Estoy imaginando una nueva versión de El Exorcista realizada bajo el particular punto de vista de Mr. Baz Luhrmann, y en ella aparece Regan McNeil de la mano del padre Lankester marcándose unos pasos siguiendo desenfrenadamente el ritmo de Du Hast mientras un coro de ángeles negros acompañan la coreografía. Sí, Luhrmann tanto le da si nos encontramos en Paris, en New York, o en las puertas del mismísimo infierno, o si nos encontramos transitando terrenos musicales o si por el contrario nos adentramos por terrenos abonados al drama. Sí, a él le da igual ya que todo en su cabeza da vueltas sin parar y lo que realmente le importa es el envoltorio, no el contenido, y eso es precisamente el desaguisado que consigue manufacturar con esta nueva versión de El Gran Gatsby.
Toneladas de Moët y un sin fin de fiestas y coreografías, a cual más grandilocuente, nos atropellan a lo largo de la primera mitad de película para que el pobre e inculto espectador tenga constancia de que en aquellos convulsos años 20 se pasaba en un abrir y cerrar de ojos de un lado a otro de la barrera, pero eso ya lo hemos visto con anterioridad en centenares de cintas que no han necesitado tantos fuegos artificiales y tanta pirotécnica para trasladarnos a aquella época. Fiestas y coreografías salidas de madre para dar paso a un desfile de canciones que, eso sí, componen una banda sonora más que destacable, pero que tan solo consiguen en crear una barrera a lo que realmente importa y es la historia creada por Scott Fitzgerald.
Una historia de todos conocidos que transita por las habituales sendas de los amores imposibles, de las diferencias de clases, de la obstinación, de los orgullos y los prejuicios que son tan familiares al ser humano y que aquí cobran vida de la mando de un espectacular DiCaprio que tiene una primera aparición en escena que a algunos nos ha llegado a recordar, aunque solo sea por unos segundos, al mismísimo Brando, y que mantiene el complicado personaje de Jay Gatsby a flote en todo momento, incluso en las escenas en que el bisturí de Luhrmann lo llega a poner entre la espada y la pared, al que acompaña una más que correcta Carey Mulligan en el papel de Daisy, aunque una vez vista junto a Ryan Gosling en su anterior película, la verdad es que se esperaba algo más de ella, pero también consigue sacar a flote su papel sin demasiadas complicaciones. Y junto a ellos nos encontramos, no nos olvidemos que en otro de los papeles principales de la película, a Tobey Maguire y aquí nos topamos con otro de los problemas de la película. Sí, lo siento, pero, y posiblemente no solo el que aquí escribe, varios son las ocasiones en que solo le ha faltado empezar a trepar paredes y convertirse una vez más en Peter Parker. Y hasta aquí el tema de los actores ya que los demás, Joel Edgerton, por mucho que se esfuerce, incluido, en todo momento se mueven por las tranquilas aguas superficiales.
Volviendo a la historia, si anteriormente se hablaba de una primera parte en la que el pincel de Luhrmann nos deslumbra con todo tipo de excesos y grandilocuencia, cuando intentamos abrirnos paso a lo largo de la parte más dramática de la película, esa en la que los sentimientos largamente mantenidos a raya deben aflorar con toda la crudeza que ello conlleva y con la toma de decisiones que en la mayoría de casos cuando hablamos de novelas y de cine acaban trayendo trágicas consecuencias, de nuevo ese pincel prefiere entretenerse en un sinfín de piruetas visuales que hacen que de nuevo nos volvamos a alejar de lo que realmente importa que no es otra cosa que esa historia banal y sencilla de unos sentimientos que una persona siente por otra y ver la manera en que deseos y realidad puedan, como si de un simple balance contable se tratase, cuadrar. No, de nuevo Mr. Baz Luhrmann quiere que sepamos que él tiene una manera muy particular de hacer algo tan sencillo como es contar una historia. Eso sí, nadie le negará que juntando a toda una serie de nombres ilustres de la música la banda sonora de este El Gran Gatsby va a ser una de las más reclamadas del año. Y también nadie le negará que haya creado al sucesor de Beethoven más impresentable, ridículo y prescindible que se haya visto en la historia del cine. Algo que por si solo ya puede definir perfectamente la película.
Una versión que nada aporta y que lejos, muy lejos se queda de lo que en un principio se podía esperar, aunque sí ha hecho entrar curiosidad por ver que tal sería una versión de Baz Luhrmann de El Exorcista. Eso sí, si algún día la hace y en alguna escena aparecen los dos protagonistas de la misma danzando a ritmo de Rammstein, sería cuestión de empezar a pedir derechos por la idea.
Nota: 5
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La historia de Fitzgerald obviamente es buena y a Baz Luhrmann se le metió en la cabeza que quería hacer una nueva adaptación pero cada uno tiene su estilo y ya en los trailers se ve como quiso recrearlo todo Baz, la otra versión era más sobria pero igualmente recogía bien el ambiente. Ya voy avisado entonces de que no una buena versión pero bueno me queda la esperanza de disfrutar de un buen DiCaprio, la película podía salir mejor o peor pero nunca dude que el personaje de Gatsby a DiCaprio le iría bien.