Mi idilio amoroso con Threshold dura ya años y por lo tanto cada nuevo lanzamiento de esta excelente banda inglesa de rock/metal progresivo me hace perder el sentido, tanto o más que cualquiera que espera el día del aniversario de boda. Siento un reconocimiento absoluto por la música de esta gente y no negaré que albergo sentimientos nostálgicos por sucesos de cierta época de mi vida que ellos se encargan de destapar, cual tarro de los recuerdos, cada vez que alguna de sus embriagantes composiciones activa los resortes de la pequeña amígdala que escondemos en lo más profundo de nuestro cerebro.
Threshold podrían ser esos vecinos que llevan ahí tanto tiempo y de los cuales apenas sabes nada. Aunque antes en Inside Out, y ahora con Nuclear Blast, la banda nunca ha gozado de un status demasiado mainstream que se diga, quizás debido a que su música es demasiado dura para los círculos más AOR y demasiado poco virtuosa dentro de los esquemas progresivos tradicionales. Por lo tanto, el nombre de Threshold aparece de vez en cuando por ahí anunciado cuando sacan un nuevo disco, se llevan una media de notable alto en las reviews y tan rápido como aparecieron en el escaparate mediático, desaparecen hasta la próxima ocasión. No ayuda el hecho de que no son una banda que se caracterice por realizar unas giras demasiado extensas (se cuenta con los dedos de la mano las veces que se les ha visto por España) y además sus shows no son un alarde de vistosidad que digamos. Threshold son una banda humilde que ama la música, unos mimosos del sonido perfecto y cuya obsesión consiste en aunar en cuatro minutos la esencia del metal progresivo con el rock más comercial. Como se suele decir, el perfume caro se vende en tarros pequeños.
Tras la intro de rigor y alabar a Threshold sobre todas las cosas como reza mi credo particular, he de decir que F” no ha cumplido las expectativas que había depositado en él. Claro que, tengo que reconocer que un disco medianero de Threshold es una auténtica masterclass si lo comparamos con la gran parte de música que se edita de forma compulsiva cada mes. Pero tampoco quiero pecar de fanático y he de ser sincero de la misma forma que hay que serlo con las personas a las que tienes aprecio. Threshold van con el freno puesto en For The Journey y la sensación de que estamos escuchando retazos del pasado pasados por un filtro moderno, no disimula las carencias compositivas, en cuanto a esquemas y originalidad, que en este caso son más que evidentes.
“Watchover Of The Moon”, uno de los temas que la banda dio a conocer antes de la salida del disco, abre el tarro de las esencias a lo más puro Threshold. Se trata de un corte dónde muestran su faceta más metal con unos riffs de guitarra poderosos. Damian Wilson en estado puro (es de esos cantantes que puedes llegar a odiar o a amar sin medias tintas) se marca uno de los estribillos del disco. Karl Groom se marca algunos solos técnicamente perfectos tirando a lo simple dentro del virtuosismo. Lo único que juega en contra de este tema es que no difiere demasiado de algunos que encontrábamos en March Of Progress.
“Turned To Dust”, otro de los adelantos, es posiblemente el punto más flojo en cuanto a ideas. Demasiado típico y un esquema que vienen trillando en sus tres últimos discos. Por momentos nos parece estar escuchando alguna canción de Dead Reckoning o del propio March Of Progress. Solo interesará a los neófitos. Uno de los temas más duros junto a “Watchover Of The Moon”. Si no fuera por ese genial sonido que consiguen en estudio y porque estos músicos convierten en oro cada nota que tocan, diría que a Threshold les ha faltado ser algo más originales en los que aparentemente son los singles del disco.
La calma llega con “Lost In Your Memory”, un medio tiempo de corto recorrido que en ningún caso alcanza cotas de genialidad. Bastante monótono, repetición de melodías y riffs de otros discos y en general bastante apática.
“Autumn Red” recupera algo de la esencia de discos como Critical Mass, guitarras con un toque heavy, teclados más futuristas y todo el jugo que saben sacar a las melodías vocales. Dentro de lo típico, es un tema que gana con las escuchas y la letra es todo un guiño a la estación otoñal; tiene ese algo de bucólico que tanto nos gusta a los fans de Threshold.
Curiosamente se dejan para el final el tema más original. Si el resto girara en esta onda estaríamos hablando de un sobresaliente, pero posiblemente han querido dejarnos con la miel en los labios y decirnos que esto es lo que vendrá en el futur. Al igual que “The Box”, el corte se inicia de forma tranquila con unos teclados sinfónicos de West para dar paso a unos riffs que suenan muy thrash, algo que quizás no se escuchaba desde el Psychedelicatessen, aunque poco a poco el tema coge una forma más cercana a las composiciones del más pomposo “Hypothetical”. En general dos son los pilares de este tema: los teclados sinfónicos de Richard West y un estribillo antológico de Damian que es simplemente para que te caiga la lagrimilla. No hay que obviar el fantástico trabajo de Johannes James en la batería y como no, el de Karl Groom en las guitarras. Tema compensado entre dureza y emotividad, brilla con luz propia dentro de un disco algo irregular para tratarse de Threshold y no sería descabellado decir que está a la altura o incluso supera a cualquiera de los de March Of Progress.
Si esta es tu primera toma de contacto con Threshold y sabes de qué va el rollo del rock progresivo, obviamente For The Journey te parecerá una obra maestra absoluta que te hará ir como un demente en busca de todo el material previo de la banda. Por lo tanto, te odio. Sin embargo, si eres ya un adepto entonces hay que intentar que la euforia no se apodere de ti para que el bajón no sea demasiado grande. Lo que no se puede negar es que hoy por hoy Threshold son una de las bandas que mejor trabajan en estudio y es que el sonido, la compensación, la afinación de los instrumentos y, en general, todo lo relativo a la producción, mezcla y masterización, es un derroche de medios que bien merecen hacerse con el disco en original para disfrutarlo a tope en tu equipo. La versión digipack del disco se completa con el tema “I Wish I Could” cuya escucha tengo reservada para cuando me llegue el disco, pero apuesto a que no será un mero relleno, ya que esta gente nos tiene bien acostumbrados en cuanto a los bonus. La versión digital y la del vinilo, además de esta, también incluye una versión acústica de “Lost In Your Memory”.
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