Parece que el último trabajo de Sufjan Stevens ha pasado desapercibido o bien es que ya no es “moda” reivindicarlo. Pero el que es ya el décimo álbum de estudio de Sufjan Stevens debería ser motivo de celebración, pero se ha visto eclipsado por la noticia de que recientemente le han diagnosticado el síndrome de Guillain-Barré, un raro trastorno auto inmune debilitante. El diagnóstico ha dejado a Stevens en la ardua tarea de tener que volver a aprender a caminar, a pesar de las grandes posibilidades de una recuperación completa. Lo que podría ser su mejor álbum hasta la fecha, no debería pasar desapercibido y debería estar en las lista de los mejores discos del año sin duda alguna.”Javelin” combina lo mejor de sus álbumes clásicos. El concepto épico de Illinois con la vulnerabilidad de Carrie y Lowell. Sufjan ha creado una colección de canciones triunfantes y épicas junto a sus amigos Adrienne Maree Brown, Hannah Cohen, Pauling Delassus, Megan Lui y Nedelle Torrisi.
Casi todas las canciones de Javelin comienzan como una melodía íntima vocal y de un solo instrumento antes de crecer exponencialmente con capas de voces, cuerdas, instrumentación y percusión, para elevar la canción a una agradable cacofonía de sonido. Sufjan Stevens en estado de gracia musical, prueba de ello Will Anybody Ever Love Me’ una dolorosa súplica por un amor incondicional, pero en clave de alegria. Pero el disco como no tiene sus partes oscuras pero llenas de delicadeza como “Shit Talk” que es la canción más larga con la guitarra de Bryce Dressner de The National. Y para concluir el álbum nada mejor que revisar un tema de Neil Young como “There’s a World” que se adapta perfectamente a la voz desconsolada de Stevens.
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