Tengo un problema con Paolo Sorrentino, pienso que su obsesión con la belleza ahoga la narración de sus películas. Sus obras son ejercicios visuales apabullantes aunque a veces carecen de una historia que refuerce sus bellas imágenes. Es evidente que estamos ante un director con un universo propio, algo que siempre es de agradecer y que cada vez abunda menos, pero su cine puede resultar vacío para muchos espectadores. Parthenope no deja de ser una metáfora de la belleza femenina personificada en esa sirena que sale del mar bajo la apariencia de la debutante Celeste Dalla Porta (todo un descubrimiento).

En Parthenope, Sorrentino no solo filma a su ciudad natal, sino que la convierte en metáfora viva. El propio título, tomado de la sirena griega que dio origen al nombre de Nápoles, ya nos sitúa ante un relato repleto de simbolismo. Desde el arranque, Parthenope emerge del mar como una Venus renacentista. Esa primera imagen funciona como la primera metáfora: tanto Parthenope como Nápoles están condenadas a ser deseadas por su innegable belleza. Siendo ésta una maldición que traerá la desgracia a su familia. Parthenope viene a ser una representación de cómo debería ser la mujer universal: alguien que elige su propio camino. Alguien que no deja que su belleza la condicione, ni se aprovecha de ella ni permite que la usen como un objeto. La mujer es el centro de esta historia, no un simple objeto de deseo o un mero florero que necesita que la salven. Parthenope es el film más feminista que nunca ha filmado Sorrentino.

Además, Sorrentino nos muestra esa idiosincracia tan propia de los pueblos del sur de Europa con esa fe ciega en auténticos charlatanes y esa pasión desaforada por el fútbol. No me quedó claro si era una crítica o una alabanza. A pesar de estar avisada, Parthenope se entrega al personaje más vil y miserable del film, dejando claro ese carácter latino tan poco dado a la lógica. ¿Con este personaje Sorrentino plasma la fascinación de los italianos por seres tan abyectos como Mussolini o Berlusconi? Podría ser.

Tanto el decadente británico encarnado por Gary Oldman como el profesor de antropología intentan descifrar el enigma de Parthenope/Nápoles sin llegar nunca a conseguirlo. tampoco el espectador lo tiene fácil. Sorrentino no explica todas las metáforas del film, es una labor que corresponde a cada espectador. Sinceramente, no entiendo todo lo referente al hijo del profesor, no entiendo qué nos quería contar Sorrentino. Por cierto, ¿a qué viene esa obsesión con la antropología?
Como veis, Parthenope es un film tan fascinante como indescifrable. Es imposible comprender todas sus metáforas. Sólo Sorrentino tiene todas las llaves de este laberinto. Sólo nos queda disfrutar de la belleza de Parthenope.




















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