La cocina en Sevilla está desde hace unos cuántos años sufriendo una renovación pues emprendedores en restauración están uniendo tradición y vanguardia. Así en la capital hispalense podemos encontrar comedores clásicos donde se disfruta enormemente con “solomillos al whisky”, ensaladillas o pescado frito con nuevas técnicas, Estrellas Michelín o creatividad en grado sumo.
El restaurante Acento se encuentra a medio camino entre ambos pues su interesante propuesta se basa en productos de calidad, sabores reconocibles pero con un punto cosmopolita. Un viaje entre el Mediterráneo, Europa, América, África y Asia. Una combinación que funciona desde una cocina que sabe lo que hace ofreciendo elaboraciones trabajadas donde se nota el dominio de la técnica, respetando los tiempos entre platos y con presentaciones no demasiado sofisticadas pero bien planteadas. A ello se suma un servicio en sala excelente con profesionales eficientes, bajo la batuta de su jefe Vicente. Por lo tanto, un lugar para pasar una estupenda velada, disfrutar del ambiente y de platos que es complicado que no gusten.
Nuestro ágape comenzó con una sorpresa agradable al acompañar el pan con un aceite Virgen Extra monovarietal de Picual. Se agradece el detalle de ofrecer unas buenas rebanadas de pan de calidad (cuantos locales descuidan este indispensable producto) con oro líquido, auténtica marca España. Para acompañar un agua mineral al alza como es la Numen, una Premium desde los Montes de Toledo y el vino al ser el banquete en su mayoría carnívoro elegimos un tinto entre su correcta carta vinícola. Un Semele, Ribera del Duero compuesto de tinto fino y merlot. Color cereza y sabor a ciruelas, frutas negras y un ligero toque mineral. Su año en barrica le hizo aguantar complejos envites con las poderosas carnes.
Y eso que el ágape empezó con un pollo rebozado al estilo coreano. Ricas bolas de ave crujientes, jugosas y con una salsa asiática de chili dulce al que quizás le faltase un punto de sriracha (o algún pimiento similar) aunque ya conocemos la poca relación española con el picante. Buen inicio.
Como único plato de pescado nada malo se puede comentar sobre el lomo de corvina, perfecto de punto de asado, acompañado por cous cous y unas notas de crema de calabaza.
Aunque hay que descubrirse ante las tres carnes que solicitamos. Como cerdo presentaron un solomillo ibérico, cocinado a baja temperatura. Grandísimo sabor con una ligera salsa de Pedro Ximénez por encima y toque asiático con la seta shimeji sobre un puré de patatas.
Clásico el lomo bajo de ternera, presentado al punto deseado por el comensal y acompañado de patatas fritas naturales y un tanto de ajbar, el paté de pimiento rojo de la zona de los Balcanes. La carne es de calidad y eso se nota en cada bocado.
Y como colofón, su estupendo steak tartar. Riquísimos trozos de entrecot crudo, intenso sabor pero reconocible, no enmascarando el vacuno entre la salsa Perrins, el tabasco o los encurtidos, coronado por una yema de huevo de codorniz. Simple pero eficaz acompañado por unas piparras, un curioso helado de mostaza antigua y unas tostas de pan de foccacia. Excelente.
Entre sus postres delicioso el tiramisú, presentado en una tarrina donde se integra de forma gloriosa el mascarpone y el amaretto. Tampoco nada negativo podemos comentar de su coulant de chocolate al 70%. Perfecto para los amantes del cacao y bañado entre un crumble y su bola de helado de mango en la cima.
Una agradable sorpresa este restaurante Acento, de localización adecuada en la calle Harinas, en pleno centro de Sevilla (en el barrio del Arenal) donde disfrutar de la compañía con buenas elaboraciones, sabores reconocibles, precio adecuado para su calidad y un atento servicio en mesa.
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