El último trabajo de Lucinda Williams es el típico disco que corre el riesgo de ser despachado rápidamente por muchos, considerándolo un disco tedioso y aburrido. Creo que es una opinión errónea y, si bien puede pecar de monótono en una primera escucha, sin profundizar, justamente son ese sosiego y quietud que transmiten las nuevas composiciones de la Williams los que acaban revelando, poco a poco, profundas sensaciones con diversidad de matices.
Un disco que me recuerda el aura que desprenden los trabajos de Jesse Sykes; temas que reposan sobre mantos de guitarra alucinantes. El trabajo de las seis cuerdas a lo largo y ancho del disco es demencial, ninguna estridencia: sólo exquisitez en cada nota. Me encantaría poder escuchar Ghost of The Highway 20 únicamente con la guitarra de Bill Frisell y el pedal steel de Greg Leisz. Dios ¡qué feeling poseen estos tíos! Además de Frisell y Leisz, Lucinda ha sabido arroparse de figuras como Butch Norton a la batería, David Sutton al bajo, y Val McCallum. Casi nada.
The Ghost of Highway 20 expone magistralmente todas las vertientes de la música americana de raíces. Del rock al country, cabalga sobre los catorce temas inspirados en la autopista Higway 20, una de esas icónicas carreteras que son parte de la historia y que, aquí, esta Highway 20, en concreto recorre parte del estado de Georgia para terminar en Texas.
De esos catorce temas hay dos versiones elegidas con cariño y esmero: una de Woody Guthrie y otra de Bruce Springsteen. En cierto modo se siente el fantasma de la autopista recorrer los surcos del disco. Lucinda Williams consigue transmitirlo con mucho acierto.
Ideal para deleitarse con él: o “Early in The Morning” o “Late in the Night”, solo de preferencia, en silencio, sentado en un porche o mirado tras una ventana la vida diaria que va pasando sigilosamente sobre el asfalto de una carretera de 190 millas que se va llenando de personajes de la américa profunda. Historias de religión, de amores agridulces, de pérdidas, de la culpa que se te pega a la piel.
Ciertamente, no es Essence y/o Car Wheels on a Gravel Road, pero es que es difícil conseguir el nivel que alcanzó en aquellos discos que ya son parte para siempre de la historia del rock. Este es su duodécimo álbum; Lucinda no tiene que demostrar nada, sólo dejarse llevar por sus sentimientos. Ghost of The Highway 20 se debería escuchar entre la banda sonora de Southern Comfort por Ry Cooder y el Honky Tonk Maskerade de Joe Ely.
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