Lo peor que puedes hacer con Ojete Calor es tomártelos en serio. El dúo de subnopop formado por los cómicos Aníbal Gómez y Carlos Areces fusiona la ironía y la música electrónica para ofrecer un espectáculo de lo más divertido. Como si de los personajes de la película Los idiotas (1998) de Lars von Trier se trataran, Areces y Gómez recopilan lo peor de la cultura pop, lo filtran y nos lo escupen a la cara. Y la cosa funciona. Son dos tipos muy inteligentes que, conscientes de sus limitaciones musicales, han decidido ser el reflejo deformado que el pop necesitaba. Ojete calor no se puede juzgar dentro de los parámetros estrictamente musicales, debemos incluir en la ecuación el humor surrealista y la mala leche. Nada se escapa a su macarra sentido del humor. Desde las personas que opinan de todo sin tener idea, a los tibios por naturaleza o las abuelas que pugnan por ser la que más males padecen. Por no hablar de sus dardos a la extrema derecha.

Como era de esperar, sus shows tienen un poco de Karaoke, bastante de disco-móvil de pueblo y algo de sketch de La hora chanante. Una combinación ganadora fruto de una puesta en escena bastante más trabajada de lo que parece a primera vista. Lo que, quizás, empezó como una broma se ha convertido en todo un fenómeno de masas que llenó la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza. Ver a Carlos Areces y Aníbal Gómez salir de una concha hinchable gigante ya pone de manifiesto el absurdo de algunos elementos escénicos. Ahora que está de moda salir de un huevo, Ojete calor salen de la concha de tu madre. Merecen mención aparte los singulares ropajes a lo Luis XIV del impagable Carlos Areces y el olor a rancio y naftalina que desprendían.

No cantan bien, más bien todo lo contrario, (y lo saben) pero son tremendamente divertidos. Tampoco sus canciones son gran cosa, las cosas como son, (y también lo saben) pero son jodidamente efectivas. Ojete calor reivindican ese placer culpable de las canciones de mierda que forman parte de nuestra vida. Somos víctimas de las radio fórmulas y su pop facilón para mentes simples. Salvando las distancias, como hizo Cervantes con el Quijote (criticando los clichés de las novelas de caballerías), Ojete Calor critican ese pop facilón facturando conscientemente algo mucho peor y a través de su espejo deformante. La astracanada como arma frente a una sociedad demasiado encorsetada. ¿Hasta dónde llega la broma? Yo creo que no hay límite. Verlos aparecer envueltos en plástico como Laura Palmer para cantar/destrozar el Laura no está de Nek es una broma tan elaborada como absurda. Pero funciona. También funciona lo de dedicarle una canción a una víctima del balconing, hay que ser cabrones.

Reconozco que tanto sus fieles seguidores como un servidor pasamos un muy buen rato. Flipé con su falta de pudor y su incorrección política casi tanto como disfruté de sus clásicos Viejoven, Extremismo mal, Morreo, Tonta Gilipó, Opino de que, Agapimú o Qué bien tan mal. Vamos, que no se dejaron nada en el tintero. Me quedo para el recuerdo con su interpretación de Corre Sarah Connor (cuidado con el cyborg) y sus pistolas de humo, la sorpresiva aparición en el escenario de Eva Hache y Ana Morgade  (que estaban actuando al lado en la sala Mozart del Auditorio) o la locura colectiva que se originó con Mocatriz.

No se vayan todavía, aún hay más. Una vez finalizado el show (palabra que se asemeja más que concierto a lo ayer vivido), Areces y Gómez repartieron fotos del grupo lanzándolas al público. Hasta aquí todo normal, la meta broma viene cuando Areces se pasa las fotos por su entrepierna y sus axilas antes de lanzarlas al público. No le bastó con impregnar su ADN de esta forma sino que incluso escupió en alguna foto. Y el público las seguía reclamando. Me pareció una forma tan divertida como original de denunciar la excesiva adoración que se hace de los ídolos del pop, que nos lleva a aceptar cualquier cosa que venga de ellos. Aunque quizás le esté buscando demasiado pies al gato.

Lo dicho, todo un show lo de Ojete calor.

by: Luis Cifer

by: Luis Cifer

Luis Cifer, nació en la ciudad del cierzo. Se dice que siempre viste negro, que Luis no es su nombre real y que duerme en la calle. Otros dicen que tiene un trabajo, que no bebe alcohol e incluso que es padre de familia, pero no hay nada confirmado. También se le puede encontrar en su blog de cine.

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