No es nada fácil abrir una jornada en la que figuras de la talla de Jamed James Nichols, The Quireboys y Glenn Hughes acompañado de Doug Aldrich van a ser los grandes protagonistas, y ante una sala que poco a poco se va llenando y en la que predominan camisetas de Deep Purple, sin olvidarnos, ya que más de una, y de dos vi, de las de Zep, y si bien puede ser la culminación de un sueño que empezó hace quince años, a más de uno podría atragantarsele, pero ayer La Banda del Yuyu jugaban en casa, y ellos lo sabían, por lo que cualquier atisbo de intranquilidad se quedó en el corto trayecto que va de Girona a Calella, y ya desde el principio quedó claro que todo lo que Carlos Tizón nos había contado de ellos, y que de su propio puño y letra podíamos leerlo en la reciente reseña de su último disco, el más que notable Tornem a ser´hi, no iba nada desencaminado.
Y si bien ayer, cosas de afrontar un directo de este calibre, o es porque así son los suyos, cosa que no puedo testificar ya que ayer fue mi primer contacto con ellos, su rock marcadamente sureño sonó aderezado con una buena dosis de dureza que le sentó de maravilla, y lo que ya habíamos podido escuchar, sobretodo de su último lanzamiento, ayer consiguió atrapar desde el inicio al respetable que poco a poco iba llenando la fabrica Llobet.
Unos cuarenta minutos tuvieron para mostrarnos la calidad que atesoran y su rock de toda la vida, con aires sureños y cantado en catalán», tal como bien nos definía Carlos, y en el que tienen una mención especial, evidententemente sin desmerecer en ningún momento la contundente base rítmica de Marc y Jordi bien engrasada y con la fuerza suficiente para llevar la nave a buen puerto al lado del muy comunicativo Lluis, el trabajo de Jep y Jordi a las guitarras con un festival de riffs y solos que no dejaron indiferente a nadie. Cuarenta minutos que sirvieron para ir engrasando la maquinaría para lo que vendría después, del que algo ya hemos contado con anterioridad.
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