Pride of Lions está resultando ser, así sin darnos cuenta, el proyecto más largo del veteranísimo Jim Peterik. Un proyecto que, según sus propias palabras, quería reunir todos los elementos de su no poca ambiciosa visión de lo que era el rock melódico de los 80. Y esto, viniendo del tío que compuso tanto los grandes éxitos de Survivor (sí, esos en los que estás pensando) como otros tantos de REO Speedwagon, Cheap Trick, Sammy Hagar y .38 Special, es decir muchísimo. Pues bien, este proyecto que empezó en 2003 vuelve a escalar otro peldaño con su quinto disco, de próximo estreno el día 27; tanto si estáis familiarizados con Pride of Lions como si no, ya os podemos adelantar que os vais a llevar una bofetada de AOR tan grande que veréis un corro de teclados Casio orbitando alrededor de vuestra cabeza.
Para empezar, y al igual que en los anteriores trabajos, se me antoja un disco bastante formulaico, cosa que no lo digo en absoluto como algo negativo sino más bien todo lo contrario. Estoy seguro de que todos hemos visto lanzamientos recientes en los que las ganas de experimentar no salen del todo bien o, por contra, grupos encuadrados en tendencias más aparentemente novedosas pero cuya sorpresa acaba diluyéndose hasta convertirse en una sucesión de trabajos bastante más conservadores de lo que cabría imaginar. Ante un panorama así, a mí me hace bastante ilusión que un grupo reivindique algo tan característico, peculiar, e incluso valiente como es el AOR de toda la vida ya no solo sin complejos, sino orgulloso de ello. Como esa película de superhéroes que, en lugar de apostar por echarse capas de falsa seriedad y trascendencia, decide sacar al héroe de turno a salvar el mundo luciendo sus gayumbos fuera del uniforme sin vergüenza alguna y a nosotros nos encanta. Pues… ¡esa es la actitud!
Pero si bien Peterik cumple con lo prometido conforme a su visión de Pride of Lions, la cosa no queda ahí y, en una escala de megalomanía cuasi jimsteinmaníaca, decide volcar encima todos los excesos del AOR. Prueba a pasar lista y ya verás que podrás marcar todas las casillas de la lista. Tanto es así que, para empezar, tenemos el comienzo potente en forma de All I see is You, potente y con un pequeño punto meloso, casi como unos Stryper pero sin catequesis. The Tell me recuerda mucho a Survivor y he disfrutado mucho con la energía de In Caricature y Rising Up. Mención especial me merecen Fearless, que da título al álbum y que intenta recordar, tal y como ellos reconocen, a aquellos temas que acompañaban los entrenamientos de Rocky Balboa y que transmiten las mismas ganas de zurrarle de lo lindo a un saco. ¡Menudo subidón de tema! Por otra parte, Freedom of the Night, otro de mis preferidos del álbum y que me evoca algunas melodías de Stan Bush y Asia.
Ahora bien, si los excesos se pagan y este disco está lleno, pues creo humildemente que la peor parte se la llevan las baladas. De acuerdo, quizás esto es un poco más debido al gusto personal de un servidor, y no es esto un rechazo a la balada AOR, tan característica como su alternativa, pero dudo mucho que aquí vayamos a encontrar un Four In The Morning o Can´t Fight This Feeling, por citar ejemplos grandes. Aquí las baladas oscilan entre lo meloso y lo rematadamente moñas, destacando la más que decente Silent Music frente a la muy pegajosa The Light In Your Eyes, que parece que la han grabado directo de una boda yanki de estas tan cursis.
Pero si aceptamos este último punto como una preferencia, tal y como indiqué, más personal, creo que este disco tiene todas las papeletas para alegrarle las orejas a todos los incondicionales del AOR y los que no lo son tanto. A la buena labor de Peterik, hay que sumarle la sobresaliente tarea vocal de Toby Hitchcock, que está inmenso en todos sus registros, elegante y rabioso, tanto solo como en una de las muchas e intrincadas armonías vocales que orquestan tanto Hitchcock como Peterik. Es precisamente la buena producción de este álbum la que transmite esa sensación de AOR de vieja escuela, con esas guitarras rápidas y punzantes en sus solos, y unos omnipresentes teclados que, aunque discretos, siempre están ahí.
Cinco años han pasado desde el anterior trabajo y creo que puedo decir que han merecido la pena. Solo me queda ya recomendarles a sus responsables que a la hora de entrenar para el siguiente, le den caña a Fearless (You gotta be harder! You gotta be tougher! You gotta be fearless!!), que seguro que no hay Ivan Drago ni Clubber Lang que aguanten estas bofetadas de AOR.
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