Ni sabemos las veces que hemos podido ver a Iron Maiden en la península. Casi siempre tocando en Palacios de Deportes o Plazas de Toros. Incluso en lugares más mundanos en la etapa con Blaze Bayley. Por lo que sea, se han puesto de moda y ahora encabezan festivales (recordamos el extinto Sonisphere con la gira del “The final Frontier”) o estadios de fútbol (algo inconcebible hace poco tiempo). En ese fin de semana de primeros de julio recorrían Madrid en el estadio Metropolitano y Lisboa en el antiguo pabellón Atlántico, bautizado ahora como MEO Arena.

Como es obvio, elegimos un recinto más pequeño pero con mejor acústica como el que podía ofrecer la capital portuguesa. Y no nos podemos arrepentir pues pudimos disfrutar de unas condiciones excepcionales para disfrutar de la “doncella” (aunque tenemos que escribir la denuncia de algunos compradores en una página oficial española que tuvieron problemas al acceder por el desconocimiento de algunos trabajadores que no tenían claro hacia que taquilla conducir para resolver la incidencia. Por suerte, nos consta que pudieron disfrutar del evento, tras el mal rato pasado.

Un concierto que comenzaba el día anterior con el efímero Eddie’s Dive Bar celebrado en el cercano Music Station, con merchandising exclusivo, música de Maiden e. incluso, un concierto tributo por los lusos Iron Beast que repasaron buena parte de la trayectoria de forma acertada. Un prólogo interesante a lo acontecido al día siguiente que comenzaba con los cuarenta y cinco minutos de Avatar, banda al alza que ganaron una buena parte de seguidores con su inclasificable estilo circense, el gran front man que es Johannes Eckerström y estupendas canciones como “Bloody Angel”, “Dance devil dance”, “Smells like a freakshow” o “Hail the apocalypse”. Uno de los mejores teloneros elegidos por los británicos en mucho tiempo.

Y el paroxismo llegaba con la intro a ritmo del “Doctor, Doctor” de UFO, seguido por otra introducción en pantalla y los tres primeros cortes del “Killers”: “Murder in the Rue Morgue”, “Wratchild” y “Killers”, con la primera salida de un Eddie gigante con el hacha de la portada. Y es que en esta gira cincuenta aniversario nos ofrecían uno de los mejores set list que se recuerdan (quizás desde la gira homenaje al “Somewhere in time” del 2008) repasando los siete primeros discos.

Como novedad, Simon Dawson en sustitución de Nicko Mc Brain que estuvo bien aunque con menos parafernalia y tamaño en la batería. El resto, gran Bruce Dickinson en la voz e inteligente haciendo cantar al público en las más exigentes como “Run to the hills” o “Aces high”, junto a una puesta en escena teatral que acompañaba las impresionantes imágenes proyectadas en la enorme pantalla trasera. Steve Harris brutal con el bajo, tanto como Dave Murray y Adrian Smith a las guitarras principales y Jannick Gers animando también con sus filigranas a las seis cuerdas o junto a los amplificadores laterales.

Repertorio que tuvo algunos temas largos que lograban una estupenda atmósfera como “The phantom of the Opera”, “Powerslave”, “Rime of the ancient Mariner”, “Seventh son of a seventh son”, “Halloweed by thy name” o “Fear of the dark” en los bises, con himnos atemporales como “The number of the beast”, “Run to the hills”, “The trooper” (de nuevo con Eddie en escena), “2 minutes to midnight”, “The clairvoyant”, “iron Maiden” o la final “Wasted years”. Brutal todo aunque podían ofrecer más cortes como “The evil that men do” o “Can I play with madness” que echamos de menos. Aun así, sensacional, demostrando lo grandísimos que son Iron Maiden, más con un demoledor sonido como el de este recinto.
Fotografías: Marla Valfón y Pako Salado




















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