FUMinor Threat, sancta santorum del movimiento Hardcore, durante el poco tiempo que estuvieron en activo, consiguieron revolucionar la escena y erigirse como mascarones de proa de un género, el cual, necesitaría de más dislates de Ronald Reagan en políticas sociales para adquirir pujanza. Como todas las bandas del género, relegados a un honroso underground, y con un concepto como el del ‘do it yourself’ que ejemplificaba la disruptiva existente entre esa música de masas que estaban llevando todas las bandas grandes, anteponiendo el interés económico al artístico, las bandas de Hardcore Punk, al igual que las de Rock Alternativo, buscaban, precisamente, lo contrario: subrogar las finanzas a un concepto del arte mucho más idealista y más romántico. Los californianos, después de haber sacado cañonazos como Out of Step -1983- y geniales maquetas como In My Eyes o Salad Days -1981 y 1985, respectivamente, experimentaron el doble filo del éxito. Comandados por el inefable Ian McKaye, empezaron a sufrir los denuestos de una escena que siempre criticó la retórica contradictoria de sus letras -como fue el caso de In My Eyes: una lírica en la que hablaban de una hipotética sociedad mayoritaria negra opresora de la blanca, granjéandoles críticas por parte de un movimiento musical que vislumbró un matiz racista en ésta-. Pese a los intentos por demostrar lo contrario, hastiados del tema, decidieron poner punto y final a su corta pero intensa trayectoria profesional.

Y es ahí cuando aparece el nombre de Fugazi. McKaye, inquieto por naturaleza, comprometido de pensamiento y obra, pensó que el mundo de la música era demasiado grande como para quedarse anquilosado por una mala experiencia. Después de velar armas a la Providencia, decidió dejarse llevar no sólo por el Hardcore crudo e incisivo que había practicado en sus comienzos, sino también, por el incipiente Rock Alternativo y el Post Hardcore que Rites of Spring o Big Black estaban dando a conocer en Chicago y en el norte de la geografía norteamericana. La existencia de Fugazi, al igual que la de Minor Threat, exaltaba con vehemencia la concepción del ‘nosotros’ frente al ‘yo’ tradicional. Sus letras, también imbuidas por la filosofía del Straight Edge –abstención en lo referente al consumo de alcohol, tabaco o estupefacientes, así como el compromiso con el medio ambiente- reflejaban el interés del líder de la banda y de Piccioto por una concepción de la música mucho más humana, lejos de los caprichos y veleidades de las estrellas, cultivando -quizás sin saberlo-, una imagen minuciosa de detractores militantes de una cultura como la de consumo, que estaba consiguiendo que América –usarían a lo largo de su carrera una premisa lírica parecida a la de los Manic Street Preachers en Generation Terrorists, God Against The Soul y The Holy Bible para denunciar la profunda brecha social existente en el mundo occidental- perdiese esa esencia virtuosa y cultura de sacrificio que le llevó a ser una nación modelo. Después de haber sacado grandes trabajos como Repeater -1990-, Steady Diet of Nothing -1991-y In On The Kill Taker -1993, el conjunto del noroeste de Estados Unidos, se confirmó como uno de los grandes nombres de la escena con Red Medicine -1995-

Siguiendo la misma fórmula que en los trabajos anteriormente referidos, el combo de McKaye, para este Red Medicine, reforzó las guitarras desgarradas, la ruptura de ritmos, y la relación simbiótica existente entre voces melódicas de la mano de gritos que clamaban contra la desesperanza porque, en el momento en que entraron al estudio para grabar, se respiraba un ambiente tenso: tal y como declaró el propio Guy Piccioto, el desencanto con el mundo de la música y las discográficas, cada vez era mayor, plasmado en textos más hirientes y construcciones musicales mucho más intrincadas. La influencia de Sonic Youth y The Replacements en las tres primeras canciones del compacto, anticipaban la madurez de una formación que había superado ampliamente la treintena: no sólo se trataba de reflejar la iracundia de Iggy y los hermanos Asheton en auténticos tratados de Punk de los noventa como en Combination Look, Versions o Fell Destroyed, no.

También querían demostrar que eran capaces de hacer que las melodías de corte Pop intercedieran por ellos en Forensic Scenes, demostrando que McKaye y Piccioto, juntos eran capaces de actuar como uno sólo, haciendo de su asociación uno de los sucesos más interesantes de la escena independiente de los noventa. Fugazi, al igual que otros grandes como Helmet, no adquirieron una fama meridiana, sino que, más bien estuvieron circunscritos al, a veces, caótico y asfixiante mundo del ‘do it yourself’ mencionado anteriormente. Pero eso no obsta para que hablemos de una de las formaciones más relevantes que el ‘otro’ Rock dio en los noventa; y, sobre todo, de este Red Medicine: el álbum con el que demostraron que madurez, experimentación y rebeldía no son antinomias sino consecuencias lógicas de la madurez de las personas.

FUGAZI – Red Medicine

by: Alex Palahniuk

by: Alex Palahniuk

Veinticuatro años. Estudiante de Derecho, amante de la música, la literatura, el ensayo y apasionado de la escritura.

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