Hubo un tiempo en Madrid que las tabernas las visitaban los locales, incluso jóvenes entonces veinteañeros quedábamos a tomar tapas antes de beber. Hoy todo se ha convertido en cocina fusión o lo tradicional en precios disparatados, llegando a ver unos simples boquerones en vinagre a cerca de veinte euros la ración. Casa Toni en la céntrica calle de la Cruz sigue siendo un oasis entre la vorágine gastronómica de la capital de España. Está lleno de turistas normalmente pero sus precios y su propuesta sigue siendo un clásico. Normal que todavía unos cuantos madrileños de “toda la vida” sigan visitándolo con frecuencia. Es nuestro caso, desde hace más de veinticinco años lo conocemos y es una visita obligada ahora que vivimos fuera de esta provincia hace más de quince años.
Cocina madrileña, de raciones donde predomina la casquería y la plancha. Quien busque refinamiento no es su sitio. Una bulliciosa planta baja con la cocina y plancha y un pequeño comedor de mesas de madera y sillas sin respaldo arriba. A pesar de sus limitaciones tienen entre cervezas y sangría una selección de vinos decente. Optamos por uno de Madrid, un Pureza tinto de tempranillo y garnacha, de navas del Rey, cercano al pantano de San Juan. Rico y que mantuvo el tipo ante el potente ágape.
Sus bravas están bien, ni de lejos las mejores de la capital de España (ese sería capítulo aparte) pero mantienen la clásica salsa y no esos engrudos de tomate con picante que hemos probado en muchos sitios. Los callos es otro obligado de la cocina madrileña, cocina de supervivencia, de entre guerras.
Brillante es su oreja a la plancha, servida con un algo de salsa brava. Un humilde manjar no apto para todos los paladares. Cartilaginoso y crujiente. En Casa Toni lo bordan. En general todo lo que sea a la plancha es riquísimo pues sus champiñones al ajillo son “gloria bendita”. Magníficos en su sencillez. Más difícil de tomar el punto son los de sus riñones pues normalmente se enmascaran en salsas de vino de Jerez (una forma que siempre admiraremos). En Casa Toni los preparan con limón y perejil, por lo que se puede comprobar que su producto es de calidad. Y es que aquí dominan la técnica de la plancha como nadie.
Buenos son también sus mejillones que se pueden pedir al vapor o con salsa picante. Los pedimos de esta última opción y como las bravas sin ser las mejores que hemos probado, el molusco es de buen tamaño, sabor y la salsa buena aunque algo líquida. En pescados suele salir más los boquerones, calamares, sepia y chopitos.
Además, como cortesía, no hay nada mejor que rematar con un chupito de moscatel. Un tesoro casa Toni, parte de la educación sentimental del abajo firmante desde me lo mostraron mis padres hace ya unas cuantas décadas. Y es que Casa Toni significa Madrid. El que ya no existe y en el que se ha convertido ahora. Lo más divertido es que todo eso sin cambiar ni un cuadro de sus paredes.
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