Segunda cinta como director del actor Jesse Eisenberg que en sus dos trabajos tras las cámaras está demostrando ser un realizador interesante pues a su “opera prima” “Cuando termines de salvar el mundo” llega esta estimable “a real pain”, su confirmación como cineasta con la que consiguió nominación al Oscar al guion y el premio para Kieran Culkin.
Una comedia dramática que bebe del cine de Alexander Payne o de Woody Allen, uno de sus referentes con el que protagonizó “Café Society”, merced a unos personajes bien definidos: gente normal, con carencias y defectos, en situaciones cotidianas que se convierten en extraordinarias sin necesidad de ningún hecho causante, sólo con sus caracteres. Además subyace una crítica social detrás, ya que lo que se nos narra es el viaje de dos primos judíos a Polonia en un “tour” organizado sobre el Holocausto donde estos turistas experimentan la tensión y el dolor de este tipo de viajes pero sin la implicación necesaria. Como ejemplo se sitúa la escena del viaje en tren donde el excéntrico primo sufre un terrible enfado por viajar en primera, ya que los nazis obligaban a viajar a sus ancestros en vagones de ganado. Otro de los viajeros finaliza explicando su falta de culpabilidad, cuando el joven se ha marchado a una clase inferior.
Para sostener el edificio, Eisenberg cimenta su obra en un acertado guion lleno de frases ingeniosas, ágiles diálogos y secuencias durante la poco menos de hora y media que dura su “dramedia”, algo de agradecer pues no sobra nada de metraje. La cinta posee realización es correcta, sin demasiados planos espectaculares pero bien filmada y con buen ritmo, lo que consigue que “A real pain” no aburra y, a buen seguro, genera sonrisa al público objetivo al que va dirigido.
Y a su buen hacer en “libreto” y dirección, hay que sumar una correcta factura técnica, con un equipo en su mayoría polaco, banda sonora donde predomina la música de piano de Chopin y un reparto acertado donde Eisenberg se guarda un destacado papel pero cede el mejor rol a Kieran Culkin que ofrece una de sus mejores interpretaciones hasta la fecha, superando, incluso, a lo que ofreció en la serie “Succession”.
En definitiva, Jesse Eisenberg ha conseguido una película notable basada en los pilares del “séptimo arte”, un trabajo que le sitúa como un realizador a seguir, un cineasta que entronca con otros anteriores como los antes referidos Alexander Payne o Woody Allen en narrar problemas y miserias en las clases medias y pudientes de la sociedad estadounidense.
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