Vivir para ver. Mira que alguna que otra vez ha aparecido una banda o artista que me ha sacado de mi zona de confort, como hace bien poco el amigo John Serrano, además recomendado por Ángel Ferrer (no hace falta decir más), pero es la primera vez en mi deambular reseñador que me traen de vuelta. Si en Alive, John era capaz de hacer hablar a una guitarra, como Clapton, en Rise nos va a descoyuntar las cervicales. Además, como a mí no me gusta… Un, dos, tres… ¡Rise!

Rise. Empezamos lentos, casi stoner. Un riff pesado, viscoso, digno de Tony Iommi, con una batería que podría ser la de Ruth, de Greengoat (mitad Black Sabbath mitad The White Stripes). Las voces no cantan, se arrastran, como Chino Moreno en Deftones. Claro, con ese contexto instrumental, mucho más oscuro, y ese punteo a lo Hammett… nos sale una especie de stoner dark… sólo nos falta Nosferatu (el original, por favor, el de Murnau), levantándose de la tumba como un resorte para completar ese giro hacia la entrada del Hades.

Unbroken. Cada vez que oigo ese tipo de riff, encajado en la batería de esa manera, tengo el mismo flashazo: I don’t care, de Probot. Tiene cierto paralelismo, John Serrano está creando una especie de All Star de las cuerdas de acero. En las estrofas nos lleva a los Sôber (otros que saben lo que se hacen) en Arrepentido, y deriva inmediatamente en un poco de Berri Txarrak. Así, muy resumido, suena a todo lo que me mola, con punteo de MetallicA y todo. Al ver el título, estaba pensando en un libro que leí hace muchos años sobre la cultura del tatuaje. En algunas culturas, después de una lesión, un accidente, se tatúan encima de la cicatriz, invocando a los dioses, o a los antepasados, para que la zona afectada no vuelva a sufrir. Unbroken es una buena idea que tatuarse encima de lo que fue una fractura.

Sinners. Si llega a decir «from the hill», me pongo a imitar a chiquito. Si no entiendes el chiste, eres demasiado joven. Oh, mierda. Tambores de guerra que desencadenan otro riff digno de Black Sabbath, lento, grave, duro… toma tu corazón y lo hace bailar a su ritmo, como si los timbales y tus ventrículos se hubieran puesto de acuerdo. Las voces me recuerdan a Finger Eleven, otra de esas bandas de la oleada nu metal. Interesante receta: base de old metal, espíritu stoner, y de metal del cambio de siglo.

Misery. ¿Nadie ha leído la novela? Si sabes quién es Kathy Bates, sabes que esto no va a terminar bien. Es una guitarra, y no un bajo, pero tiene un rollo al inmortal Cliff Burton en Anesthesia – Pulling Teeth, de MetallicA, cuando eran jóvenes y no se odiaban. El caso es que, al oír el bajo, cosido a la batería, parece que va a derivar en un Battery, de los de San Francisco, pero no, retoman el nu metal, esa aura Deftones, esa forma de cantar languideciente, pero con Belcebú haciendo los coros. Podría ser la banda sonora de Fausto, cuando Mefistófeles se le aparece por primera vez.

Invictus. Crescendo y decrescendo por doquier, voz rota, como Anthrax cuando berreaban: I’m not afraid. No se parece en nada, pero estoy pensando en Pantera. Dimebag podría haber firmado esa transición, ese puente. O ese estribillo, grave, rasposo, sacrificado para dar pábulo a las voces.

Orpheus. ¡Mitología griega! Esto sí que es lo mío (con el fútbol de cuarta categoría y el porno checo). Orfeo, hijo de la musa Calíope, y Eagro, rey de Tracia, tenía un don con la lira (como John con la guitarrita): era capaz de hacerla hablar y de llegar al corazón de dioses y hombres. Estuvo con Jasón en la Argo, entorpeciendo los cantos de las sirenas (cabeza de mujer y cuerpo de gaviota, que Disney no te engañe) y calmando las tormentas. Cuando Eurídice murió por la picadura de una serpiente, Orfeo fue de los pocos mortales que cruzaron el Estigia y, cuando tocaba, hasta la rueda de Ixión, uno de los tres grandes condenados (Ixión, Tántalo y Sísifo), se detuvo para escucharlo. Este riff está ambientado en su travesía al reino de los muertos, con esa idea clásica lejana al infierno cristiano: el Hades es un lugar frío y triste, no necesariamente un pozo de sufrimiento.

Tantalus. Como he mencionado, era uno de los tres grandes condenados. Después de la titanomaquia (titanes contra olímpicos), Zeus impone unas normas a humanos y dioses, entre ellas el sagrado deber de la hospitalidad. Tántalo era uno de sus hijos y, malinterpretando ese deber, despedaza y cocina a su hijo Pélope (que da nombre al Peloponeso). Los dioses no llegan a probar bocado, salvo Démeter (la madre de todos), que come un pedazo. Los dioses resucitan a Pélope (fue de los pocos que se salvaron de los designios de las moiras) y Hefesto le construye un hombro de marfil, convirtiéndolo en un rey longevo y querido por su gente por ser especialmente justo. Tántalo es condenado a lo más profundo del Tártaro. Cubierto de agua hasta la barbilla, a la orilla de un río sobre el que arboles frutales extienden sus ramas, es condenado a morir de hambre y sed. Cuando se agacha a por un poco de agua, la corriente baja. Cuando alarga la mano para alcanzar un fruto, un golpe de viento aleja la rama. Musicalmente, tiene un breve giro a System of a Down desde el puente, con esa especie de broca que forma el riff, justo debajo de la voz, y deriva a una versión moderna del Walk, de los Pantera. Pillas canciones que me molan y mitología griega. Si me pones una caja de nevaditos, no necesito nada fuera de este disco.

Free. Instrumentalmente, un rollo a Cuando nada vale nada, pero pasado por el tamiz del Far Away de Defotnes abre fuego. En tema vocal, está entre Chino Moreno y Aaron Lewis, de Staind, en los estribillos de Open your eyes. Pura poesía, a grito pelado, con la distorsión a tal potencia que es posible que te sangre la nariz… desgarrada, desgarradora, pero pura poesía, al fin y al cabo.

New World Order. Si sabes quién es Hulk Hogan y por qué digo 4 Life, tendrás un hueco en mi frío corazón. Es una versión stoner de Let there be rock, de AC/DC, como si Black Sabbath lo hubieran versionado, llevándoselo a su terreno (sólo de imaginarlo noto cosquillitas en la nuca). La batería, hecha un tren de mercancías, no hace prisioneros, las guitarras han subido un poco el ritmo y las voces tienen un aura teatral, como la ópera, haciéndole un guiño al metal industrial, en especial a Rammstein.

Para los amantes de los guitarrazos, para los que dicen que una buena canción empieza con una acústica, una voz y la verdad, enlaces de la banda:

Bandcamp https://johnserrano.bandcamp.com/album/rise-album

Youtube https://youtube.com/channel/UCp82HEsrwisl4qeuReM7vwg?si=O812hNttlbnQM11z

John Serrano, Raúl Lupiáñez, Collette McLafferty, Ores, Mike Allen, Félix Morales & Dino DiMuro – Rise (2024)

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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  1. Buena lista!! aunque tanto Lee Marvin como Anthony Quinn son para mí de la categoría de protagonistas... Buen trabajo Edu.

  2. Que grandes todos ellos. Para mi, el más desconocido es Anthony Quayle. Una vez más, Edu, un gran trabajo.

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