Hablar con gente del gremio hace que hasta un mendrugo como yo aprenda. Cuando oía hablar de las etiquetas “banda local”, “banda nacional”, “estrella internacional”, etc. creía, tonto de mí, que era una especie de limitación mental, de etiqueta, que se ponían los propios artistas. Pues no, suelen ser categorías en las que los organizadores de eventos encorsetan a las bandas y por las que se establece un caché. No sé cómo serán las celebridades, pero por experiencia ajena puedo afirmar que una banda local cobra lo justito para amortizar combustible, cuando no les paguen en cervezas, como el anuncio. Creo que eso me convierte en “reseñador local”, encima de no contactar con bandas de rancio abolengo y millones de discos vendidos, soy tan cenutrio que ni siquiera sé en qué cifras se mueven o cómo funciona tras bambalinas. Después de llorar largo rato asimilando mi encasillamiento he de decir que… ¡Me la bufa! Un, dos, tres… ¡Fuego!

Sensibilities. Un buen día te cae en las manos un videoclip de YouTube. Aparecen cuatro músicos: batería, bajo, guitarra y una tía con un mechón rosa chicle. El instinto grita: soul, jazz… le das al volumen y te encuentras con algo que no tiene etiqueta. Tiene efectos propios del techno más melódico, la base de un grupo de rock, con cuerdas muy duras, y una de esas voces que pasan de tonos graves y potentes a otros más agudos y da en un estribillo plenamente pop que tiene un sensibilities que parece susurrado por un ángel. Me he quedado un poco descolocado, pero quiero más.

Fear. Tiene una mezcla parecida a la canción que abre el disco, pero el bajo tiene más presencia, no va tan unido a la guitarra, y los crujidos de las cuatro cuerdas dan más crudeza a la base instrumental. Un segundo antes de enlazar con el estribillo Gema demuestra donde quiere llegar con un grito a lo Tina Turner, pero más grave, más de rock clásico. Verás como va a hacer algo que nos va a dejar flipados. La batería y el bajo son puro rock, pero tiene ingredientes pop (pop bien hecho, no corta-pegas de radiofórmulas), parte de electrónica, y una voz que puede hacer hasta gospel si me apuras.

 

 

Heaven. Me han traído a la mente a mis amigos Kraftwerk. Space Lab es la mejor canción que han dado, aunque todo el mundo se quede con Wir sind die Robots, los autómatas que sacaban en directo… la instrumental es más reconocible: batería con ritmo claro, bombo, caja, bombo, bombo, caja; bajo sin florituras, entregado a esa labor oscura que es mantener la canción mientras guitarras y efectos compiten con la voz por la atención. Es un estribillo más denso, y la voz se deja ir sin dejar de lucir su versatilidad en los registros.

Infinity Life. Un punteo de guitarra, también en ese contexto onirico que nos ha dejado Heaven y… estalla en un rimo de ese punk americano medio comercial, The Offspring por ejemplo. De lo más guitarrero que vamos oyendo, sin salir de ese pop-rock melódico con toques electrónicos. Si en la mezcla está la riqueza, esta canción está hecha de diamante.

I sent you a message. Vuelven los bajos crudos, con crujido de cuerda al impactar, ese punteo de guitarra a lo U2, una batería que tira de caja sin miedo y unos estribillos donde la voz sigue manteniéndose impredecible, adornando sus intervenciones con pequeños falsetes o con bajadas al más cavernoso infierno vocal femenino, para arrancar con idéntica fuerza en la siguiente estrofa.

Keeps me alive. ¿Me estoy volviendo loco o el comienzo suena a mis paisanejos de Tierra Santa? Suena a metal, melódico, en plan Him, o épico si me apuras, pero metal al fin y al cabo.

Again against you. Han mezclado las guitarras con lo que me imagino que serán teclados, o samplers… la parte electrónica, o a lo mejor han añadido algún efecto a las seis cuerdas. Es más, tal vez hayan hecho un sacrificio en honor a Mictlantecuhtli, que los ha obsequiado poseyendo su equipo de sonido. El caso es que consiguen a la vez tener fuerza rockera, sobre todo en el bajo, casi punk en la batería, y una parte melódica importante, en voz y arreglos, con la guitarra sirviendo como enlace de ese yin y yang en el que se debate Krysalis.

Between the sky and the stars. Llegamos a la baladita. Con un poso techno y una parte instrumental a medio tempo, cediendo terreno a la entonación de la voz de Gema, que sigue incansablemente jugando con las entonaciones, la canción deriva a su parte más romántica, dejándose querer por la parte electrónica.

To be alone. Esos jueguecitos de Christian “Flake” Lorenz que hicieron famosos a Rammstein alargan su sombra sobre este álbum, que nos engaña, volcando una guitarra impetuosa, un bajo potente y una batería incansable en las estrofas. Gana melodiosidad el estribillo, aplicando la receta que les está funcionando hasta ahora: dejar la melodía al bajo, puntear la guitarra y que la voz se lleve el protagonismo.

 

 

In you I found. Me encanra cuando un batería entre caja y caja coloca tres parejas de toques al charles. ¿no me explico? The hand that feeds, de los Nine Inch Nails. No es exactamente el mismo ritmo, pero le hace ganar fuerza, hace que asintamos al ritmo de una forma inconsciente. Pasan a un ritmo más punk, Sum 41 o Blink 182 como ejemplo, en el estribillo, con la perenne y juguetona voz de Gema dirigiendo la historia. Va del pop a un punk melódico, a la electrónica a una especie de opereta de voces como Bohemian Rhapsody, y desemboca en un punteo a lo Santana. ¿Alguien da más?

My Ally. Ya casi al final, la canción que da nombre al disco. Misma receta, batería punk, bajo rock, pero esta vez la guitarra se une para dar contundencia a la parte instrumental. Gema tiene algo cuando pasa a registros más agudos… le da un aura onírica, como si fuera a abandonar la sala moviéndose hacia la luz en medio de un humo blanco.

The year when I was born. Última parada. Tres cuartos de hora y doce canciones forman un disco en toda regla, y en este caso, la confirmación de que Krysalis tiene una receta a la hora de componer: batería contundente, bajo fuerte, punteo de guitarra y voces y arreglos dando melodía a la mezcla. La versatilidad de su vocalista hace que el grupo tienda hacia las guitarras pesadas, hacia el rock, o hacia la parte melódica, el pop o incluso un techno suave.

Y se nos fue. Partiendo de la base que tengo entre las manos una banda que cruza fronteras entre estilos y que tiende a terrenos donde yo no controlo mucho (saliendo de Vangelis, Jean Michel Jarre, Kraftwerk… mis conocimientos de música electrónica dejan mucho que desear), sí que reconozco la buena coordinación de sus componentes, su entrega por el resultado final y el talento de su vocalista que, al fin y al cabo, suele ser la que se lleva todos los focos. Una buena manera de ampliar las miras estos Krysalis, tanto que dejo una pregunta en el aire. ¿Revalidarán en directo las sensaciones que transmite este My Ally?

Antes de irme, enlaces de la banda.

 

Web: http://www.krysalisofficial.com/

Facebook: http://www.facebook.com/KrysalisOfficial

 

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KRYSALIS – MY ALLY

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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