Desde principio de los ochenta, todo el heavy metal que se practica en el norte, allá por tierras de Euskalherria, para los que llevamos tiempo sientiendo como este ritmo nos acelera el pulso y nos lleva a mover las cabezas a la par de la fuerza de su sonido, siempre ha sido un referente. A pesar, de que el punk, o en su defecto, el rock radikal vasco, es lo que todo el mundo puede asociar con aquella tierra, o incluso en folk, el heavy metal siempre ha tenido un fuerte arraigo en su gente, como demuestra una gran cantidad de muy buenos discos. No me voy a poner ahora a citar de cabeza grupos, eso debeis de buscarlo, si acaso no los sabeis. Además, el uso de muchas bandas, de su música materna, que añade un punto más de dureza, aunque quizás eso nos meta en el debate de siempre, sobre si el inglés es el mejor vehículo linguistico. Aunque al final, lo que realmente se impone, o debería hacerlo, pon encima de lenguas, son las canciones, la calidad de las composiciones.
Me han sorprendido muchísmo Taupada, banda de Zumarraga, que práctica una suerte de metal melódico con elementos sinfónicos y voz femenina, que por cierto, lo hace a las mil maravillas, dotando de ese toque lírico a la banda, que a su vez, se mueve entre momentos más sinfónicos y otros de autentica dureza, como en ese riff que ilumina la canción que abre y a la vez, da nombre a este disco. En «Oroitzapenak» dominan las melodías, especialmente en el estribillo. A base de apergios nos introducen en el medio tiempo «Nire errealitatea», donde además de la voz de Laura Rebollo, gran protagonista durante toda la grabación, resalta esa guitarra de Aimar Ibarzabal. La formación la completan, Iván Díez al bajo y Aitor Carrasco a la batería. «Herri sorgindua» recorre caminos más próximos al heavy tradicional, sobre todo por la guitarra y la sección rítmica, aunque con la entrada de la voz, pasan a sónidos más líricos, para luego recuperar ese sonido heavy.
Me gusta muchísimo «Baretasunean», fuerza y melodía bien conjuntadas, junto a un estribillo muy melódico. Aumentan un poco la potencia con «Aurre egin», siempre dosificada, aunque en los momentos instrumentales, salen a relucir esos riffs y la potencia de la batería. Llega el momento de la balada con «Zuretzai», a la que sinceramente, pienso que podían haber sacado mas partido a la voz de Laura, algún pero le tenía que poner a este disco, amigos. «Arima galdu baten ahotsa» también desprende mucha melodía y dulzura, que te pone en situación de su dramatismo tras la intro hablada. Cierran el disco con «Amets krudelak» y ese inicio de heavy clásico en las guitarras, que tiene algún sabor a los Maiden, para meterse de llenos en terrenos más cercanos al sonido de la banda, jugando de nuevo con esa dualidad, melódica de la voz y potente del resto. Un buen disco de esta banda, que aún tiene que ir puliendo alguna cosilla, pero que realmente, muestran muchísimo potencial.
0 comentarios