Beck es alguien que no ocupa presentación. Su sello significa calidad y sus trabajos siempre son sumamente esperados: todos conocemos la versatilidad del autor de Loser y, sencillamente, con Morning Phase volvió a lograr de nuevo transportarnos a sensaciones auditivas llenas de encanto. Existen muchas similitudes tanto musicales como liricas con Sea Change (2002) por lo que se les puede vincular como álbumes hermanos. Debido a la temática de las letras, uno podría significar pérdida y otro resignación.
Pareciera que los músicos de estas épocas nunca se preocupan por poner una canción que abra el disco y enganche desde el principio. “Cycle” es el título con que se inicia el álbum, la cual dura abajo del minuto, pero basta ese pequeño lapso de tiempo para percatarse de que espera un viaje musical único, ya que la conecta directamente con “Morning”, una melodía repleta de un sonido acústico relajante e hipnotizador.
Esa guitarra acústica que hizo a soñar a muchos en anteriores discos regresa en “Heart is a Drum” y “Say Goodbye”, de las cuales es imposible no sentir un atrapante hilo de tranquilidad. En “Blue Moon” se escucha un arpegió muy country-folk gracias a un juguetón banjo, además podemos escuchar al californiano experimentar con su voz mandándola a la profundidad entre un manto de suaves sonidos.
En “Unforgiven” los instrumentos de acompañamiento se desenvuelven en un ritmo lento y amable al oído. El uso de elementos como el piano o arreglos orquestales resultan emotivos, en algunos casos hasta deprimentes, pero vienen a encajar en la armonía del álbum.
“Wave” deja en claro algo: la manera de cantar de Hansen no es la más impresionante del mundo, pero él es consciente de eso, porque sabe aprovechar ese tono sensible en su canto para ensamblarlo en su universo musical.
En “Blackbird Chain” encontrarás un truco de estudio muy bien aplicado: manejar dos voces en distintas frecuencias que da la sensación de lejanía y tranquilidad, cosa que vuelve a suceder durante “Turn Away”, pero aquí está más marcado el gusto por el country, en esa guitarra sureña y alentadora, mientras que en “Country Down” continúan las mismas palpitaciones sonoras con una armónica que te tomará por sorpresa.
Si Sea Change significó la renuncia al amor, Morning Phase es aceptación. La letra de “Walking Ligth” tienen mucho peso como epílogo, pues no solo cierra el álbum, sino que también lo hace para el anterior de la manera más maravillosa, pues resulta sin duda la mejor canción del disco.
Morning Phase no viene a romper paradigmas; Beck ya no es más ese joven “Artist Rock” de los noventa, sino un sujeto que respira música y que viene hacerlo de la maneras más honesta posible. Una colección de canciones que destacan por su belleza, un disco que proviene de la sensibilidad de un perdedor.
Muy buena reseña a la que yo también dediqué una. Felicidades Irvin. Decir que es un disco del que he leído opiniones muy dispares, la mía es positiva, entre los mejores de este año por ahora. Un abrazo Perem.