Segunda temporada y conclusión de uno de los más celebrados “spin off” del universo “Yellowstone”, creado por Taylor Sheridan. Un cierre que mejora su primera entrega pues encontramos más acción, mejor sentido del espectáculo y menos carga maniquea que en su precedente.
Pues la primera parte de «1923» nos presentaba tres historias, ambientadas en localizaciones diferentes pero trufadas de maniqueísmo y soluciones absurdas en dos de ellas pues la situada en África se basaba en los caprichos y “rabietas” de una joven aristócrata y la de la joven india se resumía en todos los mitos de la “leyenda negra” española, con monjas violando a las nativas osacerdotes con sotana iniciando una persecución “a muerte”, casi por pura maldad. Sin embargo, sí era interesante la localizada en el rancho donde los Dutton tenían que preservar su modo de vida ante un arribista pastor de ovejas, lleno de odio y deseo de prosperar y un psicópata terrateniente, tan refinado y de cuidados modales como implacable, frío y terrorífico.

En esta conclusión, las tres historias llegan a su fin, entrelazándose dos de ellas y la tercera sirviendo de nexo para conocer los orígenes del jefe Rainwater. Lo mejor, es que las tres mejoran pues la separación de los amantes ofrece un durísimo periplo por parte de la joven esposa para reencontrarse con su marido aventurero que por su oficio sale siempre mejor parado. La mujer sufre todo tipo de vicisitudes, conociendo lo peor del ser humano y la muerte alrededor de ella para llegar a Montana. Su historia engrandece al personaje que en su primera temporada no terminaba de empatizar con el espectador.
La de la adolescente india sigue basada en una persecución de siniestros hombres (un religioso y un sheriff racista) frente a una “chiquilla” pero no resulta tan ridícula, hasta coincidir con la “defensora de la ley” texana que parece estar ahí para servir de “deux ex machina” y explicar lo que está sucediendo para la salvación penal de la “pobre mujer” que utiliza el sistema del “ojo por ojo” con todo aquel que le dañe.
Y la de los Dutton, mantiene todavía mayor interés esperando la sublime batalla final en los terrenos del rancho y la casa Yellowstone. Quizás de esta trama, sea más limitada la historia de la esposa foránea, incapaz de resistir las duras condiciones de vida de Montana, que se convierte en un personaje más, de naturaleza salvaje pero de una gran belleza. Todo filmado con una gran dirección de fotografía que capitanea Ben Richardson, al que Taylor Sheridan le ofrece la posibilidad de dirigir todos los episodios, demostrando el británico entender a la perfección los guiones propuestos por Sheridan pues no en vano todos sus trabajos anteriores son para otras series como “Mayor of Kingstown”, «Tulsa King», «1883» o el propio «Yellowstone».
Y un reparto encabezado por unos solventes Harrison Ford y Helen Mirren que tienen que lidiar ante un reconvertido Jerome Flynn y el espléndido villano interpretado por Timothy Dalton. Mejora mucho el rol de Julia Schlaepfer y de héroe de la función sigue siendo Brandon Sklenar. El peor retratado pueda ser Aminah Nieves pero es que el personaje es el peor definido de la serie. Un “1923” de mejor resultado final, grandes momentos, ritmo, acción y tensión que evocan esa mirada precisa del cine norteamericano que ofrece ese gran creador llamado Taylor Sheridan.




















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