Soy un tipo muy optimista por naturaleza, incluso a niveles a veces demasiado exagerados. Lo cierto es que las cosas normalmente me acaban saliendo bien, no se si será el karma o la jodida suerte, pero el caso es que sigo pensando que me ayuda mentalmente el no cerrarme en banda pensando que todo se va a la mierda sin remisión. Así que me declaro fan incondicional del título de este disco de Bulletmen. Pero es que además después de escuchar el disco por activa y por pasiva, de su música también. Lo suyo es el hard rock, el de mucha clase y calidad. Recuerdos tanto a los padres del invento como al más melódico de los ochenta e incluso argumentos más actuales se dan cita en las diez canciones que forman parte de este «There’s always light at the end of the tunnel» y que los propios Bulletmen se han autoproducido. Cosas de este negocio. Gente con una atención mediática descomunal por mostrar parte de su intimidad en un reality show con la excusa de ir a forjarse una carrera musical y bandas con las ideas tan claras y el talento necesario como Bulletmen poniendo pasta de su bolsillo para que su disco llegue a la gente.
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