Esteban Vicente Boisseau explica en su libro “Hollywood contra España” los estragos de la “leyenda negra” en el mundo del cine. Una operación orquestada siglos atrás por países como Inglaterra y Holanda convirtiendo el descubrimiento de América en la mayor operación de “marketing político” como sostiene Marcelo Gullo en su excelente “Madre Patria”.
Un asunto basado en la propaganda dentro de las guerras religiosas entre católicos y protestantes. “Shogun” coloca un edificio más dentro del universo de la “leyenda negra” sobre España. Es cierto, que en este caso le toca tal “honor” a Portugal como representante de la iglesia de Roma. Una serie basada en la novela de James Clavell sobre un británico que llega al Japón del siglo XVII con la ambición de comenzar a comerciar con los nipones aunque el monopolio lo tengan los representantes de la península ibérica. Todo tratado con suficiente maniqueísmo, donde los lusos son seres malvados, movidos por la ambición y un marino español es representado como un simpático pero arriesgado ser. El inglés, que llega en barco holandés, tiene todos los valores positivos: aventurero, inteligente, bonhomía y suficiente atractivo y carisma para seducir a las bellezas locales.
Sus creadores Justin Marks y Rachel Kondo tienen claro a que público se dirigen y proponen un vehículo técnicamente irreprochable pero plagado de tópicos sobre la idea que tenemos del carácter del Japón medieval y crítica a las potencias católicas, alejándose de la anterior serie de los ochenta protagonizada por Richard Chamberlain donde se centraba más en el romance que la intrigas sociopolíticas de esta.
Interpretada por Cosmo Jarvis como el piloto de barco que llega a las costas del país del sol naciente. Es de los pocos que hablan en inglés, junto a Louis Ferreira y Nestor Carbonell pues el resto del reparto es japonés y hablan en su lengua natal, con Hiroyaku Sanada y Anna Sawai como principales protagonistas. Y esa barrera idiomática causa cierta sorpresa pues la gran mayoría de los diálogos son en el idioma de la isla, salvo cuando hablan entre los religiosos y el piloto y entre este y la intérprete del señor Toranaga, bastante menos de la mitad del metraje de los diez episodios con los que consta esta nueva versión de “Shogun”.
Un producto mejor realizado que contado pues en el “libreto” se nota toda la propaganda y “lugares comunes”. Un peldaño más del mundo anglosajón para fomentar y mantener la “leyenda negra”.
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