niego a pensar que sea fruto de la amistad, sino de las muchas horas de trabajo, dedicación, sensibilidad y kilómetros que hay detrás de este trabajo. Y es por eso que me gustaría recomendaros este álbum, un trabajo tan personal que es como si yo mismo os estuviera presentando a Jesús… y sí, esto es una manera más cómoda para mí de quitarme la faena de hablar del disco y que lo conozcáis vosotros mismos, labor, por otra parte, mucho más agradable.
Dicho esto, un poco de formalidades en la presentación: Jesús Díez proviene de Albacete y se une a esa tradición de manchegos que un día les da por ahí y se lían a cabalgar en busca de aventuras y canciones. Lo que diferencia a Jesús es que donde otros ven molinos de viento, él ve Onis japoneses, y a base de perseguirlos, sus andanzas le han llevado hasta la tierra del sol naciente pasando por tierras donde, directamente, no hay sol. Si tienes suerte, como un servidor, lo puedes pillar en uno de esos viajes y aprender cosas muy interesantes. Pero tanto si te lo encuentras como no, este Mono no aware es uno de esos viajes y, al mismo tiempo, crónica de muchos otros. Y hablemos ahora de viajes: poco añado si afirmo que un viaje lo conforman más las sensaciones y experiencias que ese recuerdo que te llevas a casa para enseñar a los tuyos. Para entendernos, recordaré más mi viaje a Liverpool por esa cerveza que me tomé en The Cavern mirando las paredes de tan histórico lugar que por el llavero de los Beatles que me traje de vuelta y que incluso todavía conservo. Pues bien, Mono no Aware es más ese relato de todas las cosas que te encuentras en el camino: de la complejidad que encierra lo efímero, de la sombría belleza que esconde la melancolía, de la aventura y la desventura. Todo aquello que está a la vista de todos y de nadie.
Así que ahora sí voy a hablar del disco más directamente: toda esta universalidad y amalgama de sensaciones y metal sinfónico viene predominantemente encuadrado en un Japón tan real como fantástico, sin escatimar en ningún detalle, como se puede observar ante la cantidad de instrumentos tradicionales presentes (y sirva como anécdota la colaboración de Hibiki Ichikawa, intérprete de shamisen que participa en la muy recomendable cinta de animación Kubo y las dos cuerdas mágicas). La misma columna vertebral del disco parece encontrarse en la mágica Sadako’s Wings of Hope, obra en varios movimientos en la que la fuerza de sus contrastes genera una tensión que te acompaña durante todo el disco (aquí debo indicar mi predilección por ese magnífico tercer movimiento). No solo la canción sabe fluir, sino que los ingredientes están muy bien mezclados, como es la voz de Ster Raventós, que sabe cuando ponerse al límite y luego bajar de intensidad. No serán tampoco los únicos contrastes que nos encontremos: la delicada tranquilidad de Upon the Ocean’s Calm convive en armonía con la solemne energía y elegancia de Farewell to the Moon. Incluso las composiciones más breves como Sakura y Tanabata dejan ver ese constante equilibrio entre momentos de paz e instantes de furia, uno de estos es precisamente de mis preferidos, y me refiero a Underneath the Stars, ¡pues menudo vozarrón se gasta el señor Fernando Asensi!
Y bueno, me gustaría dejar de hablar aquí y dejar espacio para vuestra curiosidad. Todo viaje y aventura se debe más a la ciega exploración que a lo que os cuenten los demás y yo me daré por satisfecho si he contribuido a que agarréis vuestra katana en astillero y dejéis la puesta de sol a vuestra espalda, pues os podréis encontrar el sol naciente de Mono no aware de cara y, creedme, merecerá la pena.
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