Segunda precuela del universo creado por Taylor Sheridan en «Yellowstone» tras la interesante «1883». En esta ocasión la historia se centra en el periodo de entreguerras, con tres argumentos en paralelo que deberán cerrarse en una segura segunda temporada pues el final deja múltiples cabos sueltos.
Por un lado tenemos a los patriarcas del clan Dutton, un venerable matrimonio de ancianos sin descendencia que intentan mantener el rancho a salvo de varios rivales que intentan hacerse con el control de la propiedad. Sin duda, la parte que genera más interés y que más se acerca a lo narrado en “Yellowstone”, con dos enemigos de entidad: un vengativo pastor de ovejas y un terrateniente minero con claros gestos de psicopatía. Un rival temible y de gran entidad.
Por desgracia, las otras dos aventuras tienen menor capacidad de atracción. Tanto las desventuras de la joven india por escapar del horrible colegio católico donde tras sufrir todo tipo de abusos y vejaciones escapa matando a dos monjas en busca de su padre y su tribu. La persecución es absurda, con tres sacerdotes con sotana convertidos en una especie de cazarrecompensas. Naturalmente tendrán el fin que merecen por parte de los jefes indios, descubriendo que la joven es una Rainwater, por lo tanto familiar directa del jefe de los casinos de “Yellowstone”. Quizás lo mejor de este episodio sea la unión de los diferentes nativos para esconder a la joven y dar caza a los indignos religiosos pero, en líneas generales, no se sostiene por un exceso de maniqueísmo ya que ninguno de los miembros de la congregación tiene una sola virtud. Todo gente déspota, cruel, despiadada o lasciva en grado sumo.
El tercer hilo gira en torno al sobrino más eficaz de la familia Dutton que pasa sus días como cazador de animales “devora hombres” en África. Allí conocerá a una aristócrata británica que no desea un matrimonio con un conde al que no ama y que fruto de un flechazo escapará con el aventurero estadounidense. Con el tiempo y tras una serie de visicitudes tienen que llegar a Norteamérica para ayudar a mantener la familia y el rancho a buen recaudo. Todo el inicio de esta parte recuerda a “Memorias de África” y su “novela rosa” no termina de cuadrar, ya que la joven se demuestra caprichosa e impulsiva aunque se camufle de empoderamiento y capacidad de elección. Al final el amor todo lo puede parece querer contarnos Sheridan.
Así que esperemos que se centren más en la segunda entrega en la lucha por la supervivencia y la cosa mejore porque hasta la fecha es lo menos destacado que ha construido Taylor Sheridan sobre el universo “Yellowstone”.
En el capítulo actoral destacan los nombres de Harrison Ford y Helen Mirren y el de los dos villanos, Jerome Flynn y, sobre todo, un Timothy Dalton temible. Un hombre de negocios sin ningún tipo de empatía y una maldad absoluta, como demuestra en su trato a las dos prostitutas, con escenas que hielan la sangre. Amoralidad total en un caballero con modales intachables. Quizás algo “pasado” el personaje pero más que efectivo.
“1923” posee algunos momentos de tensión y brillantez pero al fallar dos de las tres historias se queda algo floja. Y más si pensamos que es fruto de la mente de alguien tan destacado como Taylor Sheridan, al que hay que exigir siempre el máximo.
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