Sin duda, Eric Johnson es uno de los grandes magos de las seis cuerdas , aunque siempre ha estado apartado de los grandes focos mediáticos, pero este músico americano ha facturado los discos que él quería hacer, sin ninguna presión de ningún tipo, otorgando prioridad a la búsqueda de nuevos sonidos y matices antes de la comercialidad o un virtuosísimo sensacional pero efímero.
Tras años consiguiendo el respeto tanto de músicos como público con su guitarra eléctrica, Johnson se atreve ahora con su primer trabajo acústico. Trece temas, nueve de ellos interpretado únicamente por él, y el resto con invitados como Doyle Dykes, Molly Emmerman , John Hagen, todos ellos virtuosos con sus instrumentos de cuerdas. También están sus habituales escuderos, Tommy Taylor y Wayne Salzmann en los parches y Roscoe Beck y Chris Maresh al bajo acústico.
Desde su portada ya se respira un trabajo orgánico, donde Johnson interpreta toda la instrumentación y voces tejiendo un mapa musical que puede resultar chocante para cierto sector de sus seguidores, ya que si bien es un disco cálido, a los que aman su faceta eléctrica les puede parecer tedioso un trabajo llenos de guitarras acústicas y piano. “Mr.Robinson”, “Water Under The Bridge” y “Scarabough Fair” podrían hacer pensar que son versiones de temas de Simon and Garfunkel debido a la similitud de los títulos, pero lejos de la música de estos, aquí Johnson hace deleite de técnica sin olvidar la delicadeza y la elegancia que emana un disco acústico bien elaborado.
Eric Johnson siempre ha desatacado original y de buen gusto, con este disco no hace otra cosa que reforzar esas cualidades. Evidentemente si uno es fan de discos de personajes como Malmsteen y otro anfetaminado guitarrista que se olvidan de la emoción, ni se acerquen a este disco. Aquí tenemos al Johnson místico, desnudando su lado más íntimo, desenchufando su instrumento y creando un disco que como sus trabajos anteriores siempre giran sobre la idea de un viaje interior, a semejanza que lo hacia Joh Coltrane y/o Miles Davis en el Jazz, o Jimi Hendrix y Wes Montgomery con la guitarra. No olvidemos que Eric con apenas quince años ya tocaba junto a guitarristas tan ilustres como Kenny Burrell o el anteriormente mencionado Wes Montgomery, sin olvidar el que mismísimo Steve Ray Vaughan le tenía admiración tanto por su técnica como por el sonido único y personal que logra Johnson con su instrumento.
Lo dicho un disco para mentes acústicas abiertas a la paz interior.
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