Siempre es de agradecer propuestas musicales que se salgan de los cánones actuales en la Bahía de Cádiz basadas en las bandas de versiones y tributos de mejor o peor calidad. No seré yo quien critique a esa forma de entender la música pues a los locales les genera más entradas, a los grupos poder ganar cierto dinero tocando lo que escribieron otros y el público parece que es lo que desea escuchar. Música sin riesgo, aséptica y que les permita cantar lo que ya conocen o conocer nuevas amistades, sustituyendo lugares para gente más joven por estos nuevos locales de encuentros para cuarentones y cincuentones, en algunos casos divorciados, en otros solteros o en grupos de amigos. El problema es que la gente que desea crear sus composiciones ni tiene sitio ni público.
Eso parece tras asistir al nuevo Marisma Rock, festival que se celebró el viernes 3 de mayo en el Teatro Moderno de Chiclana, quizás no sea la mejor ubicación al carecer de un bar en el interior y celebrarse sentado aunque la gente se fue trasladando frente al escenario. A cambio, un sonido y juego de luces excelentes y una “caja de escena” lo suficientemente grande como para que las tres bandas elegidas pudieran ofrecer lo mejor de su repertorio. Lástima que, por lo que sea, no lo debió ver así el “respetable” pues en el momento más álgido apenas había más de sesenta personas.
Los primeros en aparecer fueron B.U.M., trío de Chiclana dentro de un combo multicultural con estadounidense, inglés y español que practican lo que ellos denominan GrungePunk!, por lo que no es complicado adivinar qué tipo de estilo representan. Nos recuerdan sobre todo al punk californiano noventero, con fender en guitarra y bajo.
Comienzan con el primer corte de su disco “The infected” titulado “Down and out”. Un trabajo que revisitaron en temas como “Who are you?”, “Polytoximania”, “Tear it down”, “Infected” o la casi final “Parasites”. El resto fue interpretaciones de su anterior primer EP como “Underground”, “Do as you wish” o la final “Black Friday”, criticando las compras masivas y el capitalismo y lo que conformará su nuevo álbum como “Idiocracy”, “Brother united” o “Bad romance”. Letras críticas y unos Jimy, Tod y Cri se mostraron encantados de comenzar como locales, irónicos al aplaudir a las butacas vacías de gente que se les “llena la boca” de quejarse de no apoyar la escena y en ese día no aparecer y finalizar a lo Iggy Pop con una buena muestra del “respetable” sobre el escenario cantando y bailando con ellos. Estupendo espectáculo el que ofrecieron en su hora de actuación estos Brothers United in Music o B.U.M., a los que hemos descubierto gracias a este Marisma Rock.
Y de unos, relativamente, nuevos a otros que llevan desde finales de los ochenta defendiendo el rock desde Madrid como Desastre. En concreto, desde el barrio de Usera por lo que la etiqueta de rock urbano les encaja a la perfección. 35 años de carrera y nueve discos, del cual el último “Que corra el aire” fue presentado hace un año, en una rueda de prensa que cubrió mi compañero David Galeote, con el que tuve la fortuna de poder ver este Marisma Rock.
Una hora dividida entre el rock urbano a lo Leño o Porretas y el ska a lo Ska-P, según se utilizase vientos o no, pues al cuarteto formado por Alfonso, con su voz rota, su bajo fender y su estela de ser el único miembro fundador, las dos guitarras (una Fender stratocaster y una Carvin) de Archi y Johnny y la batería de Chus se le suman la sección de viento con la trompeta de Pedro Pastor y el trombón de varas de David Ruiz.
Repaso a su discografía a su trayectoria que comenzó en formato sexteto con “Miradas empañadas” y “El circo” y paso a “Que corra el aire” en cuarteto y tras la petición de Alfonso el público dejó de estar sentado y se situó bailando debajo de ellos. Del último disco sonó en la tarde- noche gaditana “Lejos de tu alcance”, “Ruido de sirenas” o “katxa”, junto a otros cortes que funcionaron como “Mal trago”, “Tambores de guerra”, “En el sur” y un final espectacular con “El loro”, “Tabernera” y “Me piro”, con acompañamiento de los presentes.
Primera visita de Desastre por Cádiz y triunfo absoluto para los pocos elegidos que pudieron ver su show.
Y como cierre llegaban desde Algeciras Shalom que desde su primer concierto en veinticinco años, hace poco más de uno en Madrid, han tocado unos cuantos más reviviendo ese primer disco que les encumbró como abanderados del hard rock en su versión glam, a lo Sangre Azul en esos pretéritos tiempos.
Como originales quedan el cantante Sebas Guerrero que mantiene el timbre vocal y el bajista Rubén Tamayo y su inimitable look con lunares blancos y sombrero cordobés, sin parar de moverse con su Rickenbacker. Buenas guitarras Schecter y Fender de Koto Bermúdez y Carlos Armesto, batería para Chico Palenzuela y teclados para el Korg de Javi Santana.
Entrada con la “Marcha Imperial” de John Williams para “La guerra de las galaxias” y con el sexteto sobre el escenario el “grito de guerra” de “Shalom, voy buscando guerra por ti” que abre el corte homónimo del nombre de la formación del “Campo de Gibraltar” con un repertorio basado en la reedición del pasado 2023 de su mítico álbum de 1989.
De hecho, salvo un par de temas tocaron casi íntegro su primer álbum pues tras “Shalom” enlazaron la célebre “Noches”, “No me olvidarás”, “Scherezade” y “¿Qué es mejor?”, parando antes ese LP con “Terra” para continuar con “Gente sin fe” y “Solo en la niebla”, dedicada a lgunos seguidores como una algecireña llamada Puri y dos grandes seguidores como son Lucy y Dani (líder del proyecto de rock melódico «Argi») que nos confesaron que era la séptima vez que veían a los algecireños desde su reunión.
Tras “Amargo sabe”, tema grabado de una demo de 1990, llegaba el momento álgido con “Buscando rollo” y su canción más conocida “Cógeme” que, sin duda, fue la más celebrada, antes de finalizar con “Todo mi amor”, también de la demo de 1990.
Otra hora de duración donde Shalom sigue funcionando a la perfección y que sirvió de perfecto colofón a un festival tratado con mimo por los organizadores, con una excelente selección de bandas, apoyo del Ayuntamiento de Chiclana cediendo su teatro municipal, buen sonido, juego de luces y un público animoso, con ganas de arropar a tres formaciones de calidad. Lástima que no fuese lo numeroso que merecía el acontecimiento y con poco relevo generacional pues no había por allí ningún menos de treinta años. Parece que el rock es cosa de veteranos.
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