No hace falta ir a ver a Accept en directo para comprobarlo su rejuvenecimiento pero, por si acaso, eso lo confirma. Accept han hecho un pacto con vete a saber quién porque, desde el sólido Blood of the Nations y la incorporación de Tornillo a la banda, han vuelto a comandar con decisión el buque del heavy metal europeo. Aparte de treinta y pico años de carrera y tablas de sobra, cuentan con un repertorio del que sólo se pueden elegir himnos y un estado de forma inmejorable, fuera y sobre el escenario.
Entradas agotadas en La Riviera y una ristra de clásicos sonando desde las 8:15. Por lo que se comentaba, los «Breaking The Law», «Run To The Hills», «Highway to Hell», «Stand Up And Shout» o «Long Live Rock N Roll» caldearon el ambiente mejor que Damnations Day, la banda telonera que me perdí y que, por lo visto, no sonó muy bien. Para las 8:40, todo veterano coreaba estribillo tras estribillo de forma que, cuando Accept mostraron los 24 bafles luminosos sobre el tablado y la vistosa batería de Stefan Schwarzmann -muy contundente a lo largo de la noche-, sólo quedaba dejarse la garganta y la columna al ritmo del mejor heavy metal europeo de la actualidad.
Lo pusieron fácil con un setlist que era todo hierro, un sonido que al quinto tema desconchaba las paredes y unos músicos que parecían haber redescubierto lo que es disfrutar de su oficio. El trío Tornillo, Hoffmann y Baltes se reparten el escenario a partes iguales, corriendo, posando y, como siempre me gusta comprobar, sonriendo. Herman Frank se conformó con su lado y breves apariciones al frente sin rechistar, cumpliendo con su labor a la perfección, con buena presencia sonora de sus seis cuerdas y profesionalidad.
Tornillo, o más bien sus cuerdas vocales, sufrió en algún que otro agudo, sobre todo en la recta final, pero cumplió con esas estrofas que duelen, manteniendo la pose de tipo duro, de viejo cabrón, durante casi dos horas de heavy metal. Algunos despistados no parecieron disfrutar en exceso con los temas recientes -«Stampede», «Stalingrad», «200 Years», «Dying Breed», «Final Journey»…-. Empero, siendo pocos -otro compañero da buena fe de ello-, los rezagados acabaron rendidos al buen hacer de la banda y al brutal volumen, respondiendo con exceso de griterío, headbanding y air guitar sin importar edad y cuán (poco) poblada tuviesen la cabeza. Aquello se convirtió rápidamente en una fiesta heavy en la que se coreaban, sobre todo, los solos de guitarra de Wolff «El Calvo» Hoffmann.
El Calvo de dos metros derrochó carisma y lució dentadura a la vez que cortaba el aire con riffes matadores, afilados y duros como el acero, complementándose amistosamente con Tornillo, dejando así un bonito rastro de complicidad imperante. Aquello no habría sido posible sin formar un buen equipo. Ni nuevos ni viejos clásicos habrían sonado tan brutales, ni hubiesen volado litros de cerveza al ritmo de «Fast As A Shark» ni la espera para los bises habría durado tan poco. Ni para mear dio tiempo, pues en dos minutos volvieron al escenario para rematarnos con «Metal Heart, «Teutonic Terror» y «Balls To The Wall», coreadas como sólo se corean canciones en bolos de… yo que sé, Iron Maiden.
No puedo comparar, pues es la primera vez que los veía, pero si no están en su mejor momento… quién los pillase cuando sí lo fue. Un concierto que serviría de ejemplo en una escuela del heavy metal: directo, largo y bien ejecutado, con un setlist de lo más equilibrado en cuanto a historia e inmejorable en cuanto a potencia. Como en el caso de otros veteranos que nos han volado la cabeza esta semana, es evidente que para algunos, más de treinta años en la carretera sirven para mucho.
Cronica totalmente fidedigna. Gracias. Accept superaro mis espectativas. Fenomenal concierto en el que no eche de menos a Udo. Disfrute a lo grande.