Dentro de la Ruta de los pueblos más bonitos de España se encuentra la población salmantina de Ciudad Rodrigo, pequeña localidad donde sentir el peso de la historia paseando por sus medievales calles, su catedral, sus castillo y sus anexas murallas donde disfrutar de estupendas vistas.

Sin duda, otra recomendable ubicación es su Plaza Mayor, con su formidable Ayuntamiento y repleta de bares y restaurantes donde probar la cocina local. Uno de ellos es el “Los Arcos” donde degustamos los recios platos de la cocina castellana. Local simple, con terraza y un modesto interior pero que ofrecen una gastronomía casera y honrada. Platos contundentes, bien cocinados y a un precio ajustado. Mucho más no se puede pedir.

Entre los entrantes probamos su sopa de cocido, con fideos como manda la tradición y buen sabor merced a un fondo de categoría. Muy rica pero no nos podíamos ir sin probar una de las especialidades de la zona como son las patatas “meneás”, versión charra de las patatas revolconas abulenses. Un delicioso puré de patata con pimentón que aquí en vez de con torreznos acompañan con papada ibérica. Magnífico comienzo.

Como principales, correcto el pollo asado y muchísimo mejor dos especialidades como el estofado con trozos de morucha, la ternera de la zona, donde la carne repleta de sabor tenía una textura ideal, acompañado de un guiso poderoso, con buenas verduras y trozos perfectos para ingerir de un bocado.

Y si bueno era el estofado, ¿quién puede poner algún pero a unos huevos fritos con patatas y farinato? Los huevos con su yema líquida para mojar, patatas naturales perfectamente fritas y el farinato pasado a la plancha en un punto que nos gustó. Recordemos que el farinato es un embutido típico de la zona de Ciudad Rodrigo, una especie de chorizo (algo menos noble pero también rico) hecho con manteca de cerdo, pan, pimentón, cebolla, ajo y el anís en especia que le otorga un sabor curioso. Ni qué decir tiene que apenas quedo nada en el plato.

Para maridar, tras las primeras cervezas acompañamos tan calóricos platos con agua y una copa de tinto joven de Rioja. Un ágape tan sencillo como reconfortante que honra a estos restauradores honestos que tan sólo se plantean hacer comer bien tanto a los mirobrigenses como a los muchos turistas que visitamos Ciudad Rodrigo cada año.



















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